¿Te has preguntado alguna vez cómo es y ha sido tu vida sexual?, ¿eres de la que va de cama en cama buscando amor, placer, aceptación, dinero…?, ¿controlas a tu pareja a través del sexo?, ¿tienes relaciones sexuales cuando no quieres sólo para que él no se enoje o te deje?, ¿cuántas veces has estado con él estando alcoholizado? , ¿usas tus mejores trucos sexuales para que él vea tu gran experiencia y no te abandone? Si contestaste sí a alguna de estas preguntas, observa cómo está tu autoestima. ¿Qué piensas antes de empezar a tener relaciones sexuales?, ¿cómo te sientes?, ¿haces contacto contigo, con tus pensamientos, con tus sentimientos, con tus emociones, con tu cuerpo?
El sexo es un arma muy poderosa. Podemos manipular y controlar al otro, obteniendo ganancias aparentes. También con el sexo, empleándolo como arma, nos podemos dañar a nosotras mismas, usándolo para que nos quieran, no nos abandonen, por obligación, porque no nos queda de otra, por no saber decir no. Por no sentirnos solas. Cuando usamos el sexo de esta manera, dañamos nuestra autoestima y nuestra alma. Sintiendo en nuestro interior una profunda tristeza y un nulo deseo.

Cuando usamos el sexo de esta manera, dañamos nuestra autoestima y nuestra alma. Sintiendo en nuestro interior una profunda tristeza y un nulo deseo.
El sexo nunca sustituirá a un diálogo cordial en el que se busque solucionar algún problema específico. Tampoco es la fórmula mágica para sentirnos amadas o aceptadas. Ni la misteriosa herramienta para que no nos abandonen.
Ni mucho menos es un deber (como dirían en antaño). Idealmente, es un encuentro entre dos seres humanos que se aman y se desean y por lo tanto están en disposición de compartir su sexualidad. El sexo es un regalo. ¿Cómo lo disfrutas tú?