Se calcula que unos 820 millones de personas carecían de alimentos suficientes para comer en 2018 -frente a 811 millones el año anterior-, el tercer año consecutivo en que esta cifra aumenta. Este dato pone de relieve el inmenso desafío que supone alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible del Hambre Cero (ODS 2) para 2030, según se advierte en la nueva edición del informe anual «El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo«, presentada el 15 de julio de 2019.
[recuadro]Cifras y datos
Número de personas hambrientas en el mundo en 2018: 821,6 millones (1 de cada 9 personas):
- en Asia: 513,9 millones
- en África: 256,1 millones
- en América Latina y el Caribe: 42,5 millones
Número de personas con inseguridad alimentaria moderada o grave: 2 mil millones (26,4%)
- Bebés con bajo peso al nacer: 20,5 millones (1 de cada 7)
- Niños menores de 5 años afectados por el retraso en el crecimiento (baja estatura para la edad): 148,9 millones (21,9%)
- Niños menores de 5 años afectados por emaciación (bajo peso para la estatura): 49,5 millones (7,3%)
Sobrepeso y obesidad:
- Niños menores de 5 años con sobrepeso (peso elevado para la estatura): 40 millones (5,9%)
- Niños y adolescentes en edad escolar con sobrepeso: 338 millones
- Adultos obesos: 672 millones (13% o 1 de cada 8 adultos)
[/recuadro]El ritmo del progreso para reducir a la mitad el número de niñas y niños con retraso en el crecimiento y el de bebés nacidos con bajo peso al nacer es demasiado lento, lo que también hace que los objetivos de nutrición del ODS 2 estén más lejos de alcanzarse, según el estudio.
Al mismo tiempo y además de estos retos, el sobrepeso y la obesidad siguen aumentando en todas las regiones, en especial entre las niñas y niños en edad escolar y los adultos.
Las probabilidades de padecer inseguridad alimentaria son mayores para las mujeres que para los hombres en todos los continentes, con la mayor diferencia en América Latina.
“Nuestras medidas para abordar estas tendencias preocupantes tendrán que ser más enérgicas, no sólo en su escala, sino también en términos de colaboración multisectorial”, piden los responsables de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su prólogo conjunto al informe.
El hambre está aumentando en muchos países en los que el crecimiento económico está estancado, en particular en los países de ingresos medianos y en los que dependen en gran medida del comercio internacional de productos básicos. El informe anual de las Naciones Unidas denuncia igualmente que la desigualdad de ingresos está creciendo en muchos de los países donde aumenta el hambre, lo que hace aún más difícil para las personas pobres, vulnerables o marginadas hacer frente a la desaceleración y la recesión económica.
“Debemos fomentar una transformación estructural inclusiva y favorable a los pobres, centrada en las personas y en las comunidades, para reducir la vulnerabilidad económica y encaminarnos hacia la erradicación del hambre, la inseguridad alimentaria y todas las formas de malnutrición”, aseguran los dirigentes de las Naciones Unidas.
Los avances son lentos en África y Asia
África presenta la situación más alarmante, ya que la región tiene las tasas de hambre más altas del mundo, que siguen aumentando lenta pero constantemente en casi todas las subregiones. En África oriental en particular, cerca de un tercio de la población (un 30.8%) está subalimentada. Además de los fenómenos climáticos y los conflictos, la ralentización y la crisis económica están impulsando este aumento. Desde 2011, casi la mitad de los países en los que el hambre aumentó debido a la desaceleración o estancamiento de la economía, se encuentran en África.
El mayor número de personas subalimentadas (más de 500 millones) vive en Asia, sobre todo en los países del sur del continente. Juntos, África y Asia soportan la mayor parte de todas las formas de malnutrición, ya que cuentan con más de 9 de cada 10 niñas y niños con retraso en el crecimiento y más de 9 de cada 10 niñas y niños con emaciación en todo el mundo. En Asia meridional y en el África subsahariana, 1 de cada 3 niñas y niños padece de retraso en el crecimiento.
