Retomar mi esencia. Segunda parte de Huellas Emocionales

Retomar mi esencia. Foto: Depositphotos.

En el artículo anterior “Huellas emocionales” mencioné el concepto “bloqueo emocional nuclear”, conformado por el binomio de heridas primarias generadas por la madre y el padre.

También abordé el tema del ciclo de la experiencia del doctor y psicoterapeuta gestalt Joseph Zinker, en el que en esta ocasión me enfocaré más debido a que las
interrupciones en el mismo se convierten en los mecanismos de defensa que construimos desde pequeñas y pequeños, para defendernos precisamente de aquello que nos amenaza específicamente en lo emocional.

Fluir sanamente permite la satisfacción de necesidades en todas las áreas de nuestra vida. Foto: Depositphotos.

Es importante saber que el Ciclo de la Experiencia es antes que nada un ciclo biopsicosocial/espiritual y es un ciclo que de fluir sanamente permite la satisfacción de necesidades en todas las áreas de nuestra vida.

Sin embargo, al vivir en una sociedad occidental en donde todo lo hacemos de prisa y si sumamos a eso lo sucedido en nuestra historia de vida, no es difícil saber que todas y todos tendemos a bloquearnos en alguna de las fases del ciclo para crear estos mecanismos que otras autoras y autores nombran “las máscaras”.

Revisemos pues cuáles son las fases que conforman el ciclo de la experiencia de Zinker o ciclo gestalt, y en qué consisten cuando el ciclo es sano y sin interrupciones.

El “reposo”: es una etapa en la que la persona se encuentra sin ninguna necesidad que atender, puede ser que su actitud sea de relajamiento o de concentración.

La “sensación”: la persona siente algo sin lograr definir o diferenciar qué es, y sale de su estado de “reposo”, aunque no pueda ubicar qué es lo que siente, sabe que “algo” siente.

Aprendo de mi experiencia. Foto: Depositphotos.

El “darse cuenta” o “toma de conciencia”: la persona relaciona o asocia su sensación a algo que le está pasando, es decir que la persona logra identificar qué es lo que le está ocurriendo.

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Por ejemplo: puede darse cuenta de que la sensación estomacal que tiene es porque tiene hambre o darse cuenta que la angustia que tiene es porque tiene que terminar un trabajo importante. Es el momento en que puede ponerle nombre a su sensación.

La “movilización de la energía”: es la fase en la que la persona logra mover su energía reuniendo la fuerza o la concentración suficiente para tratar de satisfacer su necesidad de hambre o de terminar su trabajo.

La “acción”: es la etapa en la que la persona mueve toda su energía y la lleva a la práctica y hace todo lo necesario para satisfacer su necesidad.

El “contacto”: el cierre del ciclo es cuando la persona llega a esta fase y encuentra la satisfacción de su necesidad y disfruta al alcanzar lo que se había propuesto, la persona se siente bien de lo que logró y entra en “reposo” para iniciar otro ciclo y decir adiós a éste.

Entonces es primordialmente en la infancia en donde se produce este “bloqueo emocional nuclear”, y surge el mecanismo de defensa como un escudo de protección que nos permita literalmente sobrevivir ante la amenaza emocional que generó las heridas. Foto: Depositphotos.

¿Pero qué hace que este ciclo gestalt no fluya sanamente?

Tomando como punto de partida mi artículo anterior, las heridas o huellas emocionales son traumas primarios que experimentamos todas las personas como consecuencia de un suceso o conjunto de sucesos negativos en nuestra infancia, generados por la forma en la que fuimos tratadas y tratados emocionalmente tanto por nuestra madre como por nuestro padre.

Entonces es primordialmente en la infancia en donde se produce este “bloqueo emocional nuclear”, y surge el mecanismo de defensa como un escudo de protección que nos permita literalmente sobrevivir ante la amenaza emocional que generó las heridas.

Cabe aclarar que estos mecanismos se crean de manera inconsciente, pues no nos damos cuenta de la forma en la que fuimos interrumpiendo nuestro funcionamiento libre de ser, convirtiéndonos en una persona distinta a la que fuimos cuando niñas y niños, e integrando estos mecanismos a nuestra forma de relacionarnos con el mundo.

