Establecer un Día Internacional de Prevención del Suicidio (10 de septiembre) se ha convertido en una necesidad con respecto a la salud pública; datos de la OMS indican que en promedio 60,000 personas intentan quitarse la vida diariamente, de los cuáles 3,000 logran su cometido.
Estas cifras escalofriantes nos alertan de la gravedad del problema. Pero, ¿cómo prevenir que alguien decida sobre su muerte de esa manera? Es la pregunta qué se ha formulado ya por bastante tiempo, y que sin embargo no tiene una respuesta única y absoluta. Resulta imposible predecir con exactitud cuándo o en qué momento un determinado sujeto va a intentar quitarse la vida. Hay individuos que se suicidan hasta en lugares del más estricto y riguroso control, vigilancia y atención como en los hospitales psiquiátricos o las prisiones.
A pesar de que en la adolescencia el suicidio constituye la 2da causa de muerte, existe otra población sumamente vulnerable a este fenómeno. En países industrializados la tasa más alta de suicidio la tienen los hombres mayores de 75 años. Es decir, el sexo masculino y la edad avanzada son factores de riesgo, aunque no solamente, porque también el 15% de las personas que padecen depresión mayor llegan a quitarse la vida, y la probabilidad aumenta aún más si hay presencia de una enfermedad crónica o incurable.
Por lo mismo, un hombre mayor que se encuentre deprimido y con alguna enfermedad como cáncer o SIDA se le debe prestar atención y, de ser necesario, atender psicológicamente o psiquiátricamente, o en su conjunto a través de un equipo de trabajo que incluya acompañantes terapéuticos.
Por supuesto, la presencia de redes de apoyo es importante en estos casos, es decir, de familiares o seres queridos que puedan rodear y acompañar al paciente deprimido. ¿Pero cuáles son los indicadores de que alguien está deprimido?
Los síntomas de depresión son variados y se expresan de distintas maneras en cada uno de nosotros. No necesariamente alguien tiene que presentar tristeza o llanto constante. Se puede manifestar como una incapacidad de disfrutar las actividades que regularmente resultaban placenteras. Ello, aunado a un aumento o disminución drástica de peso, al insomnio o deseo de dormir todo el día, a la fatiga, culpas excesivas, la dificultad para concentrarse o ideas de muerte, constituyen la mayoría de los signos de depresión. Si se presentan 5 o más de estos síntomas por 2 semanas es muy importante acudir a recibir atención psicológica.
Ahora bien, las ideas de muerte o ideas suicidas se presentan en distintos grados. Una idea suicida leve puede expresarse como una fantasía de querer dormir y jamás despertar, o desear mantenerse en un coma o estado vegetativo. La ideación se vuelve severa cuando ya se planea cómo se realizará, en qué momento, de qué modo y con qué método, llegando incluso a comprar o conseguir lo necesario para llevarlo a cabo. El ahorcamiento suele ser el método más común, además de saltar desde algún lugar muy alto.
Los motivos para el suicidio varían, pueden incluir un deseo de rendirse ante lo que perciben como obstáculos insalvables (como la actual crisis económica a nivel nacional e internacional) o un intenso deseo de acabar con un dolor o sufrimiento emocional que es percibido como interminable. En general, hay un sentimiento de desesperanza, aunque no siempre. Hay casos donde el hecho se consuma sin previo aviso y sin signos de tristeza, probablemente como un acto impulsivo e inmediato.
A pesar de todo ello, la cifra más impactante y contundente es que el 80% de las personas que se han quitado la vida buscaron ayuda 6 meses antes de su muerte. Si bien es cierto que en ocasiones la ayuda puede resultar insuficiente, hay que poner atención a los llamados de auxilio y tomarlo con seriedad; escuchar atentamente a nuestros seres queridos podría salvar ya algunas vidas.
Es así como este 10 de septiembre, recordemos a aquellos que han perdido la vida, pero sobretodo, pongamos atención a aquellos que aún viven a nuestro alrededor para detectar factores de riesgo y poder prevenir que decidan ponerle fin a su propia existencia.
* Psicoterapeuta psicoanalítico, miembro de Psicología y Educación Integral A.C. (PEI A.C.)