“El arte no es sólo estética sino que transmite un mensaje lleno de vida, donde palpitan emociones y conflictos del hombre”. Avelino González, psicoanalista, fundador de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM).
A lo largo de la historia, el hombre ha buscado expresar sus pensamientos, emociones e ideología, a través de distintas manifestaciones artísticas, que van desde las primeras pinturas rupestres hasta las propuestas cinematográficas más actuales.
En torno a esta última, resulta interesante ver cómo a través de diferentes simbolismos, el hombre intenta no sólo contar una historia, sino lograr que el espectador la viva como propia y que,incluso, pueda identificarse con ella.
Los símbolos en el cine son principalmente, imágenes que pueden ser colocadas en distintos planos visuales, en las escenas, los personajes, el montaje, el decorado etc., su interpretación es un proceso mental estructurado, en donde un objeto viene a representar otro, sin necesidad de usar en lenguaje oral.
La cultura por su parte, permite que la gente pueda darle sentido a dichos símbolos. En este sentido, un mismo símbolo puede representar muchas cosas dependiendo del contexto en el que éste se perciba. Por ejemplo: la suástica en la cultura China, representaba los puntos cardinales, mientras que en el hinduismo era símbolo de buena suerte y bondad. En contraste, en el periodo nazi, se le consideraba como un engranaje del proceso de industrialización que Hitler deseaba en Alemania.
Asimismo, hay símbolos de naturaleza más universal, que sin importar el contexto social o cultural, el público puede interpretar, por ejemplo: la paloma que significa la paz.
En las películas, muchos de estos símbolos se muestran de forma sutil en la trama, para acentuar el mensaje que se desea enviar. En la película “El cadáver de la novia” de Tim Burton, se utilizan varios símbolos visuales que corresponden a la idea de matrimonio y la eternidad del mismo, tales como la vela, el perro y la sortija.
El tema de la película en sí mismo, puede estar lleno de simbolismo para el espectador, es por esto que algunas películas tienen mayor éxito en determinados contextos o en determinados sectores de la población. Actualmente, las películas sobre vampiros han tenido una aceptación muy notable entre la población adolescente, pues en el vampirismo se observan elementos que los adolescentes tienen muy presentes y desean, a causa de la etapa de desarrollo que están viviendo: sexualidad, anhelo de poder, anhelo de trascender, anhelo de independencia etc.
En muchas ocasiones, observamos cómo algunos adolescentes llegan a obsesionarse con el tema, intentando imitar a los personajes e incluso, en casos más extremos, intentando adoptar la cultura del vampirismo en sus vidas. Esto puede ocurrir si la persona no ha logrado identificarse con sus padres o alguna otra figura representativa en su vida, por lo que recurre a personajes para poder encontrar una identidad. En la adolescencia, es normal que las personas, en ocasiones, escojan personajes para identificarse temporalmente; no obstante, es importante que la persona consolide su identidad al llegar a la adultez, sin necesidad de tomar modelos “comerciales”.
Por otra parte, a muchas personas les gustan las películas de acción por la sensación de euforia que les despierta la adrenalina en las escenas de peligro, así como la potencia, virilidad y fuerza que manifiestan sus protagonistas, porque, de alguna forma, estas características encajan con su personalidad, ya sea por anhelo o por identificarse con ellas.
Para concluir, podemos decir que el cine expone distintos símbolos o temáticas de forma abierta, de forma que el espectador logra identificarse con ellos y, para que la historia no sólo sea contada sino vivida por el público. Algunas historias tendrán más impacto en determinadas personas, por sus características de personalidad previas o por la etapa de desarrollo en la que se encuentren, pero de ninguna manera lograrán que alguna persona actúe, piense o sienta algo que no estaba ya en él previamente; tal es el caso de las películas de violencia a las que tanto se les ha atribuido la existencia de actos de agresión. No es el hecho de ver la película de violencia lo que lleva a una persona a agredir a otra, es su personalidad previa que recibió el último empujón al presenciar actos sádicos en el película.
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