Difícil echar de menos lo que siempre hemos tenido en casa.
México disfruta un promedio de 320 días de sol al año.
Luz obligada a colarse entre contaminación, ruido y estrés, cierto, pero ondas que refuerzan el sistema inmunológico y nos otorgan una calidad de vida que aprecian como oro millones de habitantes del globo que la reciben con mucha menos generosidad.
La luz inyecta vida, transforma el ánimo y modifica los ciclos vitales. Guardadas todas las proporciones, en el reino animal es la iluminación artificial la que permite a las gallinas de granja poner huevos los 12 meses del año.
Y es, en contrapartida, la falta de sol y luz natural la que ha convertido a los países nórdicos en el grupo poblacional más vulnerable del orbe a las depresiones agudas.
Enfermedad que, por cierto, experimenta 65% de la población nórdica en algún momento de su vida, contra el 15% que registra como dato Latinoamérica, según investigaciones de la Universidad de Southampton.
Y la luz, bienestar puro, se ha convertido en una terapia de la medicina alternativa tan simple como eficaz: la luminoterapia.
Actualmente, se aplica a través de dos variantes:
1) La exposición de los pacientes a lámparas cuyos rayos simulan los del sol natural.
2) La utilización de gafas (conocidas como luminette) que iluminan directamente sobre la retina.
La primera modalidad es la más utilizada y las protagonistas son lámparas fluorescentes de alrededor de 400 watts que suelen situarse a una distancia de entre 80 y 100 centímetros del paciente, quien recibe sesiones de entre 10 y 40 minutos capaces de simular un baño de sol de un día veraniego.
Emisiones que no son invasivas para el cuerpo y que tampoco emiten radiaciones UV, pero cuya misión es ponen en acción biomoléculas y estructuras celulares en favor de la salud.
La luminoterapia, o fitoterapia, es aplicable a todo mundo, incluidos los menores de edad y los adultos mayores.
¿Para qué es útil?
Es una aliada importante en terapias físicas y de rehabilitación, en donde alivia el dolor, reestructura tejidos musculares y agiliza la curación de heridas.
Para enfermos de artritis es un buen camino para mejorar la calidad de movimiento de sus articulaciones y reducir el dolor.
Atenúa –y en muchos casos resuelve- la depresión, reduce el insomnio crónico y coadyuva a la desaparición de problemas de eczema en la piel. Fortalece el sistema óseo y revitaliza el sistema inmune.
Potente y natural, “se hizo la luz” para el hombre.