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La vida cotidiana ¿te aplasta?

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En nuestro país las enfermedades mentales afectan a alrededor de 15 millones de personas mayores de 15 años. La Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica revela que de cada diez mexicanos, tres presentan algún trastorno mental en alguna etapa de su vida y, debido a que los tratamientos son muy costosos, la persona afectada no se trata. Sólo el 17% de estos enfermos reciben algún tratamiento.

En psiquiatría, las enfermedades mentales se definen como desórdenes en el cerebro que alteran la manera de pensar y de sentir de la persona afectada, al igual que su estado de ánimo y su habilidad de relacionarse e identificarse con otros. Son causadas por desórdenes químicos en el cerebro, las cuales pueden afectar a personas de cualquier edad o situación económica” (1).

La vida cotidiana ¿nos enloquece?

Si bien las enfermedades mentales afectan tanto a hombres como a mujeres y varían en sus manifestaciones y gravedad, en Plenilunia nos preguntamos qué nos pasa a las mujeres. Raquel Larson, psicoanalista con estudios en subjetividad femenina y género, comenta que al hablar de la salud mental de las mujeres es útil hacerlo desde una perspectiva de género. Entender que los roles asignados a mujeres y hombres han sido construidos social e históricamente y condicionan nuestras posibilidades de expresión, así como muchas de las formas en que actuamos cotidianamente. Esta perspectiva nos permite acercarnos de otra manera al malestar de las mujeres.

Cuando hablamos de salud mental nos referimos a las condiciones mínimas necesarias para que un individuo pueda actuar y desarrollarse plenamente en las relaciones con otros y en sus propios proyectos. La salud mental de las mujeres se ve fuertemente vulnerada por los roles de género, la pobreza y las cargas excesivas de trabajo.

“El mundo de las mujeres es complicado en términos de todo lo que tenemos que hacer y de lo que se espera de nosotras. Actualmente existen muchas posibilidades de desarrollo para el sector femenino; cada vez hay más mujeres que estudian, que van a la universidad, que salen a trabajar. Sin duda las mujeres hemos ganado un espacio cada vez mayor en el ámbito público y esto ha repercutido en los ideales de ser mujer en la actualidad. Las mujeres se sienten obligadas a enfrentar nuevos retos y posibilidades sin dejar de cumplir con los roles tradicionales,” explica Larson.

“Si uno piensa las horas que una mujer dedica a cumplir con todo lo que se espera de ella: ser buena hija, buena madre, esposa, ama de casa, buena amante, además de cuidadora de los ancianos y de los enfermos, cuando se requiere, también tiene que ser trabajadora, profesionista, prepararse más; y debiera también cuidar su figura, ver por su propia salud… la lista puede ser interminable. Muchas mujeres viven en conflicto entre el deber ser y lo que se puede hacer, dejando muchas veces al último lo que desean y quieren para sí mismas. “

Los costos para la salud mental son altos: frustración, sentimientos de culpa, mucho agotamiento, tensión permanente, ansiedad, miedos y angustias. No hay tiempo para nosotras mismas, para el placer, para el auto-cuidado. Milenariamente las mujeres han dedicado su vida al cuidado de los otros, es por esto que las feministas han planteado que las mujeres enferman de vida cotidiana, de tener que cumplir con más de lo que se puede.

La economía y el impacto emocional

Otro factor que tiene que ser enmarcado en algo mucho más global es el impacto de la crisis económica y social en las mujeres. En la actualidad, más del 25% de las mujeres en nuestro país son el sostén económico de su hogar. “Muchas mujeres están haciéndose cargo económicamente de sus familias. Los altos niveles de desempleo y de pobreza extrema impactan en la nueva distribución de roles dentro de la familia y en la salud emocional de todos sus miembros,” añade la especialista.

No obstante, aún existe un recelo social hacia las mujeres que trabajan fuera de casa, pues “si los hijos tienen problemas en la escuela, están enfermos o se meten en drogas, todo es culpa de la mujer que no está en la casa cuidándolos”.

Estas circunstancias de la vida cotidiana van afectando el equilibrio emocional y ocasionando problemas crónicos de salud. En consulta psicológica o psicoanalítica se están atendiendo cada vez con mayor frecuencia ataques de pánico, de angustia o depresión por estos problemas sociales que afectan tanto a hombres como a mujeres.

