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Inyectarse insulina es una rutina diaria para millones de personas con diabetes, pero lo preocupante es que más de la mitad podría estar haciéndolo mal sin saberlo. ¿La razón? Falta de actualización, uso inadecuado de insumos o simplemente desconocimiento de la técnica correcta.
Sí, aunque suene simple, la forma en que te aplicas la insulina puede marcar la diferencia entre un tratamiento eficaz o uno lleno de complicaciones.
“Es un área clave dentro de la educación terapéutica en diabetes. La correcta aplicación de insulina es parte esencial del manejo integral”, explica Mariana Buss, PhD, gerente médica para embecta™ Latinoamérica. Y tiene razón. Aplicar mal la insulina no solo puede causar molestias, sino también hipoglucemias, descontrol en los niveles de glucosa y un sentimiento frustrante de “esto no está funcionando”.

¿Cuál es el error más común?
Uno de los principales errores es aplicar la insulina en el músculo en lugar del tejido subcutáneo, que es donde realmente debe ir. Aunque parece un detalle menor, la diferencia es enorme. Cuando se inyecta en el músculo, la insulina se absorbe demasiado rápido, lo que puede provocar:
- Bajones de azúcar (hipoglucemias) sin explicación.
- Altibajos constantes en la glucosa.
- Dolor o moretones en la zona de aplicación.
- Inseguridad con el tratamiento.
- Sensación de que “la insulina no sirve”.
- Mayor riesgo de complicaciones a largo plazo.
¿Y cómo se hace bien?
La técnica correcta no es complicada, pero sí debe ser enseñada y revisada periódicamente por profesionales de salud. Algunos consejos clave:
- Utiliza agujas ultrafinas y cortas: 4 mm para plumas y 6 mm para jeringas.
- No inyectes cerca del ombligo ni en zonas de vacunación. Prefiere el abdomen (alejado del centro), muslos, glúteos externos o la parte posterior del brazo.
- Rota los puntos de inyección: deja al menos 1 cm de distancia entre aplicaciones y cambia de zona cada semana.
- No reutilices agujas ni jeringas: esto evita infecciones, dolor y acumulaciones de grasa (lipohipertrofia).
El acompañamiento médico importa… y mucho
“La técnica no es algo que se aprende una vez y listo”, señala Mariana Buss. “Es importante revisar la forma en que te inyectas al menos una vez al año con tu equipo médico. Esa revisión puede cambiar por completo la forma en que responde tu cuerpo al tratamiento.”
Y tiene todo el sentido del mundo: cada cuerpo es distinto, y lo que funcionaba hace cinco años puede no ser lo mejor hoy. Además, factores como el tipo de piel, el peso o el tipo de insulina pueden cambiar con el tiempo.
¿Y si ya lo estás haciendo mal?
No te preocupes, nunca es tarde para reaprender. Solicita a tu médico una revisión de tu técnica. Tal vez solo necesitas un pequeño ajuste para que todo empiece a mejorar.

Inyectarse insulina no es solo un acto rutinario. Es un paso importante para cuidar tu salud y merece hacerse con la información y el acompañamiento adecuado. Así que si hace tiempo que no revisás cómo lo estás haciendo, este es el momento perfecto para hacerlo.
Porque en diabetes, cada inyección bien hecha es un paso firme hacia el bienestar.