noviembre 26, 2024

Encierra a la loca de tu casa

La Fiesco
La Fiesco

¿Será acaso que el auto boicot se ha vuelto cotidiano entre nosotras? Imagen: Depositphotos.

Las películas cursis son un arma de doble filo. Hace poco volví a ver una en donde le “destrozan” el corazón a la protagonista a causa –obvio- del galán con miedo a comprometerse, y yo no hacía otra cosa más que mimetizarme en la situación y proyectar lo horrible de su tristeza en mi vida.

Obvio también yo era un mar de lágrimas y buscaba con fervor en aquellos recuerdos, ya olvidados y que ahora ni al caso pero que “necesitaba” traerlos al presente, para recordar lo desdichada que es mi vida. Al final de la película un rayo divino me iluminó y me dije ¿en verdad?, ¿en verdad estás sufriendo y tu vida es horrible? Y no, la verdad es que mi “ahora” es muy bueno. Entonces ¿qué necesidad el buscar el lado gris y triste? Ahí fue cuando me cayó la sensatez y me di cuenta que como a muchas mujeres, me encanta el drama.

¿Por qué dejamos que otros decidan si podemos ser felices?, ¿por qué damos ese poder a otros? Imagen: Depositphotos.

¿Será acaso que el auto boicot se ha vuelto cotidiano entre nosotras? Y sí, yo creo que sí. Hay algo en nuestros genes que nos impide ver el lado positivo y refugiarnos en el drama. Escuchaba a un especialista decir que la felicidad depende 50% de los genes, para empezar estoy frita con esta cifra por la herencia que me cargo. Lo bueno del asunto es que la otra mitad dependen de otros factores, entre ellos la decisión y ahí es donde hay una esperanza.

¿Hay algo en nuestros genes que nos impide ver el lado positivo y refugiarnos en el drama? La felicidad depende 50% de los genes y la otra mitad dependen de otros factores, entre ellos la decisión y ahí es donde hay una esperanza. Imagen: Depositphotos.

¿Por qué si somos mujeres independientes (y no sólo económicamente hablando), trabajadoras, exitosas, que decidimos qué hacer con nuestro cuerpo, nuestra sexualidad, creencias; dueñas de nosotras mismas, no nos hacemos o no queremos responsabilizarnos de nuestros pensamientos, y sobre todo, de nuestra felicidad? ¿Por qué dejamos que otros decidan si podemos ser felices?, ¿por qué damos ese poder a otros?

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Hace años conocí a Maru Tamez del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) y ella decía algo muy fuerte: la mujer mexicana “aprendió” -y al parecer algunas seguimos aprendiendo- a ser mujeres al estilo Marga López o Sara García, mujeres que todo lo perdonan, todo lo sufren y todo lo soportan. Y lo peor es que en serio nos lo creemos y vamos por la vida así. ¡No por Dios, no!

No va a venir el príncipe azul a subir por nuestro balcón y decirnos que hará todo por conquistar nuestro corazón. Y mucho menos -sólo hasta que esto suceda- vamos a ser felices. ¿Dónde está nuestra decisión? ¿Dónde está el trabajo de todos los días por querernos y darnos esos momentos nosotras mismas? Y no se trata de decir que no necesitamos de una pareja, sino de asumir que todo lo que me sucede es por mí.

No se crean eh, yo la sufro –ven y vuelve la burra- quise decir, a mí me cuesta trabajo. Esto es de todos los días. Aprendamos que ¡claro que nos merecemos tener lo mejor del universo! Y, sobre todo, creámoslo.

Acostumbrémonos a ser felices, a vivir bien. Porque a poco no les ha pasado que si durante un tiempo todo les sale bien, un día se despiertan y dicen ¡obvio no, seguramente hay algo que no me han dicho o no me he enterado, porque no puede estar esto tan bien! Imagen: Depositphotos.

Acostumbrémonos a ser felices, a vivir bien. Porque a poco no les ha pasado que si durante un tiempo todo les sale bien, un día se despiertan y dicen ¡obvio no, seguramente hay algo que no me han dicho o no me he enterado, porque no puede estar esto tan bien! Ni que todo fuera color de rosa. Y claro, cuando por estarlo llamando algo “falla” uno se dice “ves esto no iba a durar así todo el tiempo”. Para volverse locas, ¿a poco no?

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Encerremos a la loca de nuestra casa y a darle. ¡Ya, dejémosle a la sufridera y seamos felices! Nos lo merecemos.

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