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¿Cuáles son esos mecanismos de defensa o interrupciones en el ciclo gestalt?

Entre la fase de “reposo” y “sensación” el mecanismo o la interrupción es la “negación” o “represión”, aquí negamos o evitamos nuestras sensaciones, no sentimos o distorsionamos lo que sentimos. Inconscientemente decidimos no sentir para protegernos del dolor, la violencia, la injusticia, el abandono o el maltrato.

Regresar a ser nosotras y nosotros mismos no es un proceso sencillo. Foto: Depositphotos.

En la etapa entre “sensación” y “darse cuenta” el mecanismo es la “proyección”, es atribuir a algo externo lo que nos pertenece, es decir, que existe una tendencia a hacer a otras y otros responsables de algo que es de nosotras y nosotros mismos, e implica una renuncia a los propios deseos e impulsos colocando lo que nos pertenece en las y los demás.

El mecanismo entre la fase de “darse cuenta” y “movilización de la energía” es la “introyección”, donde tomamos como verdadero lo impuesto por figuras significativas para nosotras y nosotros y a las que les otorgamos una autoridad, como mamá y papá, la escuela, las religiones, e incluso los medios de comunicación.

Incorporamos estereotipos que no nos pertenecen como los estereotipos o mandatos de género, lo que debe o no debe hacer una mujer o un hombre.

“Retroflexión” es el mecanismo ubicado entre la “movilización de la energía” y la “acción”, y tiene que ver con no expresar lo que sentimos, específicamente nuestra agresión, enojo o molestia, mediante este mecanismo, nos hacemos lo que quisiéramos hacerle a las y los demás.

Existe en esta fase otro bloqueo al que Latner llamó “proflexión” y tiene que ver más con la energía amorosa, y es cuando hacemos a las y los demás lo que nos gustaría que nos hicieran.

La “deflexión” se presenta en la etapa entre “acción” y “contacto” y es cuando evitamos quedarnos en contacto con nuestra necesidad, y desviamos la atención de lo que queremos hacer colocando la energía en otras cosas, haciendo que pierda fuerza toda acción.

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En la “confluencia” no distinguimos límites entre nosotras y nosotros mismos, las y los demás y el medio, lo que repercute en la imposibilidad de un contacto y reposo sanos.

La invitación es a que todas y todos intentemos identificar nuestras huellas emocionales y por tanto los mecanismos de defensa que construimos. Foto: Depositphotos.

La “confluencia” impide el contacto verdadero y es el mecanismo que origina la codependencia: no sabemos dónde empezamos o terminamos nosotras y nosotros ni dónde empieza o termina la otra persona.

Finalmente la “fijación” consiste en la necesidad de no separarnos del contacto, intentando repetir una y otra vez el recorrido del ciclo de la experiencia para experimentar nuevamente la vivencia. Es una forma de aferrarnos a lo que ya pasó, para no enfrentarnos al momento presente y correr riesgos.

Identificar el mecanismo o los mecanismos de defensa que hemos utilizado a lo largo de nuestra vida para defendernos de aquello que nos provocado huellas emocionales, nos permite conocernos mejor y comprender por qué tuvimos que construir ese escudo de protección.

No se trata de etiquetarnos con el nombre del mecanismo de defensa que hayamos identificado, se trata de darnos cuenta de cómo algo que nos ayudó para sobrevivir a la amenaza emocional se convierte en algo que nos impide ser quienes realmente somos cuando se adhiere a nuestra piel, y lo tatuamos por dentro y por fuera impidiendo que nosotras y nosotros mismos podamos a veces reconocer a la persona (niña o niño) que fuimos y que nos hace sentir plenas y plenos.

Regresar a ser nosotras y nosotros mismos no es un proceso sencillo, es algo que se facilita de ser acompañado psicoterapéuticamente de manera profesional y ética.

La invitación es a que todas y todos intentemos identificar nuestras huellas emocionales y por tanto los mecanismos de defensa que construimos, pagando el alto costo de dejar de ser autenticas y auténticos.

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Escrito por

Directora del Centro de Salud Mental y Género, psicóloga clínica, psicoterapeuta humanista existencial y especialista en Estudios de Género.

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