Todos hemos sentido miedo alguna vez en la vida. Se trata de una emoción que se caracteriza por un sentimiento desagradable e intenso, acompañado de angustia, y que es provocado por la percepción de un peligro real o supuesto. El miedo es un sentimiento fundamental, universal e inevitable y, en ciertas ocasiones, necesario, ya que forma parte de un esquema adaptativo, al ser un mecanismo de supervivencia y de defensa que permite al individuo reaccionar ante situaciones adversas con rapidez, cautela y eficacia.
La mayor parte de los niños tiene algún tipo de miedo en cierto momento. Los miedos se consideran una parte normal del desarrollo del niño y en cada etapa los miedos que se presentan son de distinto tipo. El niño todavía no entiende el mundo que lo rodea y, en ocasiones, le es difícil distinguir lo real de lo imaginario; empezar a tener confianza en el mundo exterior es todo un proceso. Los miedos son una expresión de la inmadurez del yo del infante. La mayor parte de estos son transitorios, van desapareciendo a medida que el niño va creciendo y su psique va madurando y desarrollándose. Los miedos pueden incrementar en periodos de estrés elevado. Asimismo, algunos niños son más temerosos que otros, esto depende del temperamento individual de cada uno. No obstante, es común que los niños con padres muy ansiosos o temerosos que tienden a reaccionar de forma exagerada, aprendan estas conductas y reaccionen de manera similar.
Algunos de los miedos más comunes son:
– Miedo a las personas desconocidas. Primeramente, se da alrededor de los 8 meses de edad, cuando al niño le angustia la presencia de extraños. Según el Médico y Psicoanalista Spitz, es un indicador de un buen desarrollo psicológico.
– Miedo a los ruidos fuertes e inesperados/ movimientos repentinos, que se presenta a los primeros meses de vida.
– Miedo a los truenos y las tormentas
– Miedo a objetos raros
– Miedo a estar solo
– Miedo al abandono y a la separación. Es un indicador de maduración. A partir de los 2 años aproximadamente los niños reconocen la ausencia de los padres y temen el abandono, por lo que es importante hacerle ver al niño que que cuando los padres se van sí regresan).
– Miedo a las pérdidas/ a la muerte
– Miedo a la oscuridad
– Miedo a los monstruos
– Miedo a los animales e insectos
– Miedo a terrores nocturnos/ pesadillas
– Miedo a la escuela, relacionado a la angustia de separación o a situaciones concretas que se presentan en ese contexto.
Es común que estos temores sean inducidos por el ambiente externo (películas, cuentos, historias de los amigos), a causa de la fase de desarrollo en la que se encuentra y las experiencias que va viviendo tanto en casa como fuera de ella.
Estos miedos suelen disminuir con la presencia de los padres y acostumbran a desaparecer sin llegar a crear un problema importante. Si notas que tu hijo está presentando alguno de estos miedos es muy importante respetar sus sentimientos y temores y no ignorarlos. Al comprender y tranquilizar al niño, éste se siente protegido. No se debe criticar a los niños ni regañarlos o reírse de ellos porque tengan miedo. Se recomienda hablar con el niño acerca de sus temores y sus sentimientos sin reaccionar de forma exagerada, ya que esto solamente refuerza las reacciones del pequeño); de esta manera, juntos encontrarán una solución. Es importante ayudarles a encontrar y desarrollar las herramientas, métodos necesarios y adaptativos para enfrentar sus miedos en vez de sobreprotegerlos, ya que esto impide la independencia y le hará creer que hay un motivo real por el cual sentir miedo.
Hay que brindarles todo el apoyo para evitar que sientan miedo. No obstante, tampoco es útil forzarlos a enfrentarse de manera abrupta y obligatoria a lo que temen, ya que puede ser contraproducente. Lo que tu hijo necesita es el mayor apoyo y presencia posible a medida que aprenda a manejar y dominar sus miedos. Los padres pueden servir de modelo al enseñar a los niños a lidiar con este tipo de situaciones.
Si los miedos se prolongan de forma exagerada, son temores irracionales (que sea o no un miedo irracional depende de la edad y la fase de desarrollo). Si tienen al niño excesivamente preocupado con el tema u objeto temido al grado que es tan intenso que impide llevar una vida normal y no se puede calmar ni distraerlo, es entonces cuando podemos hablar de una “fobia”. En este caso, es recomendable que el niño asista a una terapia psicológica para poder enfrentar y superar este trastorno.