En el Foro “Trastorno del Espectro Autista (TEA) en la Niñez y la Adolescencia, aspectos legislativos y política pública”, la diputada Patricia Aceves Pastrana, afirmó que es necesario destinar el 1% del presupuesto de Salud para atención de quienes padecen autismo, trastorno que afecta a un millón de personas en México, y reformar la ley en la materia para garantizarles el derecho de igualdad de oportunidades y su efectiva participación en la sociedad.
También apeló a la sensibilidad respecto al autismo para visibilizar a quienes lo padecen y considerarlos como el resto de la sociedad, así como promover una cultura de inclusión, no discriminación, entendimiento, aceptación y ayuda.La presidenta de la Comisión Especial para revisar y analizar la legislación y política en materia de atención a la niñez y la adolescencia con autismo y otros trastornos generalizados del desarrollo, precisó que “hay una realidad que el gobierno no puede negar: y es que no se ha hecho nada. Hay mucha ley de autismo pero no hay presupuesto; se habla de inclusión y en la SEP no se ha puesto un centavo para atender esta condición”, enfatizó.
La estigmatización y la discriminación, asociadas a diferencias neurológicas, son los principales obstáculos para un adecuado diagnóstico y terapia.
“A pesar de su alta incidencia, la falta de comprensión hacia esta condición tiene un tremendo impacto en los individuos, sus familias y en las comunidades donde se desarrollan porque no estamos preparados para ser una sociedad incluyente en la que pueda funcionar esta diversidad”.
Recordó que el 30 de abril de 2015, se publicó la Ley General para la Atención y Protección a Personas con la Condición del Espectro Autista, y que el 2 de abril se conmemoró el Día Mundial de Concientización sobre el Autismo, establecido por Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en 2008, por el impacto que representa en la salud pública y para la sociedad.
Destacó la importancia de promover campañas de información en la población para detectar este padecimiento desde el segundo o tercer mes de vida, y difundir “un spot para informar a las madres qué es lo que tienen que observar en sus hijos, pues si se diagnostica tempranamente, aún los autistas severos pueden evolucionar y hablar”.
Al inaugurar el foro, la diputada Rocío Nahle García, señaló que falta mucho por hacer en materia educativa y de salud que beneficien a personas con TEA; se requiere la participación del Congreso y el foro dará insumos para generar una legislación más eficaz y ayudar a las personas con esta condición y sus familias.
Es necesario dar continuidad a la Ley General del autismo. “Muchos pensamos que puede ser una desventaja, pero el autismo y quienes lo padecen alcanzan a ver y a tener habilidades que otros no vemos”, puntualizó.
La Magistrada del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, Sala Primera Familiar, Rebeca Florentina Pujol Rosas, afirmó que falta voluntad política para hacer efectivos los derechos de quienes viven con esta enfermedad y se pronunció por hacer visible el TEA para crear una cultura de buen trato y buenas prácticas hacia los niños con discapacidad.
Se tienen otras prioridades y se destina gasto excesivo a campañas políticas, en lugar de canalizarlos a la niñez de nuestro país, incluyendo a quienes viven lejos de los centros urbanos, “que son considerados como mexicanos de segunda, pues los pocos recursos que hay no llegan a rancherías, centros agrícolas o comunidades indígenas”.
Falta una política pública en la que el Estado mexicano garantice el interés superior de la infancia, que incluya más presupuesto, pues “de nada sirve una ley completamente válida si no hay dinero, recursos materiales y humanos para implementarla y llevarla a cabo”.
Añadió que la ley es ineficaz porque no tiene presupuestos suficientes, ni llega a todas las niñas, niños y adolescentes del país, “y en la situación del Tribunal faltan desde instalaciones, garantizarles efectivamente el acceso a la justicia y un debido proceso y, sobre todo, voluntad política“.
“No podemos seguir dando prioridad a otros temas, porque los niños no son el futuro de nuestro país, son el hoy, y debemos prepararlos ahora. De nada sirven planes para que en 2030 estemos excelentes, si no sabemos qué hacer con los niños de hoy, que tienen autismo”, enfatizó.
El doctor Jorge Escotto Morett, del Hospital Psiquiátrico “Dr. Juan N. Navarro”, señaló que es necesario diagnosticar el autismo desde la primera infancia, para lo cual México tiene excelentes profesionales en la materia para clasificar, cuantificar, ubicar el TEA y tener una intervención avanzada.
Si es detectado entre los 6 y 8 meses de edad, si hay sospecha de que un bebé es autista, “porque parece ciego, sordo, que es retraído, no responde, en ese momento se empieza el tratamiento para ponerlo en transición y México tiene los elementos para hacerlo”, subrayó.
Del mismo hospital, el doctor Ricardo López Méndez afirmó que el autismo es un trastorno mental que puede y debe ser diagnosticado en la etapa de la lactancia. “No podemos permitirnos ya que un niño llegue a los 8, 10 o 12 años con ‘probable’ diagnóstico de autismo”.
Si se logra, el pronóstico es mejor y el costo para las familias, la comunidad y el país será mucho menor. Destacó que hay instrumentos básicos de detección, para lo cual se debe capacitar a personal que tiene contacto con lactantes, médicos, enfermeras, terapeutas, puericultores, auxiliares de educación en guarderías y estancias infantiles para identificar datos de alarma.
El doctor Marco Antonio Solís Bravo, de la División de Investigación del Hospital Psiquiátrico Infantil “Dr. Juan N. Navarro”, señaló que es necesario un trabajo legislativo y políticas públicas para abordar este trastorno, cuya prevalencia es de 0.87%. “Si para 2015 había 40.2 millones menores de 17 años, entonces hay aproximadamente 350 mil menores con TEA”.
El diagnóstico es clínico, no existe una prueba ni un estudio de laboratorio, por lo que es necesario contar con un equipo multidisciplinario compuesto por un psiquiatra infantil y de la adolescencia, un terapeuta del lenguaje, un psicólogo clínico y un pediatra o neurólogo pediatra.
Sin embargo, apuntó, no hay suficientes profesionales, pues apenas para 2016 había 3.2 psiquiatras generales por cada 100 mil habitantes, cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda que sean 8 por cada 100 mil. Además, solo una parte son pediatras o de la adolescencia, y la mayoría están centrados en las grandes ciudades.