“Observamos mucho enojo, mucha rabia contenida en situaciones en que las mujeres están hartas de cumplir pero no ven ninguna salida o posibilidad diferente. Y cuando las mujeres viven violencia de cualquier tipo, el impacto en su salud mental es mucho más grave“, explica.

Para lograr una adecuada salud mental, hay que cuidar de ella. Pensamos que el sentirnos agobiadas, desesperadas o en la desolación total es parte de lo que nos toca vivir a las mujeres: “es nuestra cruz”, pero esta creencia más que ayudarnos limita nuestras capacidades para buscar cambios, disfrutarnos y encontrar entornos más placenteros y satisfactorios a los que cualquier ser humano tiene derecho.

¿Qué puedo hacer?

-Busca ayuda o asesoría profesional. No pienses que tienes que salir sola o que tienes que ser fuerte y resistir.

-No te automediques. Muchas veces puedes sentirte enferma por tanta presión pero la solución no es suprimir los síntomas sino entender las causas. Aún si sufres de depresión o ansiedad es conveniente revisar tu situación de vida y buscar ayuda psico-terapéutica antes que recurrir a la medicación. Consumir antidepresivos o ansiolíticos sin supervisión médica puede ocasionarte severos daños en tu salud.

-Platica sobre lo que te pasa: cuando hay un espacio para hablar y reflexionar, descubres que a tu amiga, vecina u otras mujeres les sucede algo similar. Quizás esa no va a ser la terapia para la cura pero te ayudará a bajar la ansiedad o la angustia y a buscar otras opciones. Escucharás otras historias que posiblemente te ofrezcan posibilidades de salida.

-Acércate a tus amigas: existen muchos estudios psicológicos que señalan que las mujeres que tienen amigas tienen una mejor salud física y mental. Tener la posibilidad de ir tejiendo redes de intercambio y de apoyo es importante.

-Dedícate tiempo a ti misma: busca un espacio sólo para ti. Date un masaje, sal a caminar o visita a una amiga. Ve sembrando una semilla de salud.

1.- Órgano informativo del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, 2004, citado en Panorama de la salud mental en las mujeres y los hombres mexicanos. Instituto Nacional de las Mujeres, 2004.

¿Qué nos hace vulnerables?

La probabilidad de que la mujer sufra depresión aumenta si es casada, si tiene entre 25 y 40 años y si se dedica a labores del hogar. Otros factores son la doble jornada, ser viuda, divorciada o separada y sufrir alguna enfermedad crónica. Es menos frecuente en personas con pocas tensiones conyugales, autosuficientes económicamente y que cuentan con importantes redes sociales.

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Yo no estoy loca

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Todos hemos escuchado alguna historia de una persona sana internada injustamente en una institución psiquiátrica. Desde la afamada película de Atrapado sin salida con Jack Nicholson, hasta la clásica del cine mexicano María de mi corazón, con María Rojo y Héctor Bonilla. Y si alguna vez has visitado un hospital psiquiátrico, coincidirás conmigo en que a veces es difícil decir si una persona está sana o no lo está. El hecho es que en alguna época, a las mujeres aguerridas o que constituían un obstáculo para algún personaje poderoso, se les podía recluir a un manicomio acusándolas de haber perdido la razón, sin más. Tenemos el caso histórico de Juana de Aragón –mejor conocida como Juana la Loca–, quien hace más de cinco siglos vivió ¡46 años! recluida por órdenes de su padre. Se le atribuía una supuesta locura que, hasta nuestros días, sigue en entre dicho.

“Quizá la pobre Juana tuviera una leve enfermedad mental, pero no se llevó a cabo un programa de recuperación muy adecuado con ella al encerrarla en Tordesillas, aunque, para descargo de sus familiares, esto ha sido práctica común con la mayoría de los enfermos mentales hasta nuestros días.”

Fue pensando en esto que decidimos emprender una investigación para averiguar qué tanto este fenómeno seguía siendo una práctica común en México. Buscamos testimonios de mujeres injustamente internadas en hospitales psiquiátricos, entrevistamos a especialistas en el tema, y nos encontramos con algo que llamó mucho nuestra atención.

