En México, alrededor del 25% de los niños y jóvenes padecen anemia, según cifras de la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), presentada por el Instituto Nacional de Salud Pública. Lo anterior, debido a un déficit de ácido fólico y hierro, nutrientes indispensables en la dieta de los menores para su sano desarrollo.
Para prevenir esta enfermedad -la cual puede causar fatiga, irritabilidad, depresión, insomnio, estreñimiento y falta de concentración– los niños deben tener una ingesta diaria de ácido fólico de 0,025 a 0,15 mg., de acuerdo con información de la Secretaría de Salud.
Esta cantidad, según refiere el Colegio Mexicano de Nutriólogos, es fácilmente alcanzable con una dieta balanceada, con lo cual no sería necesario que tuviera que ingerirse de forma adicional, en pastillas o tratamientos, que pueden resultar costosos para el bolsillo de los mexicanos, sobre todo para los de menores ingresos.
El ácido fólico, también conocido como la vitamina B9, perteneciente al complejo vitamínico B, es una sustancia que, por sí sola, el cuerpo humano es incapaz de producir. Por ello es necesario el consumo diario a través de los alimentos.
En ese sentido, las fuentes de ácido fólico son tanto de origen animal como vegetal y una dieta equilibrada debe contener la dosis suficiente para satisfacer gran parte de las necesidades del organismo, salvo en determinadas situaciones donde dicho aporte debe ser mayor de lo habitual.
Algunos alimentos que contienen ácido fólico son: hígado, verduras, legumbres, frutas y las tortillas elaboradas con harina de maíz nixtamalizada adicionada con esta vitamina.
Por ejemplo, las tortillas hechas con MASECA, además de estar adicionadas con ácido fólico, proveen al cuerpo humano vitaminas A, B, C, D, E, hierro, calcio, fibras y minerales, lo cual ayuda a alcanzar la ingesta diaria recomendada de nutrientes, no sólo a los niños, sino también a los adultos y personas de la tercera edad.
Cabe destacar que el ácido fólico es necesario en la vida del ser humano desde su gestación, pues el consumo adecuado de este nutriente, durante el embarazo, previene el nacimiento de niños con problemas de espina bífida o deformaciones en los huesos.
Además, se han encontrado evidencias de sus beneficios durante la lactancia de los recién nacidos, el periodo postparto, la menstruación, los periodos de estrés, la convalecencia, las enfermedades cancerígenas y los procesos febriles.
Con información proporcionada por Gruma[.]