El riñón es de los órganos que sufren mayor afectación en pacientes con glucosa elevada, porque hay microrganismos que se desarrollan fácilmente y provocan infecciones a causa de bacterias u hongos, como la cándida allbicans, que es uno de los gérmenes oportunistas que se presentan cuando el paciente diabético tiene infecciones repetidas o cuando disminuyen las defensas.
El Dr. Raúl García Flores, internista especializado en Medicina Crítica, señala que “el azúcar en la sangre a niveles superiores de 180 miligramos, tanto en el riñón, vejiga o uretra, va a producir considerable ardor en el paciente cuando necesite eliminar azúcar a través de la orina.
“Esto va a traer como consecuencia que al reducirse los niveles de azúcar, también se favorezca a desarrollar alteraciones oculares, con depósitos de glucosa a nivel del cristalino y alteraciones en el resto del ojo.”
“Es el caso de la retina, que nos lleva a que se vaya perdiendo la visión rápidamente y en una etapa tardía, a complicaciones tan graves como el glaucoma”, explica.
Todos los órganos blandos resultan afectados al incrementarse los niveles de glucosa, pero el riñón, dadas sus funciones, es de los primeros órganos que se daña por una diabetes mal controlada.
“Las infecciones repetidas en el riñón derivan en cicatrización del tejido renal, por lo que va disminuyendo su función y lleva a la utilización de diuréticos, pero si los volúmenes celulares son bajos con niveles de creatinina y urea muy elevados, estamos hablando de que hay manifestaciones en diferentes órganos, con náuseas, vómitos, dolor de cabeza y problemas para respirar, porque hay contracción de los pulmones.
“En estos casos, si no dializamos al paciente todas estas alteraciones no se van a corregir”.
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