Por Psicólogo Alejandro Silva. ¿Qué sucede cuando no podemos pasar la Navidad con nuestra familia? Las festividades navideñas y de fin de año suelen ser eventos que se disfrutan en familia.
Tradicionalmente se organizan cenas a las que asisten tíos, primos, hermanos, abuelos y hasta mascotas. Suele haber un ambiente alegre y, al menos durante esos días, las diferencias que pueden existir entre los miembros de una familia, se dejan de lado para convivir en paz y armonía.
Pero, ¿qué sucede cuando no podemos pasar la Navidad con nuestra familia? El impacto emocional que esto puede tener en nosotros depende de tradiciones familiares, de la relación que existe en ese momento con nuestros familiares, y el motivo de nuestra ausencia.
En cuanto a las tradiciones familiares es importante tomar en cuenta qué tan especial se considera esa fecha en particular en el seno de una familia; es decir, qué tanto la Navidad se percibe como la fecha más importante del año.
Esto varía de casa en casa, hay familias que festejan y hacen reuniones constantemente a lo largo del año siendo todas igual de importantes, hay otras que “eligen” otras celebraciones como las más importantes del año (cumpleaños de la abuela, fiestas patrias, día de muertos, etc.), y hay algunas para las que la Navidad es la ocasión más especial del año.
Dependiendo de la importancia que nuestra familia le otorga al hecho de pasar juntos la Navidad es la expectativa que nosotros mismos tenemos ligadas a esta fecha.
Finalmente somos miembros del mismo grupo y compartimos más o menos las mismas tradiciones, y a mayor expectativa, mayor decepción en caso de no poder estar con los nuestros. Además, puede existir mayor o menor exigencia por parte de nuestra familia (e incluso crítica) por que estemos presentes.
Otro aspecto a considerar es la causa de nuestra ausencia en esta celebración, pero ya sea, por ejemplo, por motivos de trabajo, de pareja o económicos; el principal detalle es saber analizar si es nuestra decisión o nos sentimos obligados a causa de una presión externa.
Si la decisión recae en nosotros, tenemos el alivio de sentir que es una elección libre, pero el conflicto es mayor si la decisión no es tomada por nosotros sino por las circunstancias externas a las que estamos sometidos, lo cual nos hace enojar.
La relación y la situación familiar que existe en un momento dado es otro factor que determina nuestro sentir cuando no podemos pasar la Navidad con nuestra familia. Imagen: Depositphotos.
Asimismo, es común que surjan conflictos de pareja por la dificultad de decidir con qué familia se pasarán dichas fechas. En el mejor de los casos ambas familias se consideran como si fueran la propia; es a lo que se refieren algunas familias tras el matrimonio de sus hijos que dicen algo como “no perdí un/a hijo/a, sino gané otro/a”.
Otro escenario positivo es cuando hay acuerdos más o menos satisfactorios entre la pareja y pasan una fecha con la familia de uno y otra con la familia del otro. Sin embargo, en los casos en que no hay acuerdos, o peor aún, en los que no hay una buena relación con la familia política, surgen conflictos emocionales importantes.
Estos conflictos se manifiestan tanto a nivel personal por la nostalgia y tristeza de no pasar la fecha con las personas deseadas, como a nivel de pareja por el enojo que una de las partes puede sentir por verse “forzado” a pasar la navidad con la familia del otro.
La relación y la situación familiar que existe en un momento dado es otro factor que determina nuestro sentir cuando no podemos pasar la Navidad con nuestra familia.
Si la relación es buena y, por ejemplo, y se une con la ausencia de un ser querido ya fallecido recientemente, la situación se torna muy dura. Por el contrario, si no tenemos una buena relación con la familia, el no pasar la Navidad con ellos puede provocar incluso un sentimiento de alivio.
Finalmente las circunstancias alrededor del hecho de no pasar la Navidad en familia es algo que nos puede afectar; sin embargo, lo principal es hacer frente y manejar estos sentimientos.
Frecuentemente, el hecho de no pasar la Navidad con la familia se convierte en un reto que puede generar un sentimiento de frustración pero la forma en que lo manejamos habla siempre de la manera en que afrontamos otros retos y frustraciones, grandes y pequeños que se presentan en la vida.
Vale la pena aprovechar la ocasión para reflexionar si tendemos a culpar a los demás por nuestras dificultades, si la frustración saca lo peor de nosotros y reaccionamos de forma agresiva, o si la tristeza ciertamente “normal” de la situación se vuelve una bola de nieve que termina por deprimirnos… que cada quien responda ¿qué pasa entonces cuando no podemos pasar la Navidad con nuestra familia?
Artículo original publicado en 2012 en Plenilunia por el Psic. Alejandro Silva.
Clínica de Asistencia de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM). www.spm.org.mx