Al hablar de la nutrición de nuestra piel, generalmente pensamos en la variedad de cremas y lociones que existen en el mercado, muchas con precios accesibles y otras tan caras que nos parecen casi inalcanzables.
Pero si nos inclinamos más por lo naturista, tratamos de preparar alguna mascarilla de tipo casero con algunos alimentos que podríamos sacar del refrigerador o la alacena, pero jamás pensamos que la nutrición de nuestra piel es mucho más elemental. Nutrir nuestra piel implica alimentar todas y cada una de sus células.
La piel es el órgano más grande del cuerpo, constituye la superficie con mayor área de todo nuestro organismo, representa el 14% del peso corporal (son aproximadamente 10kg. en una persona que pesa 70 kg.), es decir, que nuestra piel pesa más o menos lo mismo que nuestro esqueleto.
En un ser humano promedio la piel tiene una área superficial de entre 1.5 y 2.0 metros cuadrados y un grosor de 2 a 3 mm. dependiendo de la zona del cuerpo de la que estamos hablando, ya que hay zonas con mayor o menor grosor. También podemos considerar que en un centímetro cuadrado promedio nuestra piel contiene aproximadamente 100 glándulas sudoríparas, 4 vasos sanguíneos, 10 mil melanocitos para darle color y más de 155 terminaciones nerviosas.
Nuestra piel protege a nuestro cuerpo del mundo externo; es, además, un órgano sensorial del placer, el peligro o el dolor con múltiples funciones como el control de la temperatura, tiene funciones inmunológicas, de absorción y constituye una barrera de protección contra sustancias químicas, microorganismos, luz solar, pérdida de agua y, además sirve como panel solar para la producción de vitamina D y, sin embargo, le exigimos que tenga bonito color, que esté suave, tersa, sin manchas ni arrugas.
Visto así lo menos que podemos hacer por nuestra piel es cuidarla y nutrirla adecuadamente, lo cual implica hidratarla, no sólo con cremas, sino también tomando suficiente agua, en especial agua natural (no sólo café y refresco) y proporcionarle suficientes proteínas, lípidos, vitaminas y sales minerales a través de nuestra propia alimentación para promover su regeneración.
Algunas de las omisiones en las que frecuentemente incurrimos son:
Deficiencias alimentarias
Es el caso de algunos vegetarianos que no saben balancear adecuadamente su alimentación, ocasionando deficiencias proteicas, o personas que cuidan mucho su consumo de grasa que llegan a presentar deficiencias de ella; tanto las proteínas como las grasas son fundamentales para la regeneración del tejido dérmico.
Otras carencias son las avitaminosis; ya sea por falta de información o de recursos las personas presentan deficiencias que afectan su piel, como sería el agrietamiento de las comisuras de los labios por carencia de riboflavina, el interior de los ojos pálido por deficiencia de hierro, ácido fólico de vitamina B12, manchas blancuzcas y borrosas por falta de vitamina A, o las encías esponjosas y sangrantes por deficiencia de vitamina C.
También el exceso en el consumo puede resultar tóxico, como cuando la piel se tiñe de un tono naranja amarillento por el exceso de carotenos o vitamina A; sus excesos también puede causar perdida de cabello, fragilidad en las uñas o piel seca. El exceso de vitamina E puede resultar carcinogénico.
Celulitis y obesidad
Ambos constituyen signos de alimentación inadecuada. En el caso de la celulitis, que 9 de cada 10 mujeres la padecen, aunque en el mercado existen múltiples productos que prometen exterminarla, no existe una solución fácil ya que éste es un problema multifactorial; sólo el ejercicio intenso, frecuente y a largo plazo permitirá reducir tanto el sobrepeso como la celulitis.
Otro signo de deterioro de la piel debido al sobrepeso lo constituye la acantosis nigricans, que es una hiperpigmentación cutánea de color marrón grisáceo que aparece en zonas de roce como cuello y axilas aparentando falta de higiene, sin embargo, son consecuencias de alteraciones metabólicas debido a la obesidad. Y qué decir de las terribles estrías que son una especie de desgarres internos causados por el sobre estiramiento de nuestra piel.
Antioxidantes y antienvejecimiento
Éstos son temas que han tenido mucho auge en años recientes; se sabe que una alimentación adecuada, combinada con suficiente cantidad de antioxidantes con vitaminas A, C y E, además de minerales como el Zinc y el Selenio, entre otros, pueden ayudar a prevenir el deterioro de nuestro cuerpo, así como la aparición de melanomas, enfermedades autoinmunes y carcinomas.
Hidratación
El agua es el componente más simple de nuestro cuerpo, se encuentra dentro y fuera de nuestras células y gran parte de las reacciones de nuestro organismo se llevan a cabo con base en el agua.
El porcentaje de agua respecto al peso corporal es variable en cada persona, dependiendo de su proporción de músculo con respecto al tejido adiposo. Con base en las necesidades individuales, la recomendación diaria para un adulto promedio varía entre 1.8 y 2.2 litros de agua por día; como la piel es parte de nuestro organismo, podríamos deducir que una piel deshidratada es signo de un organismo deshidratado.
El cuidado de la piel, clave para nuestra salud
Recomendaciones para cuidarla:
-Mantén una alimentación saludable y balanceada, con suficientes antioxidantes provenientes de las frutas y verduras, carnes magras y pescados, así como granos y cereales integrales, además de lácteos bajos en grasa.
-Consume suficiente agua para refrescar tu organismo, eliminar los deshechos e hidratar tu piel.
-Duerme suficientemente, haz ejercicio y exponte al aire fresco.
-Evita lo más posible el estrés.
-No fumes y mantente en ambientes libres de humo.
-Protege la higiene de tu piel.
-Evita exponer tu piel a climas externos.
-Usa bloqueador solar.
*Nutrióloga- Psicoterapeuta.
Antioxidantes naturales
Los cítricos, los kiwis, las frutas rojas, las fresas, los berros, la familia de las coles y el perejil son alimentos ricos en vitamina C. Además de su papel antioxidante, son muy efectivos para la buena cicatrización de las heridas e intervienen en la producción del colágeno, que otorga elasticidad a la piel y hace que se deteriore más despacio.
Cutis luminoso con vitamina E
Además de las frutas y verduras frescas, es aconsejable consumir frutos secos. Una ración diaria, no muy grande, es suficiente ya que aportan muchas calorías. Son ricos en vitamina E, igual que los vegetales de hoja verde y las frambuesas.