La pérdida de un ser querido

Para Freud, el duelo es, por regla general, la reacción ante la pérdida de la persona amada o la pérdida de factores como la patria, la libertad, los ideales, etc. Con esto se refiere a que el duelo no siempre está relacionado únicamente a la pérdida de alguien que amamos, sino que, constantemente, nos enfrentamos a diferentes pérdidas en nuestra vida, como no lograr algún ideal u objetivo, o algún cambio en nuestra vida que implique renunciar a algo. Incluso, conforme vamos creciendo, podemos enfrentarnos a duelos como el de la pérdida del cuerpo infantil, del empleo, de la salud, etc.

En cuanto al duelo que se genera tras la muerte de un ser querido, es algo, desafortunadamente, inevitable, ya que si algo sabemos los seres humanos con certeza es que nuestra vida es efímera y tiene caducidad.

El duelo puede llegar a ser un proceso muy angustioso y doloroso, pues enfrentarse con la muerte de alguien no sólo resulta triste por la pérdida de la persona en sí, sino que también puede confrontarla con su propia muerte, lo cual despierta muchas reacciones y emociones alternas.

La Dra. Elizabeth Kubler Ross, psiquiatra suizo-estadounidense, una de las mayores expertas mundiales en la muerte, los moribundos y los cuidados paliativos, se dedicó a describir el duelo, así como sus diferentes etapas:

1) Negación y aislamiento: Es un mecanismo de defensa al que recurrimos para protegernos del dolor ante algo inesperado.

2) Ira: Ante la pérdida, la negación es sustituida por el enojo. Esta emoción se combina con la desesperación por estar viviendo esa situación. Aquí la persona se cuestiona constantemente acerca de por qué le sucedió a ella (él); incluso, en ocasiones, llega a haber cierto reclamo hacia Dios y enojo hacia todos los que rodean a la persona. Sin embargo, es importante que la familia no tome este enojo de manera personal.

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3) Negociación: Ante el sentimiento de angustia y dolor frente a la realidad que se está viviendo, surge la necesidad de intentar establecer un acuerdo para intentar superar la experiencia traumática.

4) Depresión: Cuando la realidad finalmente es reconocida por la persona, se produce una tristeza profunda mejor conocida como depresión, la cual tiene muchas manifestaciones tanto físicas como emocionales, entre ellas: ánimo decaído, alteraciones del sueño, fatiga, ansiedad y, en ocasiones, hasta ideas de muerte e ideación suicida. En esta etapa es muy importante brindar todo el apoyo posible a la persona que está atravesando por este duelo y mantener una comunicación abierta y constante. En muchas ocasiones, ver llorar a alguien nos angustia mucho pero es importante permitir que la persona exprese su tristeza a través del llanto, ya que, de lo contrario, al impedir la libre expresión, el dolor no se libera y se vuelve patológico. Aunque cabe señalar que la elaboración del duelo no depende únicamente del llanto, sino de ir digiriendo poco a poco la ausencia de la persona y llegar a la renuncia total de la misma.

5) Aceptación: es la etapa final a la que, idealmente, se debe llegar en la elaboración de un duelo sano, donde como su nombre lo dice, se logra la aceptación de la pérdida de la persona y se consigue volver a la vida cotidiana, a pesar de la ausencia.

No obstante, es importante señalar que no todos los duelos son iguales. No todas las personas viven estas etapas en orden; muchos brincan de una a otra e, incluso, hay quienes se pueden quedar en alguna permanentemente.

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Asimismo, el duelo depende, en gran medida, a las circustancias en las que falleció la persona; es decir, no es lo mismo una muerte anticipada a causa de una larga y penosa enfermedad o una muerte violenta o repentina.

La duración de un duelo varía pero, por lo general, se espera que los síntomas agudos se vayan suavizando y entre el primer y segundo mes posterior a la pérdida, el doliente pueda regresar a sus labores cotidianas.

Las fases que anteriormente se describieron pertenecen al esquema del proceso de duelo, pero ¿cómo sería un duelo patológico? Hablamos de un duelo patológico cuando la persona se encuentra estancada en una de las etapas de duelo; por ejemplo, en la negación o el enojo, lo cual le impide seguir con su vida y nunca logra digerir la pérdida. Esto ocurre frecuentemente cuando se trata de personas que han perdido a alguien de manera violenta o repentina.

Recomendaciones frente a la pérdida de un ser querido:

• No sentir temor de expresar el dolor. Hable abiertamente de él y si desea llorar, hágalo.

• En caso de incineración, no se recomienda que las cenizas permanezcan en casa.

• No sienta pena por pedir ayuda. Si el dolor no le permite continuar con su vida diaria, recurra a un especialista, él podrá ayudarle a aceptarlo y sobreponerse a la pérdida.

• En cuanto esté listo, es necesario remover las cosas de la persona que ha fallecido.




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