¡Honra y Gloria a la primera doctora mexicana! Así decía el encabezado del periódico “El Monitor Republicano” un 27 de agosto de 1887. En él se anunciaba la titulación de Matilde Montoya, la primera doctora mexicana.
Eran las cinco de la tarde cuando en la Escuela Nacional de Medicina se escuchaban las campanas de la iglesia de Santo Domingo. Un pequeño grupo de personas se congregaba en el “cuarto de los trebejos” (que en realidad era el salón dónde sesionaba la Sociedad Filoiátrica de Beneficencia de Alumnos) para presenciar un hecho histórico.
Matilde Montoya, primer médica mexicana
Su madre, sus condiscípulos y sus maestros acompañaban a Matilde Montoya. Por su parte damas de la élite porfiriana, personalidades en medicina, ingeniería y derecho; redactores de periódicos, el secretario de Gobernación y el mismísimo Don Porfirio Díaz, esperaban expectantes el momento de hacer historia; una mujer mexicana iba a presentar su examen profesional para optar por el título de médica.
Después de dos horas reglamentarias en las que sus seis sinodales interrogaron a Matilde Montoya acerca de la escarlatina, las afecciones cardíacas, la microbiología y la higiene, no se escuchaba ni un suspiro por parte de los asistentes. Sin embargo, al final del interrogatorio, un prolongado aplauso, cuyo eco resuena hasta nuestros tiempos, constató lo que siempre sabíamos. “Las mujeres podían dedicarse a la enseñanza, a la literatura, a las artes y, hasta las ciencias”.
Las Hijas del Anáhuac, primera publicación dirigida y escrita por mujeres en la capital del país, decía que el examen de Matilde Montoya era una prueba de que las mujeres estaban ávidas de nutrir su cerebro por medio del estudio. Además, era una señal de esperanza para que las mujeres se pudieran ganar el pan sin necesidad de malvivir dedicadas a la costura o a la prostitución.
Una niña pequeña adelantada a su época
Nacida el 14 de marzo de 1857 en la Ciudad de México, Matilde Montoya era una niña pequeña adelantada a su época. Hija del militar José María Montoya y la poblana Soledad Lafragua, sus intereses siempre incomodaron a la sociedad de su tiempo. Con tan sólo 12 años Matilde quiso presentar un examen como profesora de enseñanza elemental, sin embargo, se le fue negado por su corta edad.
Posteriormente, a los 14 años se examinó exitosamente como partera en Cuernavaca. Posteriormente obtuvo su título el 12 de mayo de 1873, presentando un lúcido examen que fue noticia en El Correo del Comercio. Cabe destacar que sus prácticas como obstetra las realizó en el Hospital San Andrés, dio consulta privada y fue maestra de primaria.
Por supuesto que su camino no fue fácil, la muerte de su padre y las complicaciones económicas la obligaron a dejar y retomar sus estudios y prácticas profesionales entre los estados de Puebla, Veracruz y Ciudad de México. Los prejuicios de la época, así como los celos profesionales de los médicos que la acompañaban a clases, hicieron que su proceso fuera más que un reto, sin embargo, logró salir adelante.
La doctora Montoya destacó en todo momento en el ejercicio de su profesión, convirtiéndose en una médica reconocida. Especialista en obstetricia y enfermedades de mujeres y niños, su participación como activista en pro de los derechos de las mujeres marcó un antes y un después en la historia de la lucha por los derechos de la paridad de género y la emancipación de las mujeres.