La principal causa de muertes por infartos al miocardio y enfermedad vascular cerebral se debe a la acumulación de grasas o lípidos en sangre, que incluyen al colesterol malo (LDL) y triglicéridos, padecimiento que se le conoce como hiperlipidemia, que afecta en México a 40% de las mujeres y 44% de los hombres en edad adulta.
Otra alteración de los lípidos que alienta a que estas enfermedades sean las principales causas de muerte en el mundo, es el bajo contenido de colesterol bueno (HDL), el cual conforme crecen los índices de colesterol LDL y triglicéridos, disminuye, y que conforme nos acercamos a la tercera edad el mismo organismo no lo incrementa de manera natural.
Aunque la mujer en tanto no alcanza la menopausia corre menos riesgos que el hombre de sufrir por hiperlipidemias, en cuanto la actividad hormonal disminuye no sólo alcanza al varón en riesgos, sino que lo rebasa.
Por fortuna, la modificación de estos factores que inciden en convertirse en enfermedades coronarias pueden ser modificables, pero requieren de gran disciplina y voluntad para modificar hábitos alimenticios, abandonar la vida sedentaria y seguimiento riguroso de tratamientos médicos.
El Dr. Pedro Saúl Lipszyc, especialista en farmacología cardiovascular a cargo del Departamento de Medicina Interna del Hospital Universitario “Dr. Diego Thompson” de Buenos Aires, Argentina, durante una conferencia explicó que desde 1954 cuando se descubrió la presencia de lípidos en sangre, se empezaron a realizar experimentos para tratar de incrementar el colesterol bueno (HDL) en el organismo.
Esto sucedió porque al mismo tiempo que se identificó que el colesterol malo (LDL), padecimiento conocido como hipercolesterolemia, era el principal causante de la ateroesclerosis o placa de grasa adherida a las arterias. Se tuvo conocimiento de que si se lograban aumentar los índices del colesterol HDL, se reducían los riesgos de que la ateroesclerosis derivara en un infarto por el taponamiento arterial.
”Sin embargo, científicamente no se encontraba una fórmula médica para aumentar el HDL, salvo a partir de una sustancia conocida como niacina, la cual provocaba efectos secundarios nocivos inflamatorios que impedían su uso farmacéutico”.
Aunque hasta 1987, cuando se descubrieron las estatinas como la fórmula más efectiva para reducir el colesterol malo (LDL), se encontró que estas incidían levemente en subir los índices de colesterol bueno (HDL), “todos los estudios sobre estatinas dirigidos a comprobar de qué manera podían incrementar la producción de colesterol bueno, nunca resultaron en cantidades suficientes como para incrementar la dosis de estatinas en el organismo, que era de entre 5 y 15% en HDL”.
Por si fuera poco, “un problema grave en la salud de los mexicanos, son las estadísticas de 2008 que revelan que 69% de mujeres y hombres en edad adulta tienen bajos índices de colesterol HDL”.
Por eso, dijo el especialista argentino, resulta alentador que en 2002 se encontró una fórmula que libera de manera prolongada la niacina, al inhibir sus efectos nocivos con laropiprant, con lo cual se creó un nuevo medicamento que tanto reduce los índices de colesterol malo (LDL) e incrementa la cantidad de colesterol bueno (HDL).
El lanzamiento de este fármaco a cargo de MSD, ya fue aprobado en la Unión Europea, Islandia y Noruega, y llega a México como el primer país americano donde se aprueba para el control integral de lípidos en pacientes con dislipidemia e hipercolesterolemia primaria, para lo cual “es indispensable acudir al médico tratante para que indique de manera personal por paciente la dosis requerida”.