noviembre 20, 2024

Amores violentos

Lilyán de la Vega
Lilyán de la Vega

El lado obscuro del amor.

Hay capítulos de la vida que parece que nunca terminan. Son como un hoyo negro que todo se lo come: nuestros sueños, nuestra autoestima, nuestra razón. Todo, menos la esperanza –la esperanza de un cambio que nunca llega– tan resistente por desgracia, que nos impide dar un paso adelante y dar por terminado el capítulo, para continuar con la vida.

“¿Por qué lo aguantas?, ¿por qué sigues ahí?” Te preguntan todos. “Es que no puedo dejarlo, lo sigo queriendo”, suele ser tu respuesta. ¿Será eso posible? ¿Podemos querer a alguien que nos maltrata? Una persona en su sano juicio correría justo hacia el lado contrario para alejarse de quien le hace daño, ¿no crees?

Pero en nuestra sociedad el “amor” está mal entendido y lo justifica todo. El amor romántico nos vende la incondicionalidad como su característica inherente. Falso: no hay tal cosa. Lo incondicional no existe, es una utopía. Toda buena acción tiene una ganancia para el que la ejerce, incluido el amor. Y eso no tiene nada de malo, es lo natural.

El amor “exige reciprocidad en los sentimientos, en los cuidados, en las atenciones; si no, no es amor sino dependencia o sumisión… No hay que sentirse egoísta por querer recibir lo mismo que se da”.2

Hogares violentos

De acuerdo a datos del Inmujeres, en México el 44% de las mujeres mayores de 15 años que viven con su pareja han sufrido algún tipo de violencia; 9% de esta misma muestra ha sufrido violencia física. Hay una gran cantidad de mujeres víctimas de violencia doméstica, que viven un infierno del que, con el pretexto del amor, no pueden salir. Esta falta de decisión o valor para dejar una relación violenta no es una cuestión de inteligencia, ni de voluntad. La realidad es que, por lo general, hay una gran dependencia emocional y/o material de la que no es fácil deshacerse.

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Por más confuso o doloroso que parezca, lo que sientes no es amor, y es importante reconocerlo y tomar las acciones necesarias para alejarte de esa relación lo antes posible, para no seguir escalando el problema y poner en peligro hasta tu vida.

Pero estiremos un poquito más la liga… ¿y si efectivamente amaras a un maltratador? incluso en ese caso puedes irte. “Pasar los límites de lo razonable (v.g. maltrato, infidelidad, desamor) no implica que el afecto tenga que disminuir necesariamente, sino que a partir de ese punto, el amor por sí solo no justifica ni valida el vínculo afectivo debido a los costos psicológicos, morales, físicos y/o sociales. En una relación de pareja constructiva, lo que en verdad interesa es… qué tanto la persona que amas le viene bien a tu vida y qué tanto concuerda con tus metas, intereses y necesidades…”.3

La puerta de salida

Muchas mujeres logran zafarse de este círculo vicioso y denuncian a su agresor. Pero muchas se arrepienten después y retiran su denuncia o lo perdonan y ¡hasta vuelven con él! Suelen ser muy criticadas. Pero en su libro El Síndrome de Estocolmo: No sólo para rehenes, Dee L.R. Graham da una explicación escalofriante: quedarse con el agresor, defenderlo y hasta convencernos a nosotras mismas de que lo amamos, es una estrategia de supervivencia ante las amenazas de represalias que típicamente lanzan los maltratadores.

El llamado Síndrome de Estocolmo, común entre los rehenes de secuestradores, consiste en una serie de emociones, pensamientos y conductas “para poder soportar el terror que no acaba”. Según Graham, las condiciones para que este síndrome ocurra se presentan también en las mujeres maltratadas y son:

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1. “El rehén cree que el maltratador amenaza su supervivencia.

2. “El secuestrador da muestras de algún tipo de amabilidad.

3. “El rehén queda aislado (física y/o psicológicamente) de otras personas.

4. “El rehén no puede escapar o cree que no puede hacerlo”.4

La víctima de violencia intrafamiliar cumple con todas estas condiciones, de manera que adopta esa estrategia para convivir con el maltratador lo más armónicamente posible. Lo paradójico, es que no se trata de una conducta tonta o sumisa –como suele interpretarse-, sino de una conducta de inteligencia instintiva para sobrevivir, producto de una percepción distorsionada de la realidad.

Y aquí está el punto importante a resaltar: Si la víctima se da cuenta de que el rehén si puede escapar o cree que si puede hacerlo; si es capaz de ver que hay escapatoria, no se cumplen las condiciones y puede salir de este círculo de violencia pidiendo la ayuda adecuada.

Siempre hay una puerta de salida para la violencia intrafamiliar, no hay por qué quedarse ahí. El pretexto del amor, como ya vimos, es una excusa insostenible. Lo que es importante es reconocer que necesitamos ayuda ¡y pedirla! Lo que es indispensable es saber y creer que tenemos derecho a pasar la página y dar por terminado este capítulo infernal. Lo que es posible es escribir páginas nuevas, más luminosas, para recuperar la alegría de vivir.

Lo bueno de la vida es que no está escrita de antemano y que uno puede siempre reinventarla, recrearla, y modelarla a su gusto.

En México, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) cuenta con el Sistema de orientación y canalización telefónica a mujeres y niñas en situación de violencia, un servicio telefónico nacional y gratuito, que proporciona apoyo emocional, intervención en crisis y asesoría legal de manera confidencial, las 24 horas, los 365 días del año.

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Vida sin violencia: 01 800 911 25 11 o al teléfono de Locatel 56 58 11 11.

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