Las madres tienen la gran oportunidad de crear un ambiente positivo en los niños. Cuando nace un bebe, sabemos de antemano el potencial que como ser humano puede tener, la estimulación temprana es un sistema comprobado que utiliza técnicas, juegos, colores, actividades, música, entre otros, que ayudan al sano desarrollo y crecimiento del niño tanto mental como físico y social. Se emplea en bebes recién nacidos y hasta los 6 años.
Recién dieron a conocer un estudio que duró 20 años, en donde niños pequeños que participaron en programas de estimulación temprana al lado de sus madres, se transformaron en adultos con coeficientes intelectuales (CI) hasta 6 puntos más elevados, con mayores logros educativos y menor participación en actos violentos que los niños que no tuvieron oportunidad de participar.
«Lo más interesante fue la reducción en el tiempo de las conductas violentas, algo que no habíamos demostrado antes», dijo la doctora Susan Walker, autora principal del estudio y profesora de la Universidad de las Antillas, en Jamaica.
El programa de estimulación incluyó la visita semanal de una mujer que le enseñó a las madres a jugar con sus bebés y a hacerlos participar en las actividades diarias. Además, les dejaba juguetes y libros cada semana.
Los participantes que habían sido estimulados eran además un 65 por ciento menos propensos a participar en peleas y delitos violentos, y rendían mejor en los test de matemática y lectura.
El estudio no analizó la causa de los beneficios en los hijos de mujeres que habían aprendido a jugar con sus hijos. Pero Walker dijo que la interacción habría mejorado la autoestima de los niños. Esto, a la vez, habría colaborado en un mejor rendimiento escolar.
El doctor Benard Dreyer, profesor de pediatría de la Escuela de Medicina de la New York University, opinó que los resultados demuestran que los beneficios de la estimulación temprana se mantienen por años.
En un editorial, Dreyer escribió que esos programas deberían utilizarse con los niños pobres de Estados Unidos y del mundo en desarrollo. «No es que no sepamos qué hacer, sino que no decidimos hacerlo a gran escala», dijo a Reuters Health.
Walker sugiere que la intervención temprana con niños sin condiciones adecuadas de nutrición y estimulación debería ser parte de la atención pediátrica habitual, como las vacunas.
«En ese contexto, en el que faltan juguetes e interacción con el lenguaje, todo lo que se haga para mejorar la calidad de la interacción madre-hijo y el juego es tremendamente importante», finalizó Walker.