En el marco del Día Mundial del Corazón, es momento de reflexionar sobre las enfermedades cardiovasculares que representan uno de los diez principales motivos de defunción en jóvenes y es que el estrés aumenta en 23% la posibilidad de sufrir un infarto del miocardio.
En México de los más de 49 millones de personas empleadas, el 66% padece estrés laboral de acuerdo con cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Y de los cerca de 70 mil fallecimientos registrados anualmente por problemas cardíacos, el 25% está asociado a enfermedades como el Cansancio Crónico, Hipertensión Arterial o Estrés.
“Si bien es cierto que en México las enfermedades cardiovasculares son un problema de salud pública entre la población adulta, la escalada epidemiológica y poblacional pone a los jóvenes en riesgo, pues el estrés detona conductas poco saludables en quienes lo sufren”, informó la Dra. Elsa Arrieta Maturino, Gerente de Investigación Clínica en Cardiología de Eli Lilly México.
Según investigaciones publicadas en la revista médica The Lancet, situaciones como el estrés laboral aumentan 23% el riesgo de sufrir un infarto.
Arrieta Maturino explicó que en el caso de los jóvenes de niveles educativos medio y superior, un gran porcentaje acude a conductas como el tabaquismo o el consumo de alcohol para reducir su nivel de estrés, lo cual aumenta el riesgo de desarrollar problemas cardíacos.
“Las enfermedades cardiovasculares (ECV), son padecimientos del corazón y de los vasos sanguíneos, que a largo plazo pueden derivar en cardiopatías, ataques al corazón y accidentes vasculares cerebrales”, reforzó la especialista.
Además, existen otros factores de riesgo como lo son:
- Consumo excesivo de sal
- Sedentarismo
- Obesidad,
- La diabetes,
- Hipertensión Arterial
- Altos niveles de Colesterol.
Lo que en conjunto coloca a las enfermedades cardiovasculares como uno de los 10 principales motivos de defunción entre jóvenes menores de 30 años, según cifras de la Secretaría de Salud.
“Ante este panorama, la principal recomendación es realizarse periódicamente una revisión médica para identificar los factores de riesgo cardiovascular y, en caso de ser necesario, iniciar un tratamiento personalizado que pueda mantener bajo control todos estos aspectos”, finalizó la Dra. Arrieta.