La falta de regulación de publicidad de alimentos y bebidas sigue provocando daños a la salud de la infancia, señalan miembros de la Alianza por la Salud Alimentaria.
Investigadoras de la UNAM así como del Instituto Nacional de Salud Pública y autoridades de la Organización Panamericana de la Saludcoincidieron que la autorregulación que las empresas realizan de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia, no ha logrado detener el daño que está generando en la salud de niños y niñas, por lo que, afirmaron, es urgente e inaplazable que el Estado desarrolle una regulación que vele por los derechos de la infancia, de la salud y de una alimentación adecuada y saludable.
En la presentación del Dr. Enrique Jacoby, asesor regional en nutrición de la Organización Panamericana de la Salud, enviada para el Foro de Regulación Publicitaria y obesidad infantil, realizado por la Alianza por la Salud Alimentaria, en la ciudad de México, señaló que “la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia es de productos que no son recomendables y que contribuyen a la epidemia de sobrepeso y obesidad que vivimos.
Las autorregulaciones no han servido para proteger a los niños y las niñas de este tipo de publicidad como lo mandata la Organización Mundial de la Salud, señala el experto, quien agrega que diversos estudios internacionales han demostrado que este tipo de autorregulación no es efectiva ya que el interés de las empresas es incrementar sus ganancias, no van actuar en contra de ese interés. La obligación del Estado es proteger la salud de la población, por eso se requiere el desarrollo de regulaciones que de manera efectiva protejan la salud de la infancia”, dijo en su ponencia el investigador de la OPS.
Por su parte, Issa Luna, experta en materia de derecho a la información del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM al realizar una evaluación del código de autorregulación empresarial de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia de nuestro país, señaló que esta publicidad viola los derechos consagrados en la Constitución y en diversos convenios internacionales.
“La autorregulación en México no ha dado suficientes resultados. Los principales esfuerzos en esta materia deben ser emprendidos por las autoridades sanitarias, de educación y de consumo, quienes deben actuar de manera urgente para detener la epidemia y los riesgos a la salud, indica la especialista en materia de derecho a la información.
“Es obligación del Estado proteger los derechos humanos de los niños y de las niñas, como su derecho a la salud, que es violentado por los particulares responsables de los productos y la publicidad”, explicó Issa Luna.
Se alertó que la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia se ha identificado como uno de los factores responsables del deterioro de los hábitos alimentarios desde edad temprana.
Por lo anterior, la Organización Mundial de la Salud (OMS), estableció desde 2004 en la Estrategia Global sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud que la publicidad de alimentos y bebidas es un factor que daña los hábitos alimentarios de la infancia, además de que se aprovecha de su “credulidad e inexperiencia”. Adicionalmente, en mayo de 2010, la OMS presentó una serie de recomendaciones a los gobiernos para “proteger a los niños y las niñas de este tipo de publicidad”.
Sin embargo, en lugar de que el gobierno mexicana tomara la iniciativa para regular este tipo de publicidad, las empresas presentaron su propio código de autorregulación, conocido Código de Autorregulación de Publicidad de Alimentos y Bebidas No Alcohólicas (Código PABI), que entró en vigor el 1 de enero de 2009.
Por su parte Florence Theodore, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública y experta en el tema del marketing social y estudiosa del Código PABI, indicó que “En México, el sector privado a través de la formulación e implementación del Código PABI ha definido los términos bajo los cuales se han reformulado las prácticas publicitarias dirigidas a los menores de 12 años. Se evidencia que los términos establecidos en este código se distancian de las recomendaciones internacionales y no protegen al público infantil del impacto de la publicidad sobre los niños. Se concluye sobre la importancia de desarrollar desde el Estado, una regulación eficaz de estas prácticas publicitarias que como se ha documentado en otros países podría contribuir a frenar esta epidemia”.
Explicó que mientras varios gobiernos han optado por prohibir este tipo de publicidad en horarios y espacios específicos en todo el mundo, otros como el gobierno mexicano han cedido ante las presiones de las empresas para no desarrollar una regulación, aceptando de ellas la autorregulación.
“Es innegable que con el atractivo de los mensajes publicitarios y los altos volúmenes que se destinan a promover estos alimentos, el crecimiento en su consumo está repercutiendo en la dieta de los mexicanos. El problema de la obesidad no puede atribuirse únicamente a la publicidad, pero sí es una parte importante del mismo. La política de los gobiernos mexicanos en materia publicitaria, no pretendió nunca vulnerar los derechos de los anunciantes ni limitar el ejercicio de su actividad dentro de un régimen de competencia, dada la importancia económica de la industria publicitaria en el modelo económico adoptado”, señaló por su parte Carola García Calderón, investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM y especialista en el tema de la publicidad.
Mientras tanto, Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor y miembro de la Alianza por la Salud Alimentaria, señaló que este código de autorregulación empresarial no cuenta con ningún artículo que establezca un criterio nutricional para los alimentos y bebidas que se publicitan para niños. Por lo anterior, señaló, este código no atiende las recomendaciones de la OMS ni hay razón de que la Secretaría de Salud avale su existencia ya que no tiene ningún criterio nutricional. El código no autorregula, no prohíbe el uso de instrumentos de manipulación de la infancia como el uso de regalos y personalidades populares o personajes ficticios que en autorregulaciones de otros países se han prohibido”, puntualizó Calvillo.
La Alianza por la Salud Alimentaria la integran las siguientes organizaciones: Al Consumidor, Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC), Centro de Capacitación en Ecología y Salud para Campesinos y Defensoría del Derecho a la Salud (CCESC-DDS), Centro de Orientación Alimentaria (COA NUTRICIÓN), Coalición de Organizaciones Mexicanas por el Derecho al Agua (COMDA), ContraPESO, El Barzón, El Poder del Consumidor, Foodfirst, Information and Action Network (FIAN) – México, Fundación Mídete, Grupo de Estudios Ambientales (GEA), Oxfam México, Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), Semillas de Vida, Sin Maíz no Hay País, The International Baby Food Action Network (IBFAN) – México, entre otras.