Las isoflavonas (isoflavonoides o flavonoides) son sustancias (fitoestrógenos) de origen vegetal, muy útiles para equilibrar las hormonas reproductivas femeninas en el climaterio (premenopausia, menopausia, potsmenopausia).
Durante este proceso, las isoflavonas ayudan a frenar los problemas asociados a los efectos estrogénicos y cumplen una doble actividad: actúan a veces como estrogénicas y otras como antiestrogénicas ya que al competir con los estrógenos de nuestro cuerpo (por los mismos receptores de las células) inhiben los efectos producidos por sus excesos y regulan el balance hormonal, pudiendo prevenir algunas enfermedades como la osteoporosis o el desarrollo de diversos cánceres de origen estrogénico como el de mama, el de útero y, en el caso de los hombres, el de próstata. Incluso, estos fitoestrógenos pueden compensar la disminución en la producción de estrógenos y unirse a los mismos sitios del receptor celular, de tal modo, que alivia los síntomas de la menopausia.
La forma más común de consumir flavonoides es a través del consumo de frijol, soya y sus derivados. Con esto no quiero decir que otros alimentos no contengan isoflavonas, sólo que la soya es la leguminosa comercialmente más estudiada. La isoflavonas se encuentran en productos como el tofu, la carne de soya, leche de soya, salsa de soya y otros productos poco comunes en nuestros país como el tempeh (originario de Indonesia) o el miso (originario de China).
También, podemos conseguir con facilidad alimentos procesados que contienen en sus ingredientes harina de soya como cereales, galletas, productos de pastelería, orgánicos, etc.
En los productos de soya pueden encontrarse principalmente 3 tipos de isoflavonas; genisteína, diadzeína y gleciteína, aunque puede haber muchas otras variedades. Cada uno de estos flavonoides puede proporcionar diversos beneficios a nuestro organismo, los cuales están aún en proceso de investigación.
En estudios recientes se ha demostrado que las isoflavonas tienen potentes propiedades antioxidantes, por ejemplo, la genisteína ayuda a prevenir la presencia de radicales libres en el cáncer.
Se ha investigado que las isoflavonas pueden aportarnos otros beneficios potenciales a la salud:
1.- Alivian los síntomas de la menopausia
Recientemente diversos estudios han demostrado que el consumo de diversos productos derivados de la soya durante la menopausia ayudan a disminuir sofocos, fatiga, sudor nocturno y cambios en el estado de ánimo.
2.- Mejoran la salud ósea
Ayudan a incrementar la densidad ósea al favorecer la absorción de calcio y estimular la formación de hueso, previniendo la osteoporosis. A diferencia de los estrógenos que ayudan sólo a prevenir la destrucción de hueso al consumirlos en la menopausia, se ha estudiado que las isoflavonas también pueden ayudar a la formación de nuevo hueso. En especial la genistenía puede ayudar a prevenir la osteoporosis. En países como China y Japón, donde se consumen grandes cantidades de soya, existe poca incidencia de osteoporosis a pesar del bajo consumo de lácteos, mientras que en Europa y Norteamérica sucede lo contrario.
3.- Reduce los riesgos de enfermedades del corazón
El consumo de productos con soya puede reducir el riesgo de padecer enfermedades vasculares. Las isoflavonas inhiben la formación de placas que obstruyen las arterias y forman coágulos, que predisponen a sufrir infartos o embolias. Además, mejoran los niveles de colesterol sanguíneo.
4.- Acción antitumoral y anticancerígena
Las isoflavonas compiten con los estrógenos que produce nuestro cuerpo o los que consumimos por prescripción médica, disminuyendo las posibilidades de desarrollar cánceres relacionados con las hormonas así como la formación de vasos sanguíneos propicios para la formación de tumores e impidiendo que crezcan. Actúan con un efecto similar a los medicamentos para el tratamiento del cáncer al unirse a los radicales libres impidiendo la formación de células cancerosas y tumores.
5.- Protege contra los problemas de próstata
Al consumir productos con alto contenido de isoflavonas se puede proteger el agrandamiento de la glándula prostática masculina, disminuyendo la posibilidad de desarrollar cáncer de próstata.
El consumo de soya y sus derivados elevan nuestro aporte de isoflavonas, lo cual resulta muy benéfico para nuestro organismo, sin embargo, su consumo no es suficiente si no está acompañado de una buena alimentación, buenos hábitos de sueño, suficiente actividad física y la vigilancia de nuestro médico(a).
Es importante señalar que las isoflavonas no suplen la necesidad de consumir hormonas durante el periodo menopáusico, ya que sólo coadyuvan con nuestro bienestar. El ginecólogo debe valorar si necesitamos consumir hormonas, además de las isoflavonas, de acuerdo a nuestros niveles hormonales en esta etapa de la vida, así como los antecedentes familiares de enfermedades como cáncer.
Alimentos ricos en isoflavonas
Alfalfa
Cacahuates
Garbanzos
Habas
Lentejas
Semilla de lino
Soya y sus derivados
Pan de centeno
Té verde
Té negro
Tofu
Nopal
Espinacas
Frutos morados (uvas, ciruelas, moras)