Reunimos a algunas de las escritoras más importantes de la historia de la literatura para que te sumerjas en sus increíbles y variados universos.

Como se suele decir, “son todas las que están, pero no están todas las que son”. Durante siglos, el acceso a la creación literaria por parte de las mujeres ha estado muy limitado y, aunque eso parece estar cambiando, todavía hace falta visibilizar el trabajo de grandes creadoras que con demasiada frecuencia se olvidan o tienen un segundo plano en la educación y los medios.

Los beneficios que la lectura aporta a nuestra salud mental son muchos y están sobradamente demostrados. Desde mejorar nuestra capacidad cognitiva hasta reducir el estrés, leer es una de las mejores actividades para tener un cerebro sano. Además, hoy en día, gracias a los avances tecnológicos, podemos acceder a la lectura en formato digital y de manera gratuita, así que no hay excusa.

Aprovechando que este año el Premio Nobel de Literatura ha recaído, después de más de 20 años, en una mujer, la poeta estadounidense Louise Glück, te proponemos un viaje por la historia de la literatura en femenino. Grandes escritoras por derecho propio que, en muchas ocasiones, tuvieron que reivindicar su obra enfrentándose a los prejuicios recibidos simplemente por el hecho de ser mujer.

Cinco autoras imprescindibles que fueron pioneras de distintas maneras y que demuestran que hay una gran variedad en eso que se ha llamado “literatura femenina”, tan diversa como la masculina. Hay escritoras muy comerciales y otras más desconocidas, algunas tremendamente accesibles y otras más experimentales, unas retratan la vida cotidiana con maestría y otras inventan maravillosos (o terroríficos) mundos mágicos y fantásticos. Hay para todos los gustos.

Jane Austen (1775 – 1817)

Una auténtica pionera que ha servido de inspiración para muchas generaciones posteriores. Pese a que sus novelas tratan a menudo sobre mujeres a las que se les supone que su único objetivo en la vida es casarse bien, Jane Austen rompe con el sentimentalismo exacerbado de las novelas típicas de la segunda mitad del siglo XVIII.

Austen transgrede el género utilizando el humor y el realismo, adelantándose a una tendencia que se desarrollaría en el siglo XIX. Lo hace de manera sutil, describiendo las convenciones sociales o las costumbres de la época para poner en evidencia a sus personajes. Un buen ejemplo es el juego, las cartas, puesto que no era un simple pasatiempo; todavía ahora los actuales juegos de casino pueden servir para desarrollar habilidades como la estrategia, concentración o capacidad de reacción, y también en la época servían para para retratar diferentes caracteres. En las novelas de Jane Austen, se esconde mucho tras las apariencias.

La escritora inglesa terminó seis novelas completas y dejó una sin terminar, Sanditon. Muchas de ellas, como Sentido y sensibilidad, Orgullo y prejuicio o Emma han sido llevadas al cine o la televisión en múltiples ocasiones.

Emily Brönte (1818 – 1848)

Aunque hay pocos años de separación entre Austen y Emily Brönte y podría decirse que tienen una biografía similar (familias numerosas, hijas de reverendos, salud muy débil), su literatura es muy diferente.

Brönte y su libro más conocido, Cumbres borrascosas, son uno de los máximos exponentes del Romanticismo, que se desarrolló en la primera mitad del siglo XIX y que pone el énfasis en las emociones. Se entiende como una reacción contra los avances científicos y la Revolución Industrial de la época. Ante esa racionalización, Brönte apuesta por los sentimientos, que expresa de manera enérgica.

Emily también escribió poesía, y publicó un poemario, Poemas de Currer, Ellis y Acton Bell (Emily Brönte escribía bajo el pseudónimo de Ellis Bell), junto a sus hermanas Charlotte y Anne.

Virginia Woolf (1882 – 1941)

Virginia Woolf fue una escritora vanguardista, una pionera de la literatura moderna y del movimiento feminista.

Formó parte del grupo de Bloomsbury, que incluye a varios intelectuales ingleses de principios del siglo XX entre los que Woolf destaca por sus aportaciones a la literatura. Su manera de entender la ficción es muy moderna y personal. Se aleja del realismo, las descripciones y otras convenciones literarias para dar rienda suelta a la conciencia de los personajes, que se retratan a sí mismos y al mundo que les rodea a través de sus propios ojos y pensamientos.

Entre sus novelas más destacadas se encuentran La señora Dalloway, Al faro, Orlando o Las olas. Mención especial merece su ensayo Una habitación propia, donde reivindica la necesidad de que las mujeres puedan mantenerse por sí mismas, y que se ha convertido en piedra angular del feminismo.

Shirley Jackson (1916 – 1965)

Si a la literatura fantástica y de terror se le trata como si fuera menos válida que la escrita en otros géneros, la que es obra de mujeres lo está todavía más. Shirley Jackson debería ser tan conocida como Stephen King, quien es un gran admirador de la escritora de San Francisco.

Sigue los pasos del camino que empezó la gran Mary Shelley (1797 – 1851), que gracias a su Frankenstein se convirtió en la madre del género de terror. Jackson escribió más de 200 relatos de misterio y terror a lo largo de su carrera, además de seis novelas, y lo hizo con gran maestría en una pluma que mantiene a los lectores en alerta desde el principio hasta el fin.

Su obra más famosa es La maldición de Hill House (The Haunting of Hill House), que tuvo una brillante adaptación al cine en 1963 dirigida por Robert Wise y hace poco sirvió de base para una serie de Netflix.

Pita Amor (1918 – 2000)

Pita Amor, que es como se conoce a Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein, es una de las escritoras imprescindibles de la literatura mexicana. Heredera de una mexicana universal que está entre los autores más importantes de la literatura en español, Sor Juana Inés de la Cruz, a Pita Amor se le recuerda a menudo por su belleza. Sin embargo, su labor como actriz y modelo o su extravagante vida personal no deberían hacernos olvidar su extensa y brillante obra poética.

Entre sus libros, destacan Décimas a Dios o Yo soy mi casa, que dedicó a su amiga la poeta chilena Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura en 1945. En otras ocasiones dedicó su obra a su hermana, Carolina Amor de Fournier, otro personaje muy destacado de la literatura mexicana. También escritora, Carolina Amor (1908 – 1993) se adentró en el mundo de la edición literaria, que entonces estaba todavía más vetado a las mujeres si cabe que el de la escritura; fue fundadora de la editorial científica La Prensa Médica Mexicana y cofundadora de Editorial Siglo XXI, y digirió durante años la Editorial Fournier.