Un estudio publicado en Current Antropology descubre que los cráneos humanos cambiaron en formas que indican un menor nivel de testosterona cuando la cultura floreció y propone una respuesta interesante a la pregunta ¿la sociedad humana empezó a florecer con la aparición de personalidades más tolerantes y rasgos más femeninos?
La conducta moderna de innovación tecnológica, desarrollo del arte y el rápido intercambio social llegaron al mismo tiempo que desarrollamos u temperamento m]a cooperativo explica el autor principal Robert Cien, estudiante en biología en la Universidad de Utah que inicio el trabajo como senior en la Universidad de Duke
El estudio se basa en las medidas de más de 1,400 cráneos modernos y antiguos, para lograr fundamentar el argumento que la sociedad humana avanzo cuando las personas empezaron a ser amables entre sí, lo que es consecuencia de tener un poco menos de testosterona en acción.Las cejas gruesas “salieron”, y las cejas redondeadas “entraron”, y estos cambios pueden ser rastreados directamente en los niveles de testosterona actuando sobre el esqueleto, de acuerdo al antropólogo Steven Churchill de la universidad Duke, quien supervisa el trabajo de Ciers en una tesis con honores que creció para convertirse en un artículo de publicación de 24 páginas tres años después.
Lo que no se puede decir de los huesos es si estos humanos tenían menos testosterona en su torrente sanguíneo o menos receptores de la hormona.
El equipo de investigación también incluyó a investigadores de Duke cognición animal Brian Hare y Jingzhi Tan, quien dice que este argumento está en línea con lo establecido en las especies no humanas.
En un estudio clásico de los zorros siberianos, los animales que eran menos cautelosos y menos agresivo hacia los seres humanos adquirieron un aspecto más juvenil y con comportamiento diferente después de varias generaciones de cría selectiva.
“Si estamos viendo un proceso que conduce a estos cambios en otros animales, podría ayudar a explicar quiénes somos y cómo hemos llegado a ser de esta manera“, dijo Hare, que también estudia las diferencias entre nuestros parientes simios más cercanos – chimpancés agresivos y, bonobos amantes libres.
Esas dos especies de simios se desarrollan de manera diferente, explicó Hare y responden a la tensión social en forma diferente. Los machos chimpancés experimentan un fuerte aumento de testosterona durante la pubertad, pero los bonobos no. Cuando estamos estresados, los bonobos no producen más testosterona, como hacen los chimpancés, pero producen más cortisol, la hormona del estrés.
Sus interacciones sociales son profundamente diferentes y relevantes para este hallazgo, sus rostros también son diferentes. “Es muy difícil encontrar una ceja rigida en un bonobo“, dijo Hare.
Cieri comparó el arco superciliar, la forma de la cara y el volumen interior de 13 cráneos humanos modernos que tienen más de 80 mil años, 41 cráneos de hace 10 mil a 38 mil, y una muestra global de 1,367 cráneos del siglo 20 de 30 grupos étnicos diferentes.La tendencia que surgió fue hacia una reducción en el arco superciliar y un acortamiento de la cara superior, rasgos que generalmente reflejan una reducción en la acción de la testosterona.
Hay muchas teorías acerca de por qué, después de 150 mil años de existencia, los seres humanos dieron repentinamente un salto hacia adelante en tecnología. Hace unos 50 mil años, de acuerdo a la evidencia generalizada de la producción de herramientas de hueso y armas de proyectiles, piedras para moler, pesca y equipos de observación de aves y centros de fuego con tratamiento térmico. ¿Era esto impulsado por una mutación cerebral, los alimentos cocinados, el advenimiento del lenguaje o simplemente la densidad de población?.
El estudio de la Duke argumenta que la convivencia y la cooperación recompensaban a la amabilidad y bajó la agresión que, a su vez, condujo a la modificación de los rostros y a mayor intercambio cultural.
“Si las personas prehistóricas comenzaron a vivir más cercanamente y pasándose nuevas tecnologías, tendrían que ser más tolerantes entre sí“, dijo Cieri. “La clave de nuestro éxito es nuestra capacidad de cooperar y llevarse bien para aprender unos de otros“.