El creativo cineasta taiwanés Ang Lee, ganador del Oscar por el profundo relato de amor que nos regaló en Brokeback Mountain, ofrece ahora otra aguda obra sobre las pasiones humanas en la que vuelve a adentrarse en la complejidad del alma humana.
Se trata de Lujuria y traición (Lust, caution), coproducción de China y Taiwán, con participación estadunidense, en la que sorprende por la agudeza de su resolución.
Con mucha mayor libertad de la que tiene ante las restricciones de la censura moral impuesta por los grandes estudios de Hollywood, Lee se muestra cómodo y con mayor soltura para manejar escenas de sexo y captar imágenes que le permiten transmitir la intensidad de las relaciones de su pareja protagonista, con plena justificación dentro del desarrollo de una trama que no deja de ser apasionante.
Cabe resaltar en este sentido que sabe evitar excesos o desvaríos provocadores. Por el contrario, despliega una sutil sensibilidad para no caer en excesos, encontrar el punto adecuado para lograr el justo equilibrio en el contexto narrativo.
Es cierto empero, que por la fuerza de ciertas escenas, el filme resultó demasiado duro para el puritanismo norteamericano actual, por lo que la cinta fue restringida su exhibición a unas cuantas salas de Nueva York o Los Ángeles, principalmente.
Lee no es un provocador ni un exhibicionista. Es un cineasta de talento y lucidez que sabe explorar los conflictos individuales.
Lujuria y traición es un puntilloso thriller erótico que trasciende su dimensión pasional. El relato, ubicado en Shanghai durante la II Guerra Mundial, retrata con convicción el contexto social y político de la época, la presencia de las fuerzas de ocupación japonesas y el papel de la resistencia de los independistas chinos. Por eso se distingue de sus anteriores Brokeback Mountain y la bellísima y brillante El Tigre y el dragón (Crouching tiger, Hidden dragon): aquí prevalece una referencia concreta a los acontecimientos históricos y su influencia en las vidas personales.
La trama se centra en la relación entre Mr. Yee, un poderoso político y su joven amante, Mak Tai Tai, una espía enviada por la resistencia, quien cumple la misión de seducirlo para obtener información que permita su eliminación.
Más allá del trazo de la relación amorosa, plasmada con vitalidad y destreza, Lee toca diversos ámbitos que incitan a una inquietante reflexión: el dilema ético que envuelve a la joven para comprender, entender y sentir un inevitable afecto por su amante-víctima, al saber ella que sólo es la carnada para su muerte.
El resultado es un vigoroso fresco dramático que cala hondo en el ánimo del espectador porque llega al fondo de los sucesos. Lee reafirma su gran sentido narrativo y su habilidad para construir el suspenso.
La cinta se enriquece con un poderoso reparto con actores de lengua china, encabezados por el célebre Tony Leung, de Héroe, y Joan Chen, y la grata revelación de la joven de 28 años, Wei Tang.
Cabe resaltar la extraordinaria fotografía del mexicano Rodrigo Prieto, quien precisamente fue nominado al Oscar por su trabajo con Ang Lee en Brokeback Mountain.