Uso de organismos genéticamente modificados podrían ser herramienta útil ante retos alimenticios de los próximos años
A pesar de la creciente aceptación de la biotecnología agrícola, aún existen obstáculos para que esta herramienta contribuya de mejor manera a la seguridad alimentaria y a reducir la pobreza en México asegura experto de Cinvestav.
Reynaldo Ariel Álvarez Morales, experto en bioseguridad del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), Unidad Irapuato, mencionó que además de producir más alimentos, ahora se suma el problema de obtener materia prima para biocombustibles y bioplásticos de las mismas áreas de cultivo, lo que se traduce en un reto para la ciencia y tecnología.“Ante el reto al que se enfrenta en el país en el próximos años para alimentar a 150 millones de habitantes, que se estima habiten el territorio nacional en 2050, es necesario empezar utilizar distintas herramientas tecnológicas que contribuyan a asegurar el abasto de alimentos“, Reynaldo Ariel Álvarez Morales, experto en bioseguridad del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), Unidad Irapuato.
El ex titular de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem) señaló que si bien la biotecnología no es capaz de resolver por sí sola el problema de suficiencia alimentaria, es necesario analizar en México su mejor aprovechamiento, ya que el país será uno de los que mayores estragos enfrente ante el cambio climático durante los próximos años, a través de fenómenos meteorológicos de alto impacto y el incremento de temperatura.
Al mencionar el tema del uso de productos genéticamente modificados como una opción para asegurar la suficiencia alimentaria, recordó que ese tipo de cultivos tienen cerca de dos décadas vida en el mercado alimentario, sin que hasta ahora afecten a la biodiversidad ni se registren problemas a la salud de los consumidores; es decir, personas o animales.
De hecho, el país siembra 200 mil hectáreas de soya y algodón genéticamente modificados, y del último cultivo el territorio nacional es centro de origen, ya que cuenta con parientes silvestres, sin que se registren afectaciones a su diversidad.
Otro dato expuesto por Álvarez Morales es que a nivel mundial el año pasado se utilizaron 181.5 millones de hectáreas con cultivos biotecnológicos en 28 países, de los cuales 90% son catalogados con economías en desarrollo. En tanto que en México las hectáreas sembradas con OGMs fue de alrededor de 170 mil hectáreas, principalmente de soya y algodón.
Uno de los obstáculos es que en México no se ha determinado una política clara hacia dónde orientar los esfuerzos en el tema de la biotecnología, lo que generar incertidumbre tanto en el sector científico como en los productores, que serían los potenciales usuarios.
“Hasta ahora tenemos una Ley en Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, pero de no establecerse de manera contundente hacia dónde enfocar las esfuerzos, y además aún presenta ciertas fallas que han servido para detener el avance en este tema”, dijo el también miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Para el experto del Cinvestav, el país no tiene más margen en torno a la decisión del uso de esta tecnología, ya que las moratorias en el cultivo de productos genéticamente modificados han generado un retraso también a nivel de investigación, debido en su mayoría son basados en prejuicios culturales, más que basados en evidencia científica.
“Lo que no podemos permitir es que en este tema, de tal trascendencia para la seguridad alimentaria de los mexicanos, gane la ignorancia”, concluyó el investigador.
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