Nueva ruta de la industria del mole

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Platillos Mexicanos

El mole como uno de los platillos mexicanos de más tradición y posiblemente el de mayor renombre internacional, se le reconoce como la salsa que acompaña guisos muy específicos como el pollo o el pavo, pero también en las famosas enchiladas o a nivel de “embarradita” en una garnachita.

En los hogares mexicanos cuando se decide a cocinar mole por lo regular ronda la inquietud de que es para festejar algo, pero no se experimenta con otra forma de cocinarlo.

Sin embargo, por el contrario, para quienes están inmersos en el negocio de la venta industrial del producto, parece no haber límites en el laboratorio de guisados.

Eduardo Plascencia Mendoza, chef y gastrónomo-investigador en comida tradicional mexicana, dice que desafortunadamente “el acelerado ritmo de vida no sólo ha provocado la avalancha de la llamada comida rápida, lo cual ha favorecido altos índices de obesidad, sino también afectó en forma gradual una pérdida de la tradición culinaria de los mexicanos”.
Por eso, añade, “urge revalorar aquellos platillos autóctonos y caseros que han hecho de nuestro país un polo gastronómico único en el mundo”.

Dicha revaloración nacionalista “para recuperar esos sabores que nos identifican en México y el mundo”, llega como una estrategia de negocios del Grupo Herdez, de capital español, para el “relanzamiento” de su marca Doña María, explica por su parte Andrés González Cuevas, director de Negocios del consorcio.

Como negocio el punto resulta medular para el largo plazo, pues consideran que la marca Doña María como insignia de alimentos en recetas de platillos tradicionales mexicanos, Herdez en México la impulsará como la marca emblemática del grupo empresarial.

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“A través de nuestros productos queremos mostrar a la mujer contemporánea versátil y práctica lo fácil que es cocinar sin perder el toque personal y artesanal que cada una aporta para consentir a la familia”, añadió.

Durante la presentación de la campaña que acompaña éste propósito, se presentaron sofisticadas maneras de alta cocina para reseñar diversos tipos de moles.

“Margarita manchamanteles”, un primer tiempo que se presentó como un cóctel, escarchado y con hielo frappé, llevó de mole una combinación de chiles dulces, un mole suave que estaba “encapsulado” en “chispas” entre el hielo y perejil finamente cortado. Con licor de naranja predominaba un sabor afrutado.

Otra probada fue la degustación de unas galletas de arroz a la mexicana, las cuales “sustituyeron al clásico platillo de segundo tiempo que se le acompaña de un mole”, salvo que se estaba lejos de la tradición, con unas galletas dulces, para acompañarse al gusto de una salsa de jitomate sazonada como para sopa y mole verde.

Otros guisos menos sofisticados pero igualmente extraños para acompañarse con mole, fueron: “Caldo sierra mixteca”, con harta hierba santa; “Garnacha con tierra veracruzana”, una exquisita posta de pescado con mole “granulado” sobre plátano macho frito; “Saco de pato en composta”, con dos o tres “láminas” de pato, un sabor muy fuerte que se maridó con cerveza artesanal mexicana de alto “octanaje”, deliciosa.

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