La Tierra es un gran imán y todos los seres vivos estamos sometidos a su fuerza magnética.
Sobre la marcha, cada célula de nuestro cuerpo actúa como una pila eléctrica cuyos átomos danzan a distintas frecuencias a partir de los estímulos que reciben de la atmósfera.
Y es justo la reacción del cuerpo frente a dichos estímulos lo que nos interesa el día de hoy.
La medicina alternativa está convencida desde hace décadas; la medicina tradicional se lo toma con más calma, sin embargo, cada vez es menos escéptica frente al hecho de que el “biomagnetismo”, o terapia basada en la aplicación de imanes sobre el cuerpo, es una herramienta de gran utilidad para la cura de enfermedades y, sobre todo, poco invasiva.
Su principal postulado: cada célula del cuerpo posee un polo positivo y uno negativo y cuando el equilibrio de este campo magnético se pierde, se manifiesta a través de dolor y enfermedad.
La tarea del biomagnetismo es justamente generar nuevamente el equilibrio de la frecuencia vibratoria de las células.
¿Demasiado simple para ser eficaz?
Un par de ejemplos para hacernos reflexionar. La medicina del deporte utiliza cada vez más los imanes para agilizar la recuperación de los atletas ante golpes o desgarres -vía rodilleras o cinturones imantadosporque ha probado que el dolor cesa con mayor rapidez y la reparación de tejidos es más veloz.
No hay magia detrás del hecho, simplemente, los imanes atraen el hierro (hemoglobina) de la sangre, lo que provoca una circulación más activa y con mayores dosis de oxígeno, lo que facilita la reparación de tejidos.
Otro dato, los astronautas utilizan imanes cada vez que se hallan al interior de una nave espacial durante una misión debido a que esto les garantiza que su sistema óseo no se fragilice, y les permite también compensar otras deficiencias magnéticas derivadas de la salida de su entorno habitual.
¿Qué enfermedades puede curar el biomagnetismo?
Lo primero que hay que decir es que no debe improvisarse la aplicación de imanes.
Estos deben tener una potencia específica (entre 200 y 4,000 gauss) y es necesario respetar ángulos específicos para su colocación, por lo que es
indispensable la participación de un experto.
Se trata también, hay que aclarar, de una terapia contraindicada para personas que utilizan marcapasos.
Sin embargo, respetadas dichas salvedades, el biomagnetismo es útil en la destrucción de virus y bacterias; en la recuperación de lesiones musculares y fracturas óseas; y en el control del estrés e insomnio; entre otros padecimientos.
En México, su principal exponente es el doctor Isaac Goiz, médico creador de la teoría del Par Biomagnético y un convencido de que incluso enfermedades como el Sida son tratables a través de esta técnica.
Teoría que genera defensores y detractores a partes iguales. Sin embargo, el Davy Faraday Research Laboratory de la Royal Institution of Great Britain, el Instituto de Tecnológico de Biomética Avanzada de Italia, el Instituto de Ingeniería Biomédica de Alemania, y el Centro de Investigaciones de General Electric en Estados Unidos, trabajan activamente desde hace 20 años en integrar el biomagnetismo a la medicina, especialmente en ámbitos como la detección temprana de tumores cerebrales.
Vale la pena echar un vistazo al biomagnetismo y recordar que son los principios básicos del universo los que rigen con frecuencia nuestro equilibro como seres humanos.