Si bien es cierto que existen casos de personas que han vivido la terrible experiencia de ser internadas en un hospital psiquiátrico en contra de su voluntad, ya sea por un mal diagnóstico o por intereses ajenos a su salud, se trata cada vez más de casos aislados. Tenemos, como ejemplo, un testimonio cuyo relato encontrarás en la sección de salud-testimonios en: plenilunia.com

Pero la realidad es que, hoy en día, nuestro país cuenta con reformas de ley que defienden los derechos humanos de las personas que han de ser internadas en una institución para enfermos mentales, y se ha vuelto cada vez más difícil internar a una persona sana de forma injusta.

En México para internar a un enfermo mental en un psiquiátrico en contra de su voluntad, la ley exige el diagnostico de un médico y la autorización de un familiar; en ocasiones se le pide al familiar levantar un acta ante alguna institución de derechos humanos que expliquen la situación, y sólo se permite que el paciente esté internado de forma involuntaria por un período máximo de 14 días. Normalmente, durante este periodo en que estos pacientes son medicados, les pasa la crisis por la que ingresaron, se dan cuenta de que necesitan ayuda y aceptan quedarse voluntariamente para ser tratados.

Pero si éste no fuera el caso y la persona ingresada siguiera insistiendo en que no quiere estar ahí, ya no se le puede detener (salvo casos excepcionales en donde el desequilibrio sea muy evidente y un segundo médico prescriba el internamiento).

Insisto, puede haber casos aislados en donde todas estas condiciones se den y, sin embargo, la persona internada contra su voluntad en realidad esté sana. Pero de acuerdo a lo que nos explicó Gabriela Carrera, Presidenta de la organización VOZ Pro Salud Mental, estos son los menos; es muy común que las personas que sufren una enfermedad mental tengan delirios de persecución y piensen que alguien está tratando de hacerles daño, de privarles de su libertad u otras fantasías. Y cuando alguna de estas personas logra, por así estar establecido en la ley, salir de la institución sin haber terminado su tratamiento, es muy común que recaigan y pongan en peligro su propia vida o, en ocasiones, las de terceros.

Es muy difícil juzgar un caso sin conocerlo a fondo y sin tener experiencia tratando enfermos mentales. Y el riesgo de cometer una injusticia siempre existe. Pero es un hecho que en nuestro país se está trabajando para evitar que sucedan casos de internamiento injusto, al tiempo que trata de promoverse la oportuna atención de quienes sufren enfermedades mentales.

De aquí se desprende otro tema importante y quizás más apremiante, sobre el que quisiéramos dejar una invitación a la reflexión. En México sigue existiendo una enorme desinformación sobre lo que son las enfermedades mentales, lo que mantiene un estigma y una discriminación hacia las personas que las padecen. Adicionalmente, los servicios de salud para este sector de la población es insuficiente e ineficiente. El trabajo de concientización y la promoción del derecho a la atención médica para los enfermos mentales es de vital importancia.

Un tratamiento oportuno y adecuado, evitaría mucho sufrimiento entre los pacientes y su entorno inmediato. Para lograrlo, existen organizaciones especializadas que ofrecen capacitación y apoyo profesional. Si tú o algún familiar o amigo es víctima de este tipo de padecimientos, infórmate, pide ayuda. Porque como bien dice la campaña de VOZ Pro Salud Mental: “Solos somos invisibles; juntos somos invencibles.”

Numeralia en México

  • 15% de la población padece alguna enfermedad mental.
  • 7% sufre una depresión mayor.
  • 1.6% tiene trastorno bipolar.
  • 1% esquizofrenia.
  • La cantidad de suicidios se ha duplicado entre los jóvenes de 1999 a 2004.
  • Se estima que en el 2010 el suicidio será la segunda causa de muerte en México.

Qué es la neuropatía diabética

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La diabetes es una enfermedad metabólica que provoca un aumento en la concentración y presencia de azúcar en la sangre, llamada glucosa, debido a un mal aprovechamiento y consumo de esta sustancia necesaria para dar energía al organismo.

