La parálisis cerebral es la causa más frecuente de discapacidad motora en la infancia, reportándose cada año aproximadamente 12,000 nuevos casos en el país y representando un enorme impacto emocional, financiero y de discapacidad física que involucra al afectado como a todas las personas que lo rodean, sin importar su estrato social.
Con motivo de la conmemoración del Día Internacional de las Personas con Discapacidad el 3 de diciembre, la doctora Sofía Durán, médico especialista en rehabilitación física, señaló que se estima que cada hora nace un niño o niña con Parálisis Cerebral Infantil (PCI), presentándose en el 6 por ciento de los casos de nacimiento prematuro.
La parálisis cerebral infantil es un trastorno neuromotor en el que están alterados los mensajes que van del cerebro a los músculos, provocando que el funcionamiento o el desarrollo de una parte del cerebro del niño no sea el adecuado o el esperado.
El área afectada es una de las que controlan la coordinación muscular y ciertos movimientos corporales necesarios para mantener el equilibrio, por lo que los niños con este trastorno presentan cierta dificultad para controlar sus movimientos, los cuales pueden ser lentos, burdos o entrecortados, debido a la rigidez o debilidad que se presenta en su musculatura, así como espasmos o movimientos involuntarios.
«No es una enfermedad hereditaria, sino un problema que se presenta alrededor del nacimiento de un bebé que puede tener su embarazo totalmente normal y durante el parto o la cesárea puede tener complicaciones”, indicó la especialista.
Causas de la PCI
Puede deberse a una infección materna durante las primeras semanas de gestación, por presentarse un parto con complicaciones o prematuro que impida al bebé respirar normalmente al nacer; hemorragia cerebral; hemorragia intravascular, es decir, hacia cavidades internas del cerebro; desarrollo anormal del cerebro sin razón aparente; desorden genético, aunque en ambos casos los padres estén completamente sanos, etcétera.
A diferencia de lo que la gente piensa, en muchos casos de niños con antecedente de parálisis cerebral infantil, el daño se refleja en el área del movimiento ocasionando un déficit en el control y coordinación de algunas de sus extremidades, lo que provoca movimientos anormales o involuntarios que limitan su función, como marcha o destreza en sus manos; ello dependerá del área del cerebro que este dañada, pero no es sinónimo de que su intelecto, lenguaje, audición o visión este afectados.
“Los niños con PCI son niños que logran escolarizarse y alcanzar estudios universitarios sobre todo si el apoyo familiar es suficiente como para sobrellevar todas las barreras arquitectónicas con las que contamos en nuestro país. De ahí la importancia de lograr con rehabilitación y las diferentes especialidades, que un niño sea capaz de moverse de manera independiente o bien con ayuda de algunos implementos ortopédicos”, enfatizó la especialista.
Dependiendo del área del cerebro que esté afectada, se generará alguno de los tres tipos de parálisis cerebral: espástica (rígida), atetósica (sin coordinación) y atáxica(flácida).
Importancia del tratamiento integral de la PCI
El tratamiento para este padecimiento va desde la terapia física, medicación, cirugía ortopédica e incluso el uso de prótesis.
De acuerdo con la doctora Durán, la incorporación de la Toxina Botulínica Tipo A, ha demostrado desde hace varios años importantes resultados en costo- beneficio para el paciente y sus familiares, ya que ayuda a intensificar la rehabilitación, lo cual puede ayudar a evitar una necesaria cirugía.
«La rehabilitación puede ayudar a facilitar y mejorar función, movilidad, desarrollo en estos pacientes, sin embargo con la aplicación de la Toxina Botulínica Tipo A se logra disminuir dolor, esfuerzo y tiempo que implica lograr ciertas metas durante el proceso del tratamiento, por ejemplo: facilitando el uso e férulas o aparatos para mejorar postura y disminuir considerablemente el esfuerzo del niño o niña por mantener, lograr y afinar ciertas funciones o posturas. Por otra parte debido a que la espasticidad provoca una contracción en ciertos músculos de manera involuntaria y constante, ésta puede provocar en un niño o niña en desarrollo dolor articular y aún peor deformidad en huesos que están en crecimiento, limitando su funcionamiento.”
Agregó que este tratamiento ha logrado disminuir el número de cirugías ortopédicas así como la edad en la que se tienen que realizar, teniendo como resultado el mantener una función muscular más equilibrada permitiendo a los niños al finalizar el tratamiento caminar, vestirse y jugar en forma gradual hasta hacerlo solos. El efecto de este medicamento es de 3 a 6 meses pero si se combina con rehabilitación los resultados lograrán un beneficio aún mayor al esperado».