noviembre 23, 2024

Alimentación en el embarazo

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Luisa Maya Funes
Luisa Maya Funes
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Alimentación saludable

Una de las mayores preocupaciones de una mujer al saberse embarazada es la de cómo alimentarse para garantizar la buena nutrición del producto, sin presentar a la larga un sobrepeso.

Durante el embarazo, la mujer adulta recibe más atención médica que en cualquier otra etapa de su vida. Es un período en el que crea conciencia del desarrollo de su bebé y como consecuencia de su auto cuidado -lo cual implica alimentarse bien- debe mantener una nutrición balanceada, vigilar su salud y en especial su peso para prevenir diabetes gestacional o problemas de presión arterial que la arriesguen a la preclamsia o a un parto prematuro.

Un incremento de peso normal durante el embarazo es de 9 a 12 kilos, el cual resulta notorio y significativo a partir de la segunda mitad de la gestación. Se ha estudiado que las reservas maternas de grasa se forman durante la primera mitad del embarazo y aumentan poco a poco durante la segunda mitad hasta llegar a los 3 ó 4 kilos. La cantidad de grasa adquirida durante el embarazo resulta muy importante para contribuir posteriormente con el gasto energético que demanda a la madre la lactancia de su bebé.

La cantidad de energía aportada por los alimentos que la madre requiere consumir deberá calcularse de acuerdo a su estatura, a la edad gestacional y al peso esperado para cada mujer en lo particular en función de su índice de masa corporal. Resulta difícil definir una recomendación óptima de consumo calórico durante la gestación, por lo que podemos guiarnos por su velocidad de ganancia de peso a lo largo del embarazo. Las mujeres que se encuentran con peso pregestacional adecuado (índice de masa corporal de >18.5 –

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Una madre con un peso pregestacional bajo requerirá de un mayor consumo calórico que le permita aumentar su peso y tener un mejor estado de nutrición cumpliendo así con la cantidad de nutrimentos, vitaminas y minerales para saturar los requerimientos de sus propios tejidos como los del bebé; mientras que una madre con sobrepeso pregestacional deberá limitar su consumo alimentario después del primer trimestre del embarazo, ya que de hacerlo antes podría afectar el desarrollo del bebé causándole malformaciones o daño neurológico debido a las carencias alimentarias. Si se trata de una madre adolescente, su consumo alimenticio deberá ser mucho mayor, ya que su requerimiento calórico compite con el del bebé porque ambos se encuentran en proceso de crecimiento.

Es también recomendable promover el consumo de hierro o algún multivitamínico que además contenga altos niveles de ácido fólico, ya que se sabe que aunque los defectos en el tubo neural del bebé pueden ser de origen multifactorial, el consumo de 400 miligramos de ácido fólico o folatos durante el primer trimestre del embarazo, reduce la incidencia de malformaciones o daño neurológico en el recién nacido.

Otros factores que complican el embarazo son las nauseas y vómito durante el primer trimestre, lo cual provoca deshidratación acidosis y pérdida de peso, pero no hay que preocuparse, al final del primer trimestre generalmente desaparecen como por arte de magia. Sólo hay que vigilar el no excederse en el consumo de proteínas, además de incrementar el consumo de carbohidratos complejos como los cereales integrales. Asimismo, no hacer ayunos de más de ocho horas, sino fraccionar la dieta diaria en tres, cuatro o cinco tomas de alimento por día. Pueden consumirse galletas saladas o limonadas con una pizca de sal o bebidas para deportistas para prevenir la deshidratación, y evitar los olores fuertes que promueven las nauseas.

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Otras complicaciones comunes del embarazo pueden ser el estreñimiento y las hemorroides, lo cual se corrige consumiendo suficiente fibra proveniente de los cereales integrales y las leguminosas o, si se requiere, consumiendo pastillas o licuados de suplemento de fibra, además de consumir suficientes líquidos y desarrollar algún tipo de actividad física adecuada.

Para prevenir la hipertensión arterial durante el embarazo, era frecuente recomendar dietas con alto contenido de proteínas y bajas en sal. Ahora se sabe que no es así; esto promueve la hipertensión debido a que durante el embarazo se incrementan los niveles de líquidos corporales y se requiere de un mayor consumo de sodio para garantizar el equilibrio hidropónico sin la necesidad de forzar los sistemas de ajuste al organismo. Otro elemento de fundamental importancia es el consumo de calcio. Este elemento reduce el riesgo materno de padecer enfermedad hipertensiva aguda en la madre, además de garantizar el buen desarrollo óseo del bebé, por lo que se recomienda consumir cuando menos 600 miligramos diarios de calcio, los cuales pueden obtenerse a partir de algún suplemento o ingiriendo un vaso de leche (300 miligramos), seis tortillas de maíz (200 miligramos) o pescados que se consumen con todo el esqueleto, como los charales, boquerones o sardinas.

Garantizar una buena alimentación para la madre y el bebé durante el embarazo no es tan difícil, sólo se requiere una dieta variada para garantizar el suficiente aporte de los diversos nutrimentos:

Proteínas: carnes, lácteos y leguminosas.

Grasas: lácteos, carnes, aceites y semillas, como el cacahuate, ajonjolí, nueces o almendras.

Vitaminas y sales minerales provenientes de las frutas, verduras y leguminosas, como el fríjol, garbanzo y lentejas.

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Hidratos de carbono, que nos aportan energía y se encuentran en azúcares, frutas, panes y cereales, en especial los integrales que nos proporcionan fibra y resultan más sanos para nuestro organismo.

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