Una conducta autodestructiva es una acción que el individuo realiza para poner en riesgo su vida. Las conductas autodestructivas pueden ser directas o indirectas. Cuando son directas, el individuo tiene como meta principal dañarse a sí mismo; un ejemplo extremo pero muy claro es el suicidio. Por otro lado, las conductas indirectas son acciones que contemplan la muerte como un efecto indeseado conscientemente; se trata de pequeños riesgos o conductas de auto-castigo que, al hacerlas constantemente, se transforman en una forma de “muerte lenta”. Algunos ejemplos de este tipo de conductas serian el alcoholismo, el consumo de drogas, el tabaquismo o la práctica de deportes extremos, entre otros.
Estas conductas son el resultado de un evento que la persona no está pudiendo manejar, generado por un suceso angustiante, a causa de presiones, etc. A pesar de que la depresión es uno de los detonantes principales de este tipo de conductas, hay que tomar en cuenta que la angustia, la ansiedad, el estrés y la falta de confianza en uno mismo, pueden ser igualmente el origen de este lento suicidio.
Un ejemplo cotidiano son los fumadores. Cuando un fumador esta bajo una situación que no puede controlar, tiende a fumar más porque el fumar es una acción que sí controla, él decide cómo, cuándo, cuántos y dónde fumar. Esto produce una sensación superficial de control que permite a la persona descargar esa ansiedad o minusvalía que siente.
Asimismo, cabe señalar que las conductas autodestructivas tienden siempre a ir en aumento. A veces pensamos que estas personas “sólo quieren llamar la atención”, pero hay que tener cuidado, ya que es probable que, a través de esta vía, estén pidiendo ayuda, por lo que es muy importante saber detectarlo y hacer algo al respecto antes de que pase a mayores.
A causa del tipo de vida que llevamos, casi nunca estamos en contacto con nuestros sentimientos, de manera que no analizamos el por qué de lo que estamos sintiendo, en un momento dado. Es por ello que muchas veces ese sentimiento se exterioriza por medio de acciones entre las cuales se encuentran estas conductas autodestructivas.
Conocer y entender lo que nos pasa nos permite tener un poco de control sobre nuestros actos y saber cómo manejarlos. Para analizar estas conductas hay que llegar a la raíz del problema, conocer las razones y empezar a entenderlas, para después poder realizar un cambio.
No obstante, no hay que olvidar que estas conductas las podemos presentar de manera inconsciente, sin darnos cuenta del daño que nos estamos haciendo.
Un proceso terapéutico permite al adulto o al niño estar en contacto con sus sentimientos y poder cambiar estas conductas.
Es muy difícil concebir que existe depresión en niños. A veces, no logramos entender cómo se dan cuenta de ciertas cosas, cuando nosotros no se las hemos contado ni las han visto. Pero, aun así, lo cierto es que ellos se dan cuenta y muchas veces las actúan y reflejan actitudes agresivas, a través de acciones que no realizarían normalmente, y nosotros, al no estar conscientes de esta situación, lo dejamos pasar sin darle la debida importancia.
Las razones de este tipo de conductas son similares tanto en niños como en adultos. El estrés a causa de un cambio de ciudad, de escuela, problemas en casa y, el más importante, la falta de comunicación entre el niño y los papás, dan como resultado este tipo de conductas. Al no establecer un canal de comunicación entre ambas partes, el niño no sabe cómo expresar lo que siente, por lo que no está consciente de lo que está pasando con él y esto le genera mucha ansiedad, desencadenando este tipo de actitudes y acciones que provocan que se dañe. Muchas veces cuando el chiquito trata de hacerse daño es muy probable que sea para llamar la atención de sus padres. Asumimos que los niños están aprendiendo a comunicarse y cuando los papás no le dan el apoyo y atención que necesita, éste no puede separarse de ellos y busca formas de llamar la atención y la más fácil para algunos es “lastimarse”.
Como padres, hay que fijarnos en qué es lo que no estamos haciendo bien o qué es lo que el niño necesita. No todos necesitan lo mismo, por lo que la persona que más lo conoce es la que se dará cuenta del origen de esta conducta que apenas se presenta, para poder frenarla en el momento adecuado y lograr un ambiente emocionalmente más cálido y seguro para el niño.
“Es importante cuidar la infancia porque los niños son el futuro de nuestro mundo” Donald Zolan