La frase “el día debería tener 36 horas” nos es muy familiar. En nuestra cultura del 24/7, a menudo sacrificamos el sueño para poder hacer más cosas en la casa o en la oficina, nos explica Marien Garza, Miembro del Consejo Consultor de Nutriólogos de Herbalife Nutrition.
Nos explica que es bien estudiado que el sueño, la nutrición y la actividad física desempeñan un papel esencial en el crecimiento, desarrollo, maduración y estado de salud de niñas, niños, las, los adolescentes y adultos. Un buen descanso ayuda a controlar el ritmo diurno de las hormonas relacionadas con la homeostasis energética y, por lo tanto, promueve que tengamos un metabolismo correcto para mejorar nuestra calidad de vida.La evidencia reciente de estudios epidemiológicos indica que la prevalencia e incremento de casos de obesidad está relacionada con la disminución de la duración del sueño, tanto en niños como en adultos. La corta duración del sueño puede ser un factor de riesgo para el desarrollo de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares, afirma Marien.
Agrega que hoy en día, se han sugerido posibles mecanismos para el vínculo entre la duración del sueño y la obesidad:
- Una posibilidad es que la corta duración del sueño y la obesidad puedan propiciar el aumento del apetito, es decir, la restricción del sueño desempeña un papel en la reducción de la actividad oxigénica en el área hipotalámica cerebral y la inhibición de la actividad hipotalámica que modula la regulación del apetito, provocando así, un aumento del hambre.
- Otro mecanismo está relacionado con las alteraciones hormonales, entre ellas, la mayor liberación de hormona de crecimiento (GH) y ghrelina durante el día, y la mayor liberación de cortisol por la noche. Estos cambios hormonales pueden contribuir a la desregulación energética que conduce al aumento de peso y la obesidad.
De esta forma, los antojos de alimentos cambian con la falta de sueño. Cuando no se duerme bien y el cortisol está alto, el cerebro quiere calmarse y lo hace liberando serotonina, aumentando la necesidad de comer alimentos ricos en grasas y carbohidratos.
Por lo que nos menciona que la duración adecuada y saludable del sueño tiende a disminuir con la edad. Durante la infancia y la adolescencia, se debería descansar entre 8 y 10 horas al día. Para los adultos, lo recomendable es dormir entre 6 y 8 horas al día.
Finalmente nos propone que “todos debemos mejorar los hábitos de higiene del sueño para obtener un mejor descanso. Un sueño verdaderamente reparador ayudará a restablecer cualquier daño metabólico y dará como resultado una mejor composición corporal y una buena calidad de vida“[.]