noviembre 20, 2024

Bertha Aguilar y Fernando García

Gabriela Mata Velázquez
Gabriela Mata Velázquez

Hasta hace unos años, Berta Aguilar, vicepresidenta de Fundación CIMA, y su esposo Fernando García Rochín, formaban un matrimonio joven que, como cualquier otro, disfrutaba intensamente de su sexualidad y de su vida en pareja, hasta que el cáncer de mama invadió su intimidad y los sometió a la más difícil prueba de amor y fortaleza.

Berta comenta: “fue una etapa muy difícil, que afectó mucho nuestra relación, porque la sexualidad es algo con lo que naces y los senos son una parte muy importante en el aspecto sexual, entonces cuando no tienes uno de tus pechos siendo tan joven, te corta de tajo tu sexualidad. En nuestro caso, él me apoyaba al cien por cierto, pero era yo la que no se aceptaba y el distanciamiento fue muy fuerte”.

A Berta le detectaron cáncer de mama a los 30 años de edad, cuando la vida la acababa de bendecir con su segundo hijo, una niña hermosa a la que llamó Renata, y el miedo de morir dejando desprotegido a éste ser tan indefenso y al pequeño Santiago, de apenas 2 años de edad, comenzó a apoderarse de ella.

“Es muy fácil tener fe cuando te va bien en la vida, pero en esos momentos yo sentía coraje, rabia, porque sentía que era una persona que siempre había hecho bien las cosas, entonces me preguntaba ¿por qué a mí?”.

Lo más difícil para Berta fue enfrentarse al espejo sin un seno, “mutilada”, aunque nunca pensó que no sólo ella la estaba pasando mal con esta situación.

En este sentido Fernando comenta: “yo tuve que enfrentar la enfermedad de Berta en solitario, porque tenía que mostrarme fuerte ante ella y ante la familia. Además, como hombre no estás acostumbrado a mostrar tus sentimientos, porque se piensa que es sinónimo de debilidad.

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“Lo más importante para mí era demostrarle que para mí ella es más que un seno, que me había casado con ella por su esencia y lo único que quería era tenerla con nosotros por muchos años más. Trataba de hacerle sentir que para mi seguía siendo esa persona hermosa con la que me casé. Era una etapa de duelo, que afortunadamente pudimos superar y hoy en día nos sentimos agradecidos, porque la enfermedad nos permitió valorarnos como personas y fortalecernos como pareja”.

Quererte a ti misma es fundamental para superar el cáncer

-¿Cuál fue la primera reacción ante la enfermedad?

Berta: “Fue un trancazo muy fuerte, porque estaba segura de que iba a morir. Mi prima había muerto un año antes a causa de esa enfermedad y mi tía materna también, pero yo era tan ignorante que pensaba que era algo que sólo estaba en la sangre de mis primas”.

“Después vino la negación, yo era la primera que no me aceptaba, pero, ¿cómo me iba a querer al verme mutilada en el espejo? Ahora sé que quererte a ti misma es fundamental para superar el cáncer, pero es algo que lleva un proceso largo. Cuando me cayó el veinte, me di cuenta de que el cuerpo tarde o temprano se acaba, aunque tengas los dos senos”.

Fernando dice al respecto: “La noticia nos la dieron juntos, con los padres de Berta y fue un golpe muy duro, pero fue un tema que siempre hablamos abiertamente, incluso, delante de los amigos”.

Berta: “Muchos de nuestros conocidos no sabían cómo reaccionar y bajaban la mirada discretamente para ver mi seno mutilado. Afortunadamente ya hay muchos hombres que lo aceptan. Entienden que su mujer está enferma, aunque también me ha tocado conocer casos en que los hombres no lo logran comprender, por su machismo”.

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Después de esta experiencia Fernando reconoce el valor que tienen las mujeres al enfrentarse a esta enfermedad: “miro a la mujer con un gran respeto, por la fortaleza que tiene para manejar estas cosas. Yo admiro mucho a Berta porque aún cuando le hicieron una operación prácticamente de caballo, todavía tenía el ánimo de llevar a los niños al club para que no perdieran su infancia”.

“Para mí era impresionante ver sus ganas de vivir, entonces, no me quedaba más que decir: yo de qué me puedo quejar. Los hombres tendemos más a ver lo superficial, porque hasta que no pasamos por algo así, no podemos entender que también nosotros estamos expuestos a un accidente que nos deje mutilados o incluso, a padecer de cáncer de mama. Nos olvidamos de que todos podemos pasar por lo mismo”.

Actualmente, tanto Fer como yo, a través de CIMA, apoyamos a las parejas que están pasando por una situación similar y eso me hace sentir orgullosa, expresa Berta.

”Ahora sé que Dios me mandó esta enfermedad por algo, porque yo tenía una misión que cumplir y lo estoy haciendo. Hoy me acepto como soy y ni siquiera tengo intenciones de reconstruirme con algún implante, porque sentiría una parte falsa en mí. Hoy soy una nueva Berta”.

“Soy una mujer afortunada, porque tengo un marido maravilloso y gracias a él pude superar la enfermedad”.

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