Al menos el 50% de los pacientes con diabetes desarrollarán neuropatía diabética, una condición que al paso del tiempo daña temporal o permanentemente los nervios periféricos, explica el especialista en medicina interna José Luis Akaki Blancas, del Hospital Ángeles Metropolitano, quien agrega que “la neuropatía diabética combinada con una mala circulación sanguínea ocasiona úlceras o infecciones en los pies, problema conocido como pie diabético, principal causa de amputación de piernas de pacientes con diabetes”.

Al no corregir las altas concentraciones de glucosa, paulatinamente se deterioran las arterias más pequeñas de algunos órganos, ello incrementa el riesgo de desarrollar otras complicaciones severas. Por ejemplo, “si daña las arterias del corazón, puede presentarse un infarto; si son las de los ojos, una disminución de la visión por retinopatía; en el caso de dañar las arterias del riñón, nefropatía; y si son las de las extremidades inferiores, el pie diabético, por neuropatía diabética”, comenta.

Controlar con éxito la enfermedad y sus complicaciones, es un arduo trabajo que requiere de todos los apoyos científicos posibles.

Por ello, además de los programas de tratamiento que se llevan a cabo en varias instituciones del Sector Salud, mundialmente existen trabajos de investigación, como el estudio Sydney (Syntomatic Diabetic Neuropathy), que mostró que el ácido tióctico (Thioctacid) es una de las opciones terapéuticas más efectivas en la disminución de síntomas y mejoramiento de la función de los nervios en pacientes con neuropatía diabética.

Prepara y cuida tu mente

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Globalización y salud mental

Autor: Antoni Talarn Caparrós

Editorial Herder

Este libro explora el impacto de la globalización sobre los habitantes del mundo desde diferentes perspectivas, pero bajo una óptica psicológica. Temas como la depresión, el culto al cuerpo o a las adicciones y “nuevas” formas de sufrimiento como la fibromialgia, entre otros, son analizados desde una perspectiva actual.

El equilibrio entre la mente y el cuerpo (Body-Mind Balancing). Cómo relajarse para aliviar las molestias relacionadas con el estrés y el dolor

Autor: Osho

Grupo Editorial Norma

No lo percibimos pero muchas de nuestras dolencias provienen de la falta de comunicación que existe entre el cuerpo y la mente. En este libro podremos aprender a entender, escuchar y estar en estrecha comunicación con estas dos partes de nuestro ser, y así estar en equilibrio a través de una actitud amorosa hacia uno mismo.

Despierte a la vida

Autor: Jean Pierre Marques

Grupo Editorial Diana

Este autor nos propone algunas técnicas de meditación y respiración que nos ayudarán a armonizar y a pensar de manera positiva, de esta forma será mucho más fácil para cada uno de nosotros alcanzar la felicidad. Es indispensable que luchemos por el equilibrio, que aprendamos a compartir, olvidar rencores y buscar la reconciliación para alcanzar el bienestar. Si nos ayudamos a nosotros mismos, encontraremos la paz interior.

El triángulo tóxico

Alcohol, comida y depresión: cómo evitar los excesos autodestructivos

Autor: Susan Nolen-Hoeksema

Editorial Paidós

¿Cuál es la causa del círculo vicioso que lleva a muchas mujeres a comer de manera compulsiva, beber y deprimirse? La autora, experta en depresión femenina, examina cómo estos tres problemas pueden amenazar gravemente la salud y el bienestar. Enseña a las mujeres a aprovechar su fuerza emocional y personal para superar el estrés provocado por una relación destructiva con la comida, el alcohol y las depresiones.

El poder del pensamiento flexible

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El poder del pensamiento flexible

Autor: Walter Riso

Grupo Editorial Norma

Como podrá verse en este libro, la rigidez psicológica enferma genera sufrimiento (estrés, despreció, ansiedad, hostilidad) y promueve una violencia individual y social significativa.
Si decides ser flexible, te quitarás un enorme peso de encima al ver que nada está predeterminado y que puedes ser el último juez de tu propia conducta.

Los engranajes del I Ching

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Los engranajes del I Ching

Autor: Cyrille Javary

Editorial Siglo XXI

El I Ching o Clásico de los cambios, es el pedestal de todo el pensamiento chino y una de las más fascinantes máquinas de conexiones que el espíritu humano haya podido producir. Tiene la ambición de ofrecer una herramienta que permite orientarse en una realidad en perpetuo cambio.

