1.- Qué pienso de mi sexualidad
Un buen inicio es hacer una revisión muy íntima sobre lo que pensamos de la sexualidad en general y sobre todo de la nuestra. Preguntarnos qué hemos aprendido, cómo afecta esto nuestras vivencias actuales y cómo se manifiesta en nuestra relación de pareja, es muy útil. Una vez que lo tenemos claro, podemos ver qué de eso nos es funcional y lo deseamos mantener y qué nos gustaría modificar y hacia dónde.
2.- Familiarízate con tu propio cuerpo y siéntete cómoda con él
El exhorto es a conocer cada pequeño rincón del cuerpo, aceptarlo tal y como es y agradecerle la función que desarrolla. Cuando somos conscientes de cada parte del cuerpo, se incrementa la seguridad en nosotras mismas además de que es más fácil percibir las sensaciones que provocan.
3.- Pregúntate qué te gusta y qué no
Observemos de manera detenida qué nos gusta y qué no; pidamos aquello que nos es placentero y preguntémonos qué cosas hacemos por complacer. ¿Nos gustan o nos incomodan? Si no nos agradan, busquemos alternativas.
4.- Descubre las sensaciones provocadas por cada uno de tus sentidos
Pongamos atención a cada uno de nuestros sentidos. Un día fijémonos qué percibimos con el olfato durante un encuentro sexual y qué papel juega en la excitación, otro día centrémonos en la vista, otro en el oído y otro en lo que percibe la piel de las distintas partes del cuerpo. Seguro descubriremos nuevas sensaciones.
5.- Práctica los ejercicios de Kegel
Se trata de contraer y soltar varias veces los músculos que van del pubis al cóccix y que rodean la entrada de la vagina. Al tenerlos tonificados podemos apretarlos en el momento de la penetración y con ello intensificar las sensaciones e, incluso, facilitar el orgasmo.
6.- Quítate los mitos sobre lo que debes sentir
Cuando nos obsesionamos por alcanzar determinadas sensaciones, como el orgasmo por ejemplo, generalmente tenemos la atención más puesta en la mente que en las sensaciones, lo que paradójicamente hace más difícil sentir. Enfoquémonos en lo que está pasando y no en lo que creemos que debería suceder.
7.- Comparte con tu pareja
Una vez que nosotras tenemos claro qué nos gusta y qué no, nuestros deseos e inhibiciones, podríamos preguntarle a nuestra pareja si estaría dispuesta a hacerse las mismas preguntas y compartir sus conclusiones. Podría ser un excelente ejercicio para conocer mejor a la persona con la que nos relacionamos y platicar sobre lo que cada uno siente de la sexualidad y de la relación. Aunque la actividad sexual es un contacto íntimo, muchas veces nos involucramos en ella sin saber lo que el otro piensa de lo que sucede.
8.- Una relación satisfactoria para ambos
Recordemos que cada persona tiene gustos y preferencias distintas, por lo que lo que le funciona a una no necesariamente es placentero para otra. En realidad cada pareja va creando su propia manera de relacionarse aprendido, escuchando y negociando para que ambos puedan sentirse satisfechos.
9.- Dale la mano a tu pareja con frecuencia
Tóquense con afecto y dense la mano durante el día, cuando no hay actividad sexual. Esto estimula la producción de hormonas sexuales, ayuda a fortalecer el vínculo y la sensación de cercanía, lo que se traduce también en un aumento del deseo y mayor receptividad y respuesta a los estímulos sexuales de la pareja durante la relación sexual.
10.- Mira a los ojos de tu pareja
Aunque muchas personas prefieren cerrar los ojos y apagar la luz durante las relaciones sexuales, taoistas expertos en el tema, como Mantak Chia, explican que la mirada juega un papel importante en el intercambio de energía. A través de ella se hace un contacto especial con la pareja que estrecha aún más la unión, así que mantengan un poco de luz y mírense a los ojos de vez en cuando.
11.- Haz del encuentro sexual un juego
Reírse y jugar pueden hacer que una relación sea memorable. Aumentar poco a poco la estimulación y luego disminuirla para hacer que se acreciente el deseo, así como darse un tiempo para estar juntos y divertirse, es un método para que nuestras relaciones sean más satisfactorias.
12.- Prevén riesgos
Recordemos que si queremos prevenir un embarazo no planeado o una infección de transmisión sexual, es necesario usar métodos seguros para ello. No podemos dejarlo al azar.