diciembre 24, 2024

Soledad ¿en compañía?

Primer plano retrato de hermosa joven alegre mujer a la espera
Plenilunia Salud Mujer
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Por Monserrat Vega Herrera, psicoterapeuta de Vínculo Colectivo. La palabra “soledad” viene de viene del latín, solitas, y significa la carencia voluntaria o involuntaria de compañía y, también, una especie de enfermedad del alma provocada por una pérdida.

Primer plano retrato de hermosa joven alegre mujer a la espera
Quien aprende a estar consigo mismo, se vuelve libre, inmensamente feliz y, sobre todo, dichosamente autónomo.

Porque se puede sentir soledad aunque se esté acompañado por otros; también se puede estar solo y sentirse plenamente acompañado.

Cuando llegamos a sentir o estar en soledad, desde mi punto de vista personal, es para que reflexionemos y estemos con nosotros mismos, y no para huir de nosotros mismos.

Es claro que a veces no sabemos cómo es “estar y convivir conmigo mismo desde mi propia soledad”. Quizá es aterradora, es imponente, no sabemos qué sucede, y la realidad es que nadie nos ha enseñado a estar, a convivir con nosotros mismos, y es que preferimos huir que quedarnos a experimentar o conocer.

Pero ¿por qué no re significar la soledad?

Resignificar la soledad es recordar que somos seres sociales, pero también únicos e individuales.  Ser social lo tenemos bien aprendido porque desde pequeños nos lo han enseñado, pero aprender a ser únicos e individuales depende solamente de nosotros.

Este aprendizaje se presenta cuando nos quedamos sin un amigo, cuando el amor no llega, cuando la pareja se va, o cuando estamos solos en una enfermedad, esto por poner algunos ejemplos.

De estos aprendizajes dolorosos y de esta ausencia es cuando surge la presencia de “estoy yo conmigo mismo”, ome tengo a mí mismo”.

En estos grandiosos momentos es cuando podemos darle otro significado a la soledad y volverla un encuentro.

Un encuentro contigo es permitir conocerte, permitir cuidarte, permitir admirarte, es estar en intimidad contigo mismo.

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Hagamos un ejercicio juntos

Te invito a contestar, sinceramente, las siguientes preguntas con un:

“Sí lo hago/ SÍ lo he hecho” o un

“No lo hago / Nunca lo he hecho”.

  • ¿Cuántas veces has cocinado algo rico solamente para ti?
  • ¿Cuántas veces te has mirado detenidamente frente al espejo sin juzgarte?
  • ¿Cuántas veces te has puesto tu perfume favorito, solo para ti?
  • ¿Cuántas veces te has elogiado por un logro algo que hiciste bien?
  • Si comes rico es porque compartes la mesa con alguien más.
  • Si te miras detenidamente es para ver si el maquillaje o el cabello está en su lugar.
  • Si te pones ese perfume favorito es para alguien más.
  • Pero, sobre todo, esperamos que los elogios siempre vengan del exterior.

Pero entonces ¿cómo puedo estar en soledad y aún así sentirme suficiente conmigo mismo? Pues es simple. Recuerda que la compañía es una elección, no una necesidad.

Si “necesitas” estar con alguien más estás eligiendo desde tu carencia, es decir, desde lo que te hace falta. Es alejarnos de nosotros mismos y elegimos no voltear a vernos.

Si “necesitas” estar con alguien para “darle sentido a tu vida” estás eligiendo poner al otro sobre de ti.

El otro no está para hacerte feliz a ti y tampoco está para motivarte. Cuando el otro se transforma en “motor de vida” es ahí cuando llega aún más la soledad, cuando las ausencias nos desesperan y lastiman.

Quien aprende a estar consigo mismo, se vuelve libre, extremadamente rico, inmensamente feliz y, sobre todo, dichosamente autónomo.

Estar con uno mismo es crear un vínculo único, es darse cuenta de que no necesita una media naranja porque es una naranja entera. Es permitirse expandir sus relaciones desde el amor y no desde el apego.

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A veces el mayor temor no es tanto la soledad como el encuentro con nosotros mismos. 

Hacernos amigos de nosotros mismos, aprender a conocernos y caernos bien, aprender que nosotros mismos somos nuestra mejor compañía y ese miedo lo transformas en acción.

Acciones que nos ayudan a construir una vida más interesante y libre, una vida que no necesita ser planeada para vivirse plenamente.

Cuando estamos en plenitud con la soledad y con nosotros mismos nos preguntamos qué queremos, qué necesitamos, hacia donde vamos.

Esas respuestas se van construyendo poco a poco, desde mi propio autoconocimiento, desde mi propia necesidad.

Y es entonces, cuando dejas que ese otro se vaya o cuando eliges desde tu soledad terminar con algo que a ti no te gusta más; esa elección la haces porque sabes que sin importar siempre te tendrás a ti, porque disfrutas de tu presencia y nunca estás solo.

Recuerda que la capacidad de estar a gusto y sentirse suficiente con uno mismo no se hereda, no se da. Se adquiere con el profundo trabajo sobre uno mismo.

Comienza a trabajar en ti, a escucharte y voltear a ver tu propia necesidad, qué es lo que quieres y deseas. Siembra y cosecha tu mejor versión y tendrás para dar amor verdadero, porque es un amor que nace desde una sana relación desde tu interior.

Te dejo la siguiente frase de Sócrates:

“Hasta que no te sientas cómodo estando solo, nunca sabrás si estás eligiendo a alguien por amor o por soledad”.

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