Se ha identificado que la leche materna tiene ciertas propiedades que protegen contra el desarrollo de la obesidad en niños nacidos por cesaría.
Durante las últimas décadas se ha observado un aumento en el número de niños con obesidad a nivel mundial, lo que indica la necesidad de nuevas estrategias para prevenir este problema. De acuerdo con la Secretaria de Salud, México ocupa el primer lugar en obesidad infantil a nivel mundial. En el país, uno de cada cuatro niños (26%) y uno de cada tres adolescentes (31%), presentan sobrepeso u obesidad.
Especialistas mexicanos concuerdan en que las diferentes vías de parto podrían tener una influencia sobre las bacterias intestinales al momento del nacimiento y es posible que éstas tengan un impacto en la tendencia a presentar obesidad, al afectar la asimilación de energía y nutrimentos ingeridos en la dieta, incluso podrían estimular a las células para que incrementen la resistencia a la insulina, la inflamación y la acumulación de grasa.
“Los bebés nacidos por cesárea son más propensos a desarrollar problemas pulmonares, enfermedades respiratorias, asma, alergias, y actualmente, también existe la posibilidad de que las tasas de obesidad sean dos veces más altas para estos niños”, explicó el Dr. Edgar Vásquez Garibay, Director del Instituto de Nutrición Humana de la Universidad de Guadalajara.
Una investigación publicada en el Archivo de Enfermedades Infantiles, indica que los bebés nacidos por cesárea tienen el doble de probabilidades de presentar obesidad a partir de los 3 años, en comparación con aquellos nacidos por parto natural. De los niños que participaron en este estudio, 25% nacieron por cesárea, y de estos, cerca del 16% ya presentaba obesidad a los 3 años; en cambio, de aquellos nacidos por parto natural, sólo el 7.5% presentó obesidad. Además, 19% de los niños nacidos por cesárea presentaron sobrepeso, en comparación a menos del 17% en el segundo grupo.
Algunos autores han presentado resultados que muestran que las personas nacidas por cesárea tienen mayor riesgo (alrededor de 58% más) de obesidad en la etapa adulta y plantean como hipótesis que las diferencias en la microbiota intestinal entre los nacidos por cesárea y por vía vaginal, y el uso temprano de antibióticos podrían ser considerados entre los factores de la epidemia mundial de esta enfermedad. Sin embargo, se requiere de estudios específicamente diseñados y de corte longitudinal para probar dicha hipótesis.
El Dr. Alberto Orozco, Jefe del Departamento de Neonatología del Hospital Ángeles del Pedregal, explicó que “los niños reciben la primera colonización de bífido-bacterias al momento del nacimiento, misma que refleja la flora del canal de parto de la madre y su tracto intestinal. Más adelante, la colonización es reforzada durante la lactancia materna, gracias a las propiedades de la leche, como bífido-bacterias (probióticos) y oligo-sacáridos, y algunas bacterias presentes en la piel de la madre. Así, una parte de la flora materna es transferida al bebé, influenciando el desarrollo de su flora intestinal”.
Evidencia científica de la Sociedad Americana de Nutrición muestra que el riesgo de presentar obesidad está marcado primordialmente por las condiciones de los primeros días de vida. Recientemente, se demostró que las bífido-bacterias que influyen en el desarrollo de la flora intestinal durante el primer año de vida, se encuentran en mayor cantidad en niños que tienen un peso promedio, que en aquellos con sobrepeso.
Las bífido-bacterias (probióticos) y oligo-sacáridos presentes en la leche humana favorecen el desarrollo de la flora intestinal del niño. Estas bacterias benéficas representan 60-90% de toda la flora intestinal de los niños que recibieron lactancia materna e influyen en la actividad metabólica. La leche materna también contiene receptores de reconocimiento de patrones (PRR por sus siglas en inglés) que identifican los microbios en la flora intestinal, y de ese modo, regulan la activación del sistema inmune innato.
La lactancia materna se ha identificado como uno de los principales factores potenciales contra la obesidad debido a que sus propiedades pueden tener ciertos mecanismos que protegen contra el desarrollo de esta condición en años posteriores, además de que está asociada con una disminución de 13-22% de probabilidad de sobrepeso u obesidad en niños.
Adicional a lo anterior, existen múltiples razones por las cuales es importante fomentar la lactancia materna durante los primeros 6 meses de vida, debido a que “es una fuente natural de anticuerpos y probióticos (bífido-bacterias y lacto-bacilos), que contribuyen a equilibrar la flora intestinal, refuerzan el sistema inmune del recién nacido y ayudan a reducir los riesgos de contraer infecciones gastrointestinales, enfermedades alérgicas, respiratorias o de oídos. Además, la lactancia materna tiene efectos benéficos en el desarrollo cognoscitivo y refuerza la unión entre la madre y el bebé”, puntualizó el Dr. Raúl Garza Bulnes, Pediatra Neonatólogo adscrito al Christus Muguerza Hospital Conchita de Monterrey.
De acuerdo con los especialistas, una vida físicamente activa y una dieta saludable que evite la ingestión excesiva de alimentos es la base para la prevención de la obesidad. Sin embargo, los estudios indican que los cambios en la flora intestinal, mismos que pueden desarrollarse debido a la vía de nacimiento, pueden estar relacionados no sólo con el desarrollo de infecciones y alergias, sino con otras condiciones crónicas como la obesidad.
La lactancia materna puede contribuir a contrarrestar estos cambios en la flora intestinal, por ello es importante que las madres, especialmente aquellas que tuvieron un parto por cesárea, logren amamantar a sus bebés y se acerquen con el médico especialista para determinar la mejor alternativa para brindar una correcta nutrición al recién nacido.
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