Además de los problemas de retraso en el crecimiento y emaciación, en Asia y África viven casi las 3/4 partes de todas las niñas y niños con sobrepeso del mundo, impulsado en gran medida por el consumo de dietas poco saludables.
Más allá del hambre
El informe de este año 2019 introduce un nuevo indicador para medir la inseguridad alimentaria en diferentes niveles de gravedad y supervisar los avances hacia el ODS 2: la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave. Este indicador se basa en datos obtenidos directamente de las personas en encuestas sobre su acceso a los alimentos en los últimos 12 meses, utilizando la Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria (FIES, por sus siglas en inglés). Las personas que experimentan una inseguridad alimentaria moderada se enfrentan a la incertidumbre sobre su capacidad para obtener alimentos y han tenido que reducir la calidad y/o cantidad de alimentos que consumen para sobrevivir.
El informe estima que más de 2 mil millones de personas, la mayoría en países de ingresos bajos y medianos, no tienen acceso regular a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes. Pero el acceso irregular es también un desafío para los países de ingresos altos, incluyendo el 8% de la población de América del Norte y Europa.
Esto exige una profunda transformación de los sistemas alimentarios para proporcionar dietas saludables producidas de manera sostenible a una población mundial en crecimiento.
México
En el informe se detallan aspectos de la situación de México, entre los que destacamos:
- Se señala que en base a l artículo «Volatility and the natural resource curse» [2]. los alimentos nutritivos se han vuelto relativamente más caros que los alimentos con alto contenido de grasa, azúcar y / o sal en los países de altos ingresos, así como en las economías emergentes como Brasil, China, México y Sudáfrica.
El informe subraya que la asequibilidad de los alimentos altamente procesados y de alta densidad energética (así como el acceso espacio temporal a los alimentos nutritivos).
En los países de ingresos medios-altos y altos (Brasil, México y los Estados Unidos de América), la inseguridad alimentaria aumenta la probabilidad de sobrepeso u obesidad, al menos en algunos grupos de edad.
- En los Estados Unidos de América y México, la importancia estadística de la relación es fuerte (valor de p <0.01) para los adultos. La asociación para la obesidad en niñas, niños en edad escolar y adolescentes es menos fuerte en los Estados Unidos y no es estadísticamente significativa en los niveles convencionales para México (valor de p = 0.117). Si bien este análisis no se diseñó para probar la hipótesis, la dirección diferente de la asociación de la inseguridad alimentaria con la obesidad adulta según el nivel de ingresos del país es consistente con otras pruebas de que una relación positiva es más probable en entornos donde la energía es altamente procesada. -los alimentos densos son de bajo costo. Esto de acuerdo con los datos de FAO y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en el reporte «Panorama of Food and Nutrition Security in Latin America and the Caribbean» de 2017 [3].
Se explica que «la asociación entre la inseguridad alimentaria y la anemia en mujeres en edad reproductiva solo se pudo analizar en 4 de los 8 países debido a la disponibilidad de datos. En Brasil y México, se encontró que vivir en un hogar con inseguridad alimentaria incrementa la probabilidad de que las mujeres sean anémicas«.
- En la página 112 del informe se expone que «Por ejemplo, la exposición de México a las importaciones de alimentos de los Estados Unidos de América explica el cuatro por ciento del aumento en la prevalencia de obesidad entre las mujeres mexicanas entre 1988 y 2012«. Al ser verificado con su referencia, en el estudio «Aumento de peso por el comercio de alimentos: evidencia de México» [4], en su abstracto y en la página 127 se indica que «los cambios en la penetración de alimentos en los Estados Unidos en los mercados mexicanos pueden representar hasta el 10.7 por ciento del aumento observado en la prevalencia de obesidad entre las mujeres mexicanas entre 1988 y 2012» [4].