Transexualidad: la paradoja del cambio

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Transexualidad: la paradoja del cambio
Autores: David Barrios Martínez y María Antonieta García Ramos
Editorial Alfil

El libro desmitifica la condición transexual y la falsa idea del “cambio de sexo”. Nos comparte testimonios de personas de ambos géneros que llevan al cabo la transición de uno al otro: son historias de vida llenas de valor y entereza. Puedes consultar la página: www.editalfil.com

Depresión resistente al tratamiento

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Alrededor del 35% de los enfermos con depresión que recurren a medicamentos no muestran una respuesta adecuada en un primer tratamiento, por lo que, en caso de cumplir entre 6 y 8 semanas sin mejoras significativas, se le puede diagnosticar la llamada Depresión Resistente al Tratamiento. Ésta se presenta en niveles muy severos para los pacientes, por lo que se encuentran altamente expuestos al suicidio.

¿Sientes que todo se te olvida?

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mano con lápiz anotando en otra mano que en cada dedo tienen una hoja pegada
Cuando un paciente tiene Alzheimer es importante el ejercicio físico, pero también lo es la actividad mental como realizar crucigramas, jugar memorama, leer, aprender cosas nuevas.

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Tener una buena salud es importante, para ello hay que realizarse chequeos médicos cada determinado tiempo y, conforme avanza la edad, deben ser más regulares y específicos

Esquizofrenia

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Aproximadamente un millón de personas en México viven con esquizofrenia, un trastorno mental en el cual es difícil para el paciente diferenciar entre experiencias reales e irreales, su percepción puede distorsionarse haciendo que escuche y vea cosas que de hecho no están ahí; no puede pensar de manera lógica, sus pensamientos parecieran estar mezclados o cambiar bruscamente de un tema a otro; no tiene respuestas emocionales normales ante los demás ni puede comportarse normalmente en situaciones sociales.

Actualmente, la esquizofrenia ocupa el octavo lugar entre las causas de incapacidad de las personas entre los 15 y los 45 años de edad. Este padecimiento reduce la expectativa de vida en 10 años, principalmente con la recurrencia al suicidio.

E existen dos tipos de síntomas: los llamados “positivos” que incluyen delirios y alucinaciones que ocurren cuando el paciente ha perdido el contacto con la realidad y los síntomas “negativos” que incluyen: aplanamiento emocional o falta de expresión; incapacidad para comenzar y terminar actividades; habla breve y aparentemente incoherente; así como falta de interés e incapacidad de experimentar placer. Por lo tanto, la palabra “negativo” no se refiere a la actitud de la persona, sino a la ausencia de ciertas características que normalmente tendría.

Los pacientes con esquizofrenia tienen una escasa calidad de vida, ya que, aunado a los síntomas y los efectos secundarios de los tratamientos, son objeto del rechazo y aislamiento. Son estigmatizados por su padecimiento, debido a que los familiares, amigos, y gente en general con frecuencia no entienden esta enfermedad y los rechaza o simplemente no les brindan la ayuda que necesitan.

Causas

Los factores genéticos parecen jugar un papel importante, ya que las personas que tienen familiares con esquizofrenia pueden ser más propensas a presentar la enfermedad. Algunos investigadores creen que determinados sucesos en el ambiente podrían interactuar con los factores genéticos y desencadenar los síntomas de la esquizofrenia ; por ejemplo, problemas durante el desarrollo intrauterino (infección) y el parto, podrían aumentar el riesgo de sufrir esquizofrenia posteriormente, aunque las causas de la esquizofrenia aún se desconocen.

Calidad de vida

La calidad de vida de las personas que padecen esquizofrenia se ve afectada ya que el paciente puede sentirse asustado, ansioso y confundido debido a que vive en un mundo distorsionado por alucinaciones y delirios.

En ocasiones, el paciente puede parecer distante, indiferente o preocupado. En otras, puede mantener una pose fija, rígida, sin moverse ni emitir sonido durante horas. O puede estar completamente alerta, moverse constantemente y hacer algo sin parar.

El pensamiento desordenado interfiere con la planificación, motivación y comunicación. Un paciente puede utilizar palabras sin sentido o saltar de un pensamiento a otro no relacionado. El aislamiento social hace que la persona esquizofrénica se recluya. Esto puede suceder debido a una intolerancia a estar entre multitudes, reuniones pequeñas e inclusive con una sola persona.

