Pocas enfermedades tienen un efecto tan negativo en la vida de los niños y adolescentes como es el asma persistente o de difícil control, ya que además del impacto físico y económico que conlleva, existen desafíos psicosociales en el hogar o colegio que los afectados deben superar [1]. Aunque después del diagnóstico su atención debería ser relativamente sencilla, a menudo pacientes y familiares subestiman la gravedad y aumento progresivo de síntomas como tos, falta de aire u opresión en el pecho, dando lugar a las llamadas crisis o exacerbaciones[2], que son el principal motivo de urgencias, hospitalización, ausentismo y bajo rendimiento escolar [3],[4]. (más…)