Andropausia

La vida es una interacción constante de ciclos; unos empiezan y otros terminan, y algunos duran mucho o poco tiempo. Estos ciclos tienen lugar en el trabajo, en la escuela, con amigos y con parejas, entre otros, y, por supuesto, la parte física, es decir, nuestro organismo no es la excepción. Es importante resaltar la estrecha relación que existe entre los aspectos psicológicos y los biológicos, y la influencia directa que existe entre ambos. Pero antes de comprender cómo se da esta relación, es importante que entendamos qué es la Andropausia.

Algunos comparan el fenómeno de la Andropausia en los hombres con la Menopausia en las mujeres, porque ambos tienen que ver con la baja de producción de hormonas; en el caso de la Andropausia con la hormona masculina, es decir, la Testosterona. En los varones, este fenómeno puede comenzar a partir de los 40 años y la edad concreta dependerá de cada organismo y de factores genéticos, entre otros.

En comparación con la menopausia, la Andropausia es mucho más silenciosa, con síntomas más atenuados y no tan fáciles de registrar en algunos casos. Sin embargo, esto no quiere decir que sea forzosamente de menor intensidad, ya que son también un gran número de funciones en el organismo las que dependen de la producción de esta hormona como, por ejemplo, la actividad sexual y reproductiva, el tono muscular, y el estado de ánimo, entre otros. Todas estas funciones se verán afectadas con la disminución en la producción de Testosterona.

Los síntomas que se presentan durante el periodo de la andropausia tienen un componente específico que compromete de manera significativa aspectos psicológicos. Y es que muchos de ellos impactan directamente en lo que entendemos por masculinidad y virilidad. Es decir, una buena y adecuada actividad sexual habla de un hombre “viril”; no obstante, aquellos hombres que, en algún momento, presentan alguna alteración en la función sexual, suelen tener sentimientos de inferioridad y la sensación de masculinidad puede verse afectada, generando una baja en la autoestima. Lo mismo ocurre con la pérdida del tono muscular, ya que la agilidad y la fuerza física igualmente son atributos masculinos que hablan de virilidad.

Experimentar una sensación de pérdida de virilidad puede provocar reacciones emocionales específicas como, por ejemplo, depresión o ansiedad, aunque cabe señalar que la baja en la producción de hormonas, puede generar por sí sola, la presencia de periodos depresivos y/o de ansiedad.

Los síntomas que se presentan en un periodo depresivo van desde la falta de energía, dificultad para concentrarse, sensación de tristeza o desesperanza, dificultad para dormir (insomnio) o bien dormir en exceso y pérdida de apetito, hasta, por lo contrario, un aumento en la ingesta de alimentos, irritabilidad y pérdida de interés en las cosas que generan placer. Ahora bien, los síntomas que hacen evidente la presencia de ansiedad reflejan una sensación de nerviosismo, pensamientos recurrentes, sudoración excesiva (manos, cara etc.), dificultad para respirar, problemas digestivos y, de la misma forma que en la depresión, el sueño y la alimentación se pueden ver afectadas.

Finalmente, como podemos ver, aunque la andropausia es un fenómeno que tiene su origen en la parte física – orgánica (específicamente en la baja de producción de la hormona masculina), los aspectos psicológicos pueden afectar y repercutir de manera importante en la calidad de vida de un hombre en este periodo y las personas que lo rodean, por lo que es importante no tomar a la ligera este padecimiento, ya que una intervención médica y psicológica oportuna, pueden generar grandes beneficios a las hombres que la sufren.