Tratamiento y expectativas

El paciente con esquizofrenia necesita apoyo de un gran número de personas en diferentes roles, entre ellas están los familiares, los profesionales de la salud, los amigos o vecinos.

El panorama de las personas con esquizofrenia ha mejorado en las últimas dos décadas. Si bien no se ha encontrado una cura definitiva, los tratamientos modernos permiten que los pacientes con esquizofrenia lleven vidas independientes y satisfactorias.

Por ello, es de vital importancia que los pacientes y familiares consulten al psiquiatra que es el especialista adecuado para este padecimiento, para recibir la ayuda profesional necesaria y obtengan un diagnóstico rápido para comenzar el tratamiento lo antes posible y logren reincorporarse a su vida normal.

Testimonio: vivir en un psiquiátrico

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Quizá me precipite, sé que es el correctivo de mi madre, no es para tanto. Ya llegué hasta aquí y a ver qué pasa, ella no va a poder más que yo.

¡Julieta Molina!… anunció la bocina.
-Sí, aquí estoy.
-Pásele y quítese toda la ropa, ¿viene alguien con usted?
-Sí, mi mamá.
-Entréguesela y conserve los zapatos, aquí está una bata. El trámite de admisión se llevó la mañana. La carta de hospitalización contenía errores en el nombre, fue entonces cuando Julieta recordó su nacimiento: el cuarto era azul, las chambritas, mamelucos, incluso la cunita; todo estaba listo, salvo el hecho de que al nacer había sido mujer.

A su madre le costaba trabajo mirarla, qué desilusión, el varón tan esperado se tardaba, era el segundo embarazo y nada. El padre miraba de reojo: ¡Pronto llegará!

De repente hizo la aparición: su hermanito. El tercero, al fin, un mocoso rubio, ojos verdes, con caireles, qué ridículo; y lo predecible fue real: la atención familiar se focalizó en él: las miradas, las caricias, el amor.

Como buena triada la repartición del cariño cumplió la ecuación: su hermana mayor ganó el del padre y el “mocoso” el de la madre. Ella… nada.

Aquella falda que tanto trabajo le había costado coser y la blusa que Arturo, el primer hombre que la hizo sentir mujer, le había traído de Oaxaca, quedaron en la silla, testigos de ese pasado que a su madre le ocasionaba constante vergüenza.

Si tan sólo hubiera guardado ese “toque”* en mi cajita, pensó.

Encaminada por una enfermera se dirigieron al ascensor. Se abrió la puerta del pabellón siete, sólo para mujeres.

-¿Ay mi’jita, pues cuántos años tienes?
Le pregunto la enfermera en turno.
-Dieciséis.
-Mira, aquí está tu cama, la número veintiocho. Estás muy chiquita y ya toda una drogadicta, a las ocho se apagan las luces, más te vale dormirte, no quiero problemas.

Estaban en un cubículo con capacidad para seis pacientes, era un páramo de mujeres sin fuego en el corazón. Ahí conoció a Miriam, una mujer de la costa, muy delgada, embarazada, fumaba cigarrillos uno tras otro, depositaba la ceniza en la palma de su mano y la comía.

-Ella es una paciente en tránsito, cuando se embaraza, se hace la loca y los tiene aquí. Comentó la enfermera.

Enfrente estaba Toña, sentada en la cama balanceando sus pies en peso muerto, único movimiento posible después de haberse dedicado a inhalar cemento, daño cerebral ¿14 años?

La cama de junto le pareció más acogedora, estaba junto a la ventana.
-¿Me puedo dormir aquí?
-¡Esa cama es de Violeta, se escapó anoche!, gritó otra paciente.

Después los doctores comenzaron a escarbar su sombra, infinidad de análisis para descubrir sus por qué y erradicar aquello que la hacía diferente.
Pasaban los días, desayunaba en la cafetería de la planta baja, miraba a los otros y poco a poco fue conociendo a algunos pasantes de psiquiatría.

