Es muy enriquecedor conocer las experiencias de otras mujeres acerca de su menstruación. Algunas veces es muy reconfortante hablar con alguien cuando algo nuevo está sucediendo y crees que a nadie más le ha pasado antes; nos daremos cuenta de que las vivencias de las demás son muy similares a las nuestras. Esto sucede también con la menstruación.
Cristina, nos compartió: “Tuve mi primera menstruación a los 11 años, ni cuenta me di, no sentí dolor, no percibí nada extraño. Estaba a punto de meterme a bañar, mi mamá estaba haciendo algo en el baño mientras yo me desvestía y sólo la escuché: “¡ay Dios mío! ¡acércate!, déjame ver, ¡ya te bajó!”. Ante lo cual pensé algo como: “¡pues ni modo!”. Y me puse mi primera toalla, que en ese tiempo eran GORDAS, así que el trago más amargo fue aprender a tener una masa entre las piernas y tratar de caminar lo mejor posible.
La verdad no recuerdo que haya sido ningún acontecimiento ni festivo, ni dramático, ni nada del más allá.
Hacia los 15 años fue cuando lo comencé a sufrir, pues empecé a tener demasiados cólicos al grado de querer vomitar o tener la sensación de desmayo.
Comencé también a ser muy irregular y a tener un flujo demasiado abundante, pero DEMASIADO!, al punto tal que tenía que usar tampón y toallas nocturnas al mismo tiempo, y aun así podía mancharme la ropa frecuentemente; además me duraba por lo menos 8 días.
Sentía que vivía constantemente menstruando. Después, cuando comenzó mi vida sexual (jijiji) pues me iba igual o, peor, porque me puse un DIU, lo que me provocaba más cólicos todavía.
Hace 4 años comencé a ser más regular y a vivirlo más tranquilo porque empecé a tomar pastillas anticonceptivas, así que ya no me dan cólicos, ya no me salen granos, me baja justo cada 4 viernes y me dura entre 3 y 4 días.
Digamos que gracias a las pastillas llevo un ciclo más normal, más llevadero y ya no representa ningún problema”.
Así como Cristina, a quien le agradecemos su testimonio, cada una de nosotras hemos vivido la menstruación de diferente manera. Para algunas es algo molesta y dolorosa, para otras es un proceso natural al que se le deben dar los cuidados necesarios para transitara de la mejor menera posible, mes a mes.
Para entender mejor en qué consiste este proceso, aquí te damos algunos datos.
La menstruación
La menstruación es una etapa esencial de la pubertad y es uno de los muchos indicios físicos que señalan que una niña se está convirtiendo en mujer.
Y al igual que muchos de los otros cambios asociados con la pubertad, es posible que la menstruación genere confusión en las niñas.
Algunas niñas anhelan tener su primera menstruación, mientras que a otras les genera temor o ansiedad. Una gran cantidad de niñas no comprenden con exactitud qué sucede realmente durante el ciclo menstrual y mucho menos con su cuerpo, lo que hace que este proceso parezca aún más misterioso.
El primer periodo
Cuando las niñas comienzan a transitar la pubertad (entre los 8 y 13 años), su cuerpo y su mente cambian de muchas maneras. Las hormonas de su organismo estimulan nuevos desarrollos físicos, como el crecimiento y el desarrollo de los senos. Una niña tiene su primera menstruación entre 2 y 2 años y medio después de que los senos han comenzado a desarrollarse.
Alrededor de 6 meses antes de tener su primer período, una niña puede notar la presencia de una cantidad mayor de flujo vaginal transparente.
Este flujo es común. No hay motivo para que una niña se preocupe por el flujo, salvo que tenga un olor fuerte o cause picazón.
El primer período recibe el nombre de menarca. La menarca no aparece hasta tanto todas las partes del aparato reproductor de una niña hayan madurado y estén funcionando en conjunto.
¿Qué pasa en mí?
Las niñas nacen con ovarios, trompas de Falopio y útero. Los dos ovarios tienen forma ovalada y se ubican uno a cada lado del útero (matriz) en la pelvis, que es la parte más baja del abdomen.
Los ovarios contienen miles de óvulos. Las dos trompas de Falopio son largas y delgadas. Cada una se extiende desde el ovario hasta el útero, un órgano con forma de ‘pera’ que se ubica en medio de la pelvis.
Los músculos del útero femenino son fuertes y capaces de expandirse para permitir que el útero aloje al feto en crecimiento y luego ayudan a pujar durante el parto.
A medida que una niña madura e ingresa en la pubertad, la glándula pituitaria libera hormonas que estimulan a los ovarios para que produzcan otras hormonas: estrógeno y progesterona.
Estas hormonas influyen de varias maneras en el cuerpo de una niña, tanto en la maduración física como en el crecimiento y las emociones.
Alrededor de una vez por mes, un diminuto óvulo abandona uno de los ovarios –lo que se conoce como “ovulación”– y se desplaza a través de una de las trompas de Falopio hacia el útero.
En los días previos a la ovulación, el estrógeno estimula al útero para que se recubra con sangre y tejidos adicionales, de modo que sus paredes se vuelven más gruesas y acolchadas.
De esta manera, el útero se prepara para un embarazo. Si el óvulo llega al útero y es fertilizado por un espermatozoide, se adhiere a la pared acolchada del útero, para luego convertirse poco a poco en un bebé.
Por el contrario, si el óvulo no es fertilizado -lo que ocurre en la mayoría de los ciclos mensuales de una mujer joven-, no se adhiere a la pared del útero.
Cuando esto sucede, el útero elimina el tejido adicional que recubre su interior. La sangre, el tejido y el óvulo sin fertilizar abandonan el útero y atraviesan la vagina para ser eliminados del cuerpo.
En esto consiste el período menstrual. Este ciclo ocurre casi todos los meses durante varias décadas (a excepción cuando hay un embarazo) hasta que la mujer llega a la menopausia y sus ovarios ya no liberan óvulos.
Espero que disfrutes tu menstruación, finalmente es un proceso de nuestro cuerpo que nos acompañará durante muchos, muchos años.