Ante la evidencia de que el virus de la influenza humana A/H1N1 mata más a jóvenes que a las víctimas tradicionales de la influenza estacionaria, menores de cinco años y ancianos, sin duda incidirá en que todos se van a querer vacunar, sin embargo, el biológico inmunizador no será suficiente para el rebrote que se espera a finales de otoño.
La Secretaría de Salud (SSA) además de los grupos de edad de la influenza tradicional, ha establecido “grupos prioritarios” para que reciban la dosis a partir de octubre, cuando se considera que llegarán las vacunas.
Entre los grupos prioritarios destacan las mujeres embarazadas, quienes por esa condición no son enfermas, pero su situación no es la habitual debido a que su organismo en este periodo se adapta para abrigar al embrión que se desarrolla dentro de su organismo.
La consideración para vacunarlas implica desde procesos bioquímicos, como el hecho de que no se le pueden aplicar sustancias que lleven al rechazo del producto ante un cuerpo extraño, sin embargo, surgen paradojas ante el derecho a la salud porque por cuestiones éticas los tratamientos y las vacunas no se prueban en embarazadas.
A una embarazada no se le puede pedir que acepte algo que puede perjudicar al hijo que lleva en las entrañas, cuando por otra parte, en su condición de adulto puede asumir para si misma el riesgo de sufrir efectos adversos.
Sin embargo, ante dudas como las que deja este virus de la influenza, más vale prevenir, porque se debe tomar en cuenta que todo en medicina funciona en torno al equilibrio entre riesgos y beneficios.
En las décadas recientes, la Organización Mundial de la Salud ha observado que el riesgo de las gripes fuertes es peor para las embarazadas que vacunarse o llevar a cabo un tratamiento, de modo que por eso se les incluye en los programas de prevención y por sistema, se atribuye que requieren una atención especial.
Otro grupo prioritario es el de los pacientes con enfermedades crónicas, entre quienes destacan las personas inmunodeprimidas, con diabetes mellitus 2 o con obesidad, que han sido blanco predilecto del virus.
Un tercer grupo prioritario y que no es frecuentemente señalado por las autoridades sanitarias, son quienes llevan los servicios directos que se aplicarán contra los infectados, es decir el personal de atención a la salud, como médicos, enfermeras, camilleros, afanadoras y todos quienes van a estar en contacto con estos enfermos