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Los cálculos amigdalinos se forman cuando se alojan sustancias en los pliegues de las amígdalas. Si eres propenso a formar cálculos amigdalinos, la extirpación de las amígdalas es la manera más eficaz de resolver el problema, sin embargo, si prefieres no someterte a la operación, hay maneras seguras de extraer los cálculos amigdalinos. Además, existen medidas de autocuidado que puede tomar para evitar que reaparezcan.
Las superficies amigdalinas son irregulares. Algunas personas tienen hoyos y pozos en ellas, que son profundos para alojar partículas de comida, bacterias, saliva o mucosidad. A medida que esas sustancias se compactan dentro del pozo, el cálculo amigdalino termina formándose.
Por lo general, los cálculos amigdalinos lucen de color amarillo pálido y pueden verse cuando uno mismo se examina las amígdalas, pero podrían no ser visibles cuando están profundos en el tejido.
Si tienes antecedentes de cálculos amigdalinos, la mejor manera de librarse de ellos por completo es mediante la extracción de las amígdalas. La cirugía para extraerlas se conoce como amigdalectomía y normalmente se realiza como procedimiento ambulatorio, sin necesidad de internarse una noche en el hospital. Igual que con toda cirugía, ésta también conlleva algunos riesgos, tales como sangrado postoperatorio. La mayoría de personas siente dolor de garganta después de la amigdalectomía, pero por lo general se controla bien con medicamentos, bastante cantidad de líquidos y reposo.
La Dra. Bell comenta que si el médico no recomienda la amigdalectomía debido a los antecedentes médicos, edad u otros factores o si el paciente prefiere que no se le extraigan las amígdalas, existen otras medidas que pueden tomarse para lidiar con los cálculos amigdalinos.
Cuando aparezcan los cálculos, puedes extraerlos presionándolos suavemente hacia afuera con un palillo recubierto con algodón, con la punta del cepillo de dientes o lavándolas con un irrigador de agua a presión baja. Puedes usar ese dispositivo, apuntando el chorro de agua directo hacia los pozos a fin de enjuagar bien los desechos atrapados.
La buena higiene oral puede evitar por completo la aparición de los cálculos amigdalinos. Cepíllarse los dientes después de todas las comidas, al acostarse y al levantarse por la mañana, también cepilla suavemente la lengua y use hilo dental a diario. De igual manera, usa regularmente enjuagues bucales que no contengan alcohol. Estas técnicas pueden reducir la cantidad de bacteria en la boca, lo que puede contribuir al desarrollo de los cálculos amigdalinos.
Si persiste la irritación de las amígdalas, si éstas lucen muy rojas, sangraran con facilidad o si el dolor se extiende hasta el oído, solicita una cita con el médico porque esos síntomas pueden ser señales de un problema más grave que amerita atención médica.