A veces se nos olvida que fuimos jóvenes, o más bien, adolescentes. Es curioso que esto pase y que, como adultos, tengamos una concepción negativa de esta etapa de la vida.
Esto hace que en muchos casos, la adolescencia se vea como “algo” complicado y temido, en lugar de aceptarla como un momento de desarrollo y preparación de competencias para enfrentarnos al mundo real, fuera de casa.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la adolescencia es un periodo de crecimiento que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y 19 años, aunque en muchos casos puede iniciar desde los 8 años, principalmente en niñas.
Es importante mencionar que, lo relevante de este momento de nuestra vida, es que es un periodo de gran valor adaptativo, funcional y decisivo que marca nuestra forma de relacionarnos con el mundo.
El adolescente se cree niño y adulto, pero no es ni lo uno ni lo otro
El principal reto, para padres e hijos, es entender que estos años son una permanente transición. Pasamos de depender del mundo adulto para todo a ser joven y comenzar a hacerse cargo de su vida.
Es justamente ese momento de cambios el que impacta en las decisiones de nuestros hijos creando un mar de aciertos y errores que como padres nos puede causar muchos dolores de cabeza.
En la misma semana podemos felicitar a nuestros hijos por haber hecho algo muy maduro para su edad, como cuidad de su hermano menor o resolver algún problema sencillo del hogar, y al mismo tiempo regañarlo por haber hecho algo “inmaduro”, como aventar el cuaderno de la tarea o evadir alguna responsabilidad escolar.
Es por eso que antes de comenzar un conflicto, debemos entender que su cerebro y cuerpo están cambiando por completo, se moldean rápidamente y responden a sus necesidades y deseos. Estos cambios son muy acelerados por lo que, para todos, es un momento de gran tensión.
Se propone que hay tres etapas por las que pasan los adolescentes
Adolescencia temprana o preadolescencia
Es la primera etapa de este periodo y se presenta entre los 10 y 13 años. De manera general, en este momento los niños comienzan a crecer más rápido, hecho que se evidencia principalmente por cambios físicos como el crecimiento del vello corporal en axilas y genitales. En el caso particular de las niñas, comienza el crecimiento de los senos y el proceso previo a la menarca. En cuanto a los varones el aumento del tamaño de los testículos es uno de los factores más evidentes.
Un tema muy importante a considerar es que estos cambios corporales pueden generar curiosidad y ansiedad en los preadolescentes, sobre todo si no tienen información sobre esta etapa. Además, es en este momento en que niñas y niños se cuestionan su identidad de género, por lo que el inicio de la pubertad puede ser un momento realmente complicado para niños y niñas transgénero.
En cuanto a lo emocional los adolescentes más jóvenes tienen ideas concretas y extremistas, las cosas están bien o mal, fantásticas o terribles, los matices son mínimos. Además, es normal que enfoquen sus pensamientos en ellos mismos dando la sensación de extremo egocentrismo.
Finalmente, los preadolescentes sienten una gran necesidad de privacidad con la intención de explorar formas de ser independientes de su familia, por lo que los límites pueden ser un factor clave de rebeldía y conflictos familiares.
Cuando se recibe educación sobre sexualidad desde edades tempranas, las probabilidades de evitar un embarazo adolescente o infecciones de transmisión sexual aumentan, así como el abuso sexual.
Adolescencia media
Se presenta entre los 14 y 17 años. Los cambios físicos y hormonales que se muestran en la preadolescencia se consuman. En los varones, el crecimiento corporal y muscular es muy evidente, así como el quiebre de la voz y la presencia de acné. En el caso de las niñas es posible que los cambios físicos estén casi completos y que tengan menstruaciones regulares.
Además, a muchos adolescentes les surge el interés de las relaciones románticas y sexuales, lo que asentará sus preferencias sexuales e identidad de género. En este sentido cabe destacar que la comunicación entre los padres de familia e hijos (as) es clave. Es un buen momento para hablar sobre sexualidad si no se ha hecho antes. Acercarse a los hijos (as) y buscar una orientación con algún profesional de la salud sexual o sexólogo (a) puede ser un gran paso.
Muchos jóvenes en su adolescencia media discuten más con sus padres pues luchan por tener más independencia. El cerebro sigue madurando, a pesar de eso aún hay grandes diferencias entre la forma de pensar de un joven en su adolescencia media y un adulto.
Especialistas sugieren que estas diferencias se deben a que los lóbulos frontales son la última área del cerebro en madurar. El desarrollo no está completo hasta que la persona tiene veintitantos años.
Cabe destacar que los lóbulos frontales desempeñan un papel clave en cuanto a la reflexión de la toma de decisiones complejas, el control de los impulsos, así como la capacidad de tomar en cuenta varias opciones y visualizar las posibles consecuencias de nuestros actos.
Adolescencia tardía
Es el último escalón antes de llegar a la adultez. Por lo general los cambios físicos están completos tanto en mujeres como varones y ya han alcanzado la altura definitiva que tendrán como adultos. Al llegar este momento pueden tener un mayor control de sus emociones e impulsos. Tienen más claridad en cuanto a los riesgos y consecuencias de todas las decisiones.
También se consuman los intereses principales en cuanto a lo personal, profesional y amoroso. Comienza una etapa de reflexión y cuestionamiento de sus propios actos. Tienen un sentido más claro de su individualidad y pueden identificar sus propios valores.
El futuro es un objetivo más claro y las decisiones se construyen a partir de sueños personales e ideales. Finalmente, muchos adolescentes en esta etapa restablecen una relación “adulta” con sus padres. Los consideran personas del mismo nivel, en quienes se puede confiar y pedir consejos de vida.
¿Cómo acompañar a tu hijo e hija en esta etapa de la adolescencia?
A partir de todo lo anterior, te queremos dar algunas recomendaciones que te ayudarán a acompañar a tu adolescente en este proceso, para que tanto padres como hijos mantengan una sana relación para que logren tener una vida plena.
- La información oportuna es la clave de todo. Infórmate sobre los cambios en esta etapa y comparte con tu hijo o hija, a su justa medida y edad, los diversos cambios por los que pasará.
- Pláticas tempranas y acordes a su edad serán tu herramienta más poderosa. Eso ayudará a evitar muchos problemas, principalmente con cuestiones de sexualidad y adicciones. No uses los discursos de miedo o desinformación. Comunicante con la intención de crear relaciones saludables y plenas que ayuden a que tu hijo o hija se relacione de manera sana en todos los aspectos de su vida.
- Sé positivo y paciente. Resalta el potencial que tiene para decidir sobre su vida en este momento y que es posible cambiar de decisiones a tiempo, siempre y cuando haya comunicación y confianza.
- Evidencia el apoyo incondicional, acompañado siempre de límites sanos, que le ayuden a descubrir el mundo sin “querer comérselo todo de un bocado”.
- Honra su independencia y libertad. Demuéstrale que la educación y los valores que le has inculcado en casa serán su mayor arma para abrir cualquier puerta durante su vida. Lo más importante es que todos acepten que es un periodo normal de la vida que le ayudará a obtener todo lo necesario para tomar las riendas de su vida.