Realidades y mitos sobre las verrugas

Existe una confusión generalizada con el término: Verruga. Aunque se emplea en un sentido amplio para hacer referencia a todo tumor benigno que sobresalen, debe restringirse a las infecciones cutáneo-mucosas producidas por el virus del papiloma humano (HPV).

Existen diferentes tipos de verrugas: las comunes, planas y las que aparecen en los genitales. Pero, ¿por qué se producen? La Dra. Laura Juárez, miembro de la Fundación Mexicana para la Dermatología, nos comenta que no existen estudios muy específicos sobre verrugas, el 10-12% aparecen en edad pediátrica, son más frecuente en niñas que en niños, surgiendo a los13 años en las primeras y a los 14,5 años en los segundos.

Las verrugas se transmiten por contacto directo, necesitando una puerta de entrada que suelen ser pequeñas roturas en la piel o en las mucosas. Es una falsa creencia pensar que la verruga se transmite “a través de la sangre” ya que el virus causante no “vive” en ella. El periodo de incubación no está bien establecido pero parece que oscila entre 1 y 12 meses.

En muchos casos, las verrugas desaparecen sin ningún tratamiento: hasta un 30% en los primeros seis meses y un 65% en los dos primeros años. Muy pocas verrugas permanecen más de cinco años.

La Dra. Juárez nos comenta que el diagnóstico de las verrugas es bastante fácil, no obstante puede plantearse la duda con otras patologías que se caracterizan por su aspecto verrucoso como: fibromas, nevus verrucosos, nevus sebáceo, Orf, nódulo de ordeñador y muy especialmente con el molusco contagioso o poxvirus. Este último comparte con las verrugas su predominio en la edad infantil, pero el origen de la enfermedad es distinto y las manifestaciones objetivas, clínicamente fiables, y observadas en la exploración médica se caracteriza por ser un agrandamiento anormal del tamaño de una cabeza de alfiler, con un “abultamiento redondo”.  En palabras de La Dra. Juarez “su agente etiológico es distinto y clínicamente se caracteriza por ser tumor esférico, del tamaño de una cabeza de alfiler, con una característica umbilicación central“.

Actualmente no existe un tratamiento único y  eficaz, lo que determina que exista una gran variedad de terapias que van desde posturas agresivas o abstencionistas. Revisamos las que parecen ser más habituales y útiles.