Originaria de México, la flor de cempasúchil es, junto con el pan de muerto y las calaveritas de azúcar, uno de los elementos más tradicionales dentro de la festividad mexicana del Día de Muertos, la cual se utiliza para adornar los altares dedicados a los fieles difuntos.
Según la tradición mexicana, el fuerte aroma del cempasúchil guía el alma de los muertos de regreso a sus casas para compartir con sus familiares, como cada año, el pan, la sal y la luz que necesitan para continuar su camino.
Se tienen registros que en la época prehispánica la flor de cempasúchil era utilizada por los mexicas para tupir con cientos de ejemplares los altares, ofrendas y entierros dedicados a sus muertos, tradición que sigue vigente hasta nuestros días.
Actualmente, Puebla, Ciudad de México, Oaxaca, Estado de México, Morelos, Guerrero, Hidalgo, Coahuila, San Luis Potosí, Tlaxcala y Michoacán, son los principales productores de esta aromática flor, de acuerdo con datos de la Secretaría de Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA).
Además de ser una bella flor que enmarca el día de muertos, es una planta que goza de propiedades medicinales: antioxidante, analgésica, antiinflamatoria, antibacteriana, antifúngica, antidepresiva y hepatoprotectora.
La flor de cempasúchil se utiliza en la elaboración de platillos y bebidas; en la medicina tradicional como pigmento de alimentos y medicamentos, debido a su contenido de carotenoide y como abono orgánico para la tierra.