Están más zafados que yo y son doctores, pensaba.
Tomó el elevador para ir a su pabellón, se abrieron las puertas y se topó de frente con un hombre de escasos veintidós años, piel trigueña y ojos cafés, venía acompañado por un sujeto mayor de pelo blanco y con acento extranjero. Se vieron a los ojos con una mirada dulce.

-¿Cómo te llamas?
-Julieta, ¿y tú?
-Carlos, ¿estás de visita?
-No, soy paciente.
-¡Ah! igual que yo, estoy en el piso nueve, ¿por qué te ingresaron?
-Me peleé con mi madre, creo que me odia y aquí estoy ¿y tú?
-No sé, no escuchan las voces que yo oigo y me da miedo lo oscuro, una vez me aceleré tanto que golpee a un maestro y me trajeron para acá.
Se abrió la puerta.
-Bueno, hasta luego.
-Te busco.

Sentada en la cama lo recordó toda la noche, hasta llegó a pensar que valía la pena estar ahí. Quería verlo otra vez, saber más de él.

Amaneció y con el pretexto de ir con la trabajadora social, salió a buscarlo. Sólo podían coincidir en el elevador, debía tener mucha suerte para encontrarlo.

La puerta se abrió, ahí estaba, hermoso, irradiando, su deseo por ella y ella por él.

-Hola, dijo Carlos
-Hola.

Y en ese momento sus labios se encontraron en un beso prolongado que duró del piso nueve a la planta baja.

Julieta sintió que el corazón se le salía del pecho, se dice que ese músculo sólo tiene funciones de circulación; pero le dolía de tanto deseo, de tanto calor, dolencia de estar con él, de esperar para coincidir con él en el elevador. Se besaban y Julieta se inundaba de ese sentimiento que tantas veces le fue negado. Así se amaron durante siete días. Los más hermosos de su corta vida.

Pasaron varios días y no volvió a verlo nunca más. Dicen que sus familiares lo llevaron lejos, muy lejos, y aquél hombre que lo acompañaba, vino por él, para internarlo en el extranjero.

Julieta se sintió más sola que nunca.

Después de una semana regresó Violeta, la paciente que se había escapado justo el día en que Julieta llegó, estaba asustada, golpeada, narcotizada.

-Ésa es mi cama, ¡Quítate de ahí!,
-Sí, está bien, sólo la guardaba para ti, pero no te enojes.

Durante la noche dejaron a Violeta en el cubículo de aislamiento donde varias habían muerto por descuido y olvido, bajo el argumento de que se calmara.

Se conocieron poco a poco, incluso se llegaron a querer, se apoyaban y se encubrían.

Una noche que no podía dormir, Violeta le dijo:
-Pídele una pasta** a la enfermera, sí te la da.
-Señorita no puedo dormir, ¿me da algo?
– Si, pero ya cállate.

La enfermera le dio dos pastillas, Julieta durmió toda la noche y parte de la mañana, no podía volver en sí, comenzó a parpadear y al hacerlo vio la figura de esta mujer grande y robusta que había sido entrenada para lograr el sometimiento físico y emocional de las pacientes. La arrastró hacia las regaderas, abrió el chorro de agua helada y el frío hizo que abriera de golpe los ojos.

-¡Despabílate que vienen los doctores a pasar visita!
-Estoy muy mareada y tengo sueño.
-¡Cállate o te doy!

Con sus toscas manos la mantuvo sentada en la cama hasta que se fueron los doctores, y recordó por qué llegó ahí, una vez más ese rechazó, el de su madre, el de todos. Mojada hasta los huesos y con una tristeza que la acompañó toda la vida, terminaron los exámenes.

Al fin su carta de alta, despedirse de Violeta no fue fácil, su amiga permanecería mucho tiempo más, la olvidaron en ese lugar, su familia no la podía mantener y su padecimiento mental era irreversible.

Durante muchos años, la curiosidad por escarbar su pasado la acosó, hasta que finalmente regresó para tratar de entender esa etapa de aislamiento. Al salir la respuesta del médico aún le provocaba un sabor ácido en la boca:

-¿El Dr. Carrillo?
-Sí
¿Doctor cuál fue el diagnóstico?
-¿Cómo te llamas?
– Julieta.
-Mmm sí, tenías una fuerte desorientación.

*Cigarro de marihuana
** Medicamento para dormir

Resalta tu belleza al natural

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