¿Cuántas veces no hemos experimentado esa tremenda sensación de dolor, escalofríos, baja de presión y corte de la respiración al tener un calambre? También llamados fasciculaciones, los calambres son tensiones involuntarias de uno o varios grupos de fibras musculares llamadas fascículos. Al contraerse provocan los calambres que seguramente has experimentado alguna vez en la vida.
Hace más de siglo y medio que se describieron por primera vez las fasciculaciones, relacionándolas con problemas neurológicos. A pesar de esto, la primera evidencia científica de la descripción de los calambres se remonta a 1908, cuando se describió este fenómeno en mineros obligados a trabajar en ambientes de alta humedad y calor.
Un calambre muscular puede producirse después de trabajar demasiado un músculo ya sea por actividad o por mantener una misma postura mucho tiempo, así como la deshidratación.
Causas de los calambres
Fue hasta 1997 que el doctor Martin Schwellnus, catedrático de Medicina Deportiva en la Universidad de Cape Town, postuló la hipótesis neuromuscular de los calambres.
En ella establece que los calambres se producen como consecuencia de una actividad refleja espinal anormal sostenida. Es decir, son reflejos involuntarios que se producen por una actividad nerviosa alterada en los fascículos, en este caso, la fatiga muscular.
A pesar de esto cabe destacar que un calambre muscular puede producirse después de trabajar demasiado un músculo ya sea por actividad o por mantener una misma postura mucho tiempo, así como la deshidratación. Sin embargo, a menudo se desconoce qué lo provoca.
Lo que es un hecho es que hay factores que aumentan el riesgo de tener un calambre. Al perder masa muscular con la edad los músculos pueden estresarse fácilmente. La falta de condición física, la sudoración extrema, el embarazo y cuestiones médicas como la diabetes, problemas de hígado o tiroides también pueden ser clave para acalambrarte.
Por otro lado, a pesar de que no hay una sola explicación sobre por qué los calambres son dolorosos, se propone que esto se debe a que la contracción excesiva causa daño a los fascículos lo que los lesiona y provoca dolor.
Cómo prevenirlos
Al no tener una claridad y precisión en cuanto a qué ocasiona un calambre hay pocas maneras de prevenirlo. Calentar correctamente antes de hacer ejercicio y mantener una actividad física constante serán de gran ayuda. Además, mantenerte hidratado reemplazando los electrolitos perdidos con bebidas deportivas o sueros también serán de gran ayuda.
Si bien, por lo general los calambres no tienen un tratamiento hay varias cosas que puedes hacer al momento de sufrir uno. Lo principal es masajear suavemente la zona afectada con la intención de estirarlo. En cuanto el músculo esté tenso aplica calor y cuando duela usa hielo. Bebe líquidos y consume alimentos ricos en minerales y vitamina B.
Si los calambres persisten acude a tu médico pues puede tratarse de un síntoma o alguna afección de salud.