El Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) o delirio de dismorfobia, ocupa del 10 al 15% de las consultas dermatológicas. Es un trastorno mental que genera una distorsión de la propia imagen. Es también una forma de ansiedad grave y se considera de difícil tratamiento. Se presenta con mayor frecuencia de los 5 a los 40 años y en igual relación entre hombres y mujeres.
La persona que lo padece está convencida de que hay algo muy feo o terriblemente grotesco en ella y puede centrarse en varias partes del cuerpo al mismo tiempo. Es una inquietud excesiva por la pérdida de atractivo y repulsión hacia lo que considera su deformidad.
En algunos casos se llega a proporciones delirantes y quienes lo padecen quieren corregir el problema a cualquier costo.
En general aparece durante la adolescencia pero puede ser detectado muchos años después porque no se revelan los síntomas. Estas personas suelen ser perfeccionistas, tímidos, socialmente ansiosos y sensibles al rechazo.
Este desorden les impide concentrarse en cualquier otro tema que no sea el supuesto defecto, llega a ser incapacitante y causa debilitamiento de la autoestima. Todo esto los puede llevar a una crisis de ansiedad, a intentos suicidas y a la muerte.
Es probable que busquen solucionar su “problema” a través de algún tratamiento médico o quirúrgico. Generalmente quedan insatisfechos con el resultado, por lo que es importante detectar el trastorno, para dar tratamiento antes de cualquier otro procedimiento.
Un estudio realizado a 328 estudiantes de la Licenciatura en Médico Cirujano de la Universidad Autónoma de Aguascalientes encontró que el 56% de ellos tenían criterios diagnósticos de TDC.
Es importante el diagnóstico correcto de estas personas y con ello evitar que se les proporcione tratamientos inadecuados que no corrijan el problema desde su origen.