diciembre 26, 2024

¿Existe una relación entre el bullying y los trastornos de la alimentación?

Plenilunia Salud Mujer
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Un análisis de las entrevistas del estudio Great Smoky Mountains Study encuentra una sorprendente relación.

[media-credit name=»Mark Dubowski for Duke Medicine» align=»aligncenter» width=»562″]DU-20151116-Mark-Dubowski-for-Duke-Medicine[/media-credit]Ser víctima del abuso –bullying– en la infancia se ha asociado con un mayor riesgo para con la ansiedad, la depresión e incluso con los trastornos de la alimentación, incluso. Pero según una nueva investigación, no sólo son las víctimas quienes podrían estar en riesgo psicológicamente, también los agresores.

Investigadores del Duke University Medical Center (Centro de Medicina de la Universidad de Duke) y la North Carolina School of Medicine (Escuela de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte) se sorprendieron al encontrar en un estudio de 1,420 niños, que quienes fueron intimidados eran dos veces más propensos a mostrar síntomas de la bulimia, como atracones y purgas, en comparación con los niños que no están involucrados en la intimidación. Los hallazgos aparecen en la edición de diciembre de la revista International Journal of Eating Disorders (Boletín Internacional de Desórdenes Alimenticios).

«Durante mucho tiempo, ha existido esta historia respecto a los agresores que son un poco más sanos y fuertes«, dijo el autor principal William Copeland, Ph.D., profesor asociado de psiquiatría y ciencias conductuales de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke. «Tal vez son buenos en la manipulación de situaciones sociales o para salir de problemas, pero en ésta área parece que no ser el caso en lo absoluto. Tal vez las burlas pueden sensibilizarlos de sus propios problemas de imagen corporal, o posteriormente tienen muy a su pesar remordimientos por sus acciones que se traduce en estos síntomas como los atracones seguidos de purgas o exceso de ejercicio«.

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Los hallazgos provienen de un análisis de las entrevistas del estudio (Great Smoky Mountains Study, estudio de las Grandes Montañas Humeantes), una base de datos con más de dos décadas de información de salud sobre los participantes que se inscribieron a los 9 años, los datos se considera una muestra de la comunidad y no son representativos de la población estadounidense, pero ofrece algunas pistas sobre cómo los niños de 9 a 16 podrían verse afectados.

Los participantes fueron divididos en cuatro categorías

  1. Niños que no fueron en absoluto implicados en bullying;
  2. víctimas de la intimidación;
  3. los niños que a veces eran víctimas y, a veces eran instigadores;
  4. y niños que eran exclusivamente los agresores, que abusan de otros niños en repetidas ocasiones verbalmente y físicamente, socialmente excluyendo a los demás, y que inicia rumores, sin llegar a ser una víctima ellos mismos.

Los investigadores no se sorprendieron al encontrar que las víctimas de abuso de sus pares se encontraron en general con un mayor riesgo de sufrir trastornos de la alimentación.

Los niños que fueron víctimas de la intimidación tenían casi dos veces más riesgo de mostrar síntomas de la anorexia (prevalencia de 11.2% en comparación con el 5.6% de los niños que no estaban involucrados en la intimidación) y la bulimia (27.9% de prevalencia en comparación con el 17.6% de los niños que no participan en la intimidación).

Los niños que se eran agresores y víctimas tuvieron la mayor prevalencia de síntomas de anorexia (22.8%) en comparación con el 5.6% de los niños que no participan en el acoso) y también la más alta prevalencia de atracón (4.8% de los niños en comparación con menos del 1% de los niños no involucrados) y vómitos como una manera de mantener su peso.

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Pero el impacto de la conducta de acoso en los que eran agresores también fue significativa, con el 30.8% de los agresores que tienen síntomas de la bulimia en comparación con el 17.6% de los niños que no participan en la intimidación.

Todos estos comportamientos pueden tener efectos devastadores sobre la salud de los niños a largo plazo , dijo Cynthia M. Bulik, Ph.D., una distinguida profesora de trastornos de la alimentación en la UNC School of Medicine (Escuela de Medicina de la UNC) y un co-autora de los hallazgos.

«Lamentablemente, los seres humanos tienden a ser más críticos acerca de las características de otras personas que no les gusta en sí mismos«, dijo Bulik. «La propia insatisfacción corporal de los agresores podría alimentar su burla hacia los demás. Nuestros hallazgos nos indican que debemos elevar nuestra vigilancia para los trastornos de alimentación en cualquier persona involucrada en el intercambio de la intimidación-., Independientemente de si son el agresor, la víctima, o ambos«.

Aunque muchos niños experimentan efectos de por vida, muchos parecen hacerle frente y tener éxito después de tales experiencias, dijo Copeland. Él y sus colegas están examinando miles de factores, incluyendo analizar los resultados financieros y educativos, e incluso si la intimidación o de ser víctima se encuentra relacionada con biomarcadores genéticos.

«Queremos hacer un mejor trabajo para comprender por qué algunas personas son capaces de experimentar las mismas cosas que los demás y ser capaz de salir adelante sin las mismas consecuencias«, dijo Copeland. «Realmente tenemos que entender la resiliencia en los que han sido intimidados. Eso puede ayudar a determinar si los niños van a necesitar una mayor atención, y cómo podemos promover esos rasgos en otros para aumentar su capacidad de recuperación«.

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El estudio fue patrocinado por:

  • National Institute of Mental Health (MH63970, MH63671, MH48085, MH080230);
  • National Institute on Drug Abuse (DA/MH11301);
  • the William T. Grant Foundation;
  • the Economic and Social Research Council in the United Kingdom (ES/K003593/1).

Referencias

  1. William E. Copeland PhD, Cynthia M. Bulik PhD, Nancy Zucker PhD, Dieter Wolke PhD, Suzet Tanya Lereya PhD y Elizabeth Jane Costello PhD; International Journal of Eating Disorders; Does childhood bullying predict eating disorder symptoms? A prospective, longitudinal analysis; Publicado en internet el 4 de septiembre de 2015; DOI: 10.1002/eat.22459; Disponible en http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/eat.22459/abstract;jsessionid=2BB96D2FF07D74BD732AF14EBF84198E.f02t04
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