Para responder esta gran pregunta, el punto de partida implica definir a qué nos referimos cuando empleamos el concepto apego; en términos generales, se concibe como aquel vínculo emocional duradero y profundo que establecemos con otras personas.
Así pues, las relaciones en las que el apego se manifiesta suelen caracterizarse por la búsqueda de cercanía, lo que conlleva a que se construya y manifieste un sentido de seguridad.
De acuerdo con la Dra. Karla Díaz, coordinadora académica de la maestría en educación de CETYS Universidad Campus Internacional Ensenada, desde la década de los cincuenta del siglo pasado, la psicología ha propuesto una teoría respecto a este vínculo, su autor es el psicólogo y psicoanalista, John Bowlby, desde este abordaje se destaca la relevancia y trascendencia de las dinámicas que se establecen entre padres e hijos.
“En particular, se describe el efecto que el apego tiene en nuestro desarrollo social, emocional y cognitivo. Gracias a su estudio, hoy sabemos que desde que venimos al mundo se gesta la principal relación de apego madre, padre e hijo, lo crucial en ello es que, como progenitores nos encontramos disponibles y respondemos a las necesidades de nuestros hijos para incidir y promover el desarrollo y logro de sensación de seguridad».
«Al respecto, cabe señalar que, la confianza ilimitada en la accesibilidad y apoyo que pueden brindar las figuras de apego constituye la base de desarrollo de una personalidad estable y segura de sus propias fuerzas. Esta confianza se forja especialmente durante los primeros años de infancia”, compartió la Experta CETYS.
Asimismo, mencionó que en la Teoría del Apego se distinguen cuatro estilos que surgen en respuesta a la atención que recibimos en la infancia por parte de nuestros progenitores y cuidadores, estos son:
- ansioso–ambivalente,
- evitativo,
- desorganizado y
- seguro.
Enfatizando en el apego seguro, la Dra. Karla Díaz comentó que, éste depende en gran medida de la constancia que como adultos seamos capaces de proporcionar cuidados y seguridad.
Los menores con este tipo de apego manifiestan comportamientos activos, interactúan de manera confiada con el entorno y se palpa una sintonía emocional, ya que, se unen íntimamente a otras personas y no les provoca miedo el abandono.
Por tanto, el apego seguro implica sentirnos queridos, aceptados y valorados, ya que su principal característica es la incondicionalidad en el vínculo afectivo.
A continuación, la Dra. Karla Díaz comparte una serie de pasos para trabajar un apego seguro con los hijos:
El primer paso implica contar con una figura de referencia, suele ser la madre, el padre o familiar cercano, contar con una base segura interna nos da control sobre el mundo que nos rodea.
La segunda cuestión, compromete propiciar la sintonía emocional, para ello es crucial entender los estados mentales de los hijos, esto compromete a averiguar lo que le ocurre con la menor demora posible, así se podrá dar respuesta a su necesidad propiciando que se sienta seguro, reconocido y atendido.
Un tercer elemento consiste en repetir las experiencias de este estilo de apego, aunque es muy importante la calidad de las interacciones, la cantidad será determinante. Al respecto, los estudios en neurociencia muestran evidencias respecto a cómo la repetición de las experiencias de apego suele solidificar las redes neuronales afectivas.
El cuarto aspecto remite a la aceptación incondicional, lo cual implica diferenciar al menor de su comportamiento. Por ejemplo, evitar afirmaciones tales como “que torpe eres”, por el contrario, es recomendable expresar “seguro la próxima vez tendrás más cuidado, así evitarás caerte”.
Una quinta cuestión remite a que hay que evitar la sobreprotección, a pesar de lo común que resulta que como padres experimentamos, miedo, enojo o ansiedad ante los peligros que están expuestos los hijos, para ello, es clave que como adultos aceptemos nuestras emociones evitando transmitirlas, así pues, es importante permitir que los hijos exploren sus límites y capacidades propias, acordes a su edad y etapa de desarrollo.
El sexto elemento representa un reto importante, ya que tiene que ver con alfabetizar a los hijos en el aspecto emocional, es decir, poner palabras a lo que se siente, piensa o hace, ya que de esta manera le ayudaremos a comprenderse a sí mismo y con la práctica lograr la autorregulación.
Una séptima cuestión, implica establecer normas y límites adecuados desde el nacimiento, es importante adelantar y hacer predecible qué se espera de su comportamiento y lo que está o no permitido.
Finalmente, para lograr un apego seguro, lo más importante es trabajar en sintonía con sus necesidades tanto emocionales como físicas.
“El apego seguro se construye desde el amor incondicional y límites regulares y consistentes. De acuerdo con autores como Delgado y Oliva-Delgado, nuestra personalidad, la manera en la que nos relacionamos con los demás, la gestión emocional e incluso la elección de pareja, se encuentran condicionadas por el tipo de apego que construimos en la infancia. La buena noticia es que, el apego es susceptible de cambio, es moldeable a través del tiempo, gracias a las interacciones con nuestro ambiente y con otros”, concluye la Dra. Karla Díaz.