Si hay un grupo poblacional al que la pandemia ha afectado en mayor grado es el de los adultos mayores. La población de más de 60 años fue declarada como uno de los grupos más vulnerables. En México, esta población es superior a 13 millones de personas.
De acuerdo con el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM), los ciudadanos de 60 años y más representan casi la mitad de las muertes por COVID-19 en el país, principalmente debido a la presencia de comorbilidades como hipertensión o diabetes.
Esto a pesar de que, desde el inicio de la Jornada de Sana Distancia, se tomaron medidas en nuestro país para aislarlos y protegerlos, tanto en espacios públicos como en sus lugares de residencia.
Y aunque sólo representan el 20 por ciento de los contagios, este sector de la población es más vulnerable a efectos secundarios del aislamiento como la soledad y la depresión.
“Al verse confinado en su casa o residencia, sin poder salir o recibir visitas, el adulto mayor puede empezar a tener cierta sensación de ansiedad y nostalgia por la familia, que ya no les pueden visitar y si esto no se cuida, y no se presta una especial atención, puede desembocar en depresión y en ansiedad”, explica Mario Enrique Reyes Vázquez, neuropsicólogo especialista en adultos mayores de Casa de reposo Eishel Nuestro Hogar.
El llamado a las familias para que redujeran las visitas a los adultos mayores recrudeció una situación de distanciamiento que ya se presentaba previo a la pandemia.
“En condiciones normales, sólo entre un 20 y un 30 por ciento de los residentes tienen contacto de manera constante y de calidad con su familia. El otro 70 u 80 por ciento restante no ve a sus nietos en un periodo de tiempo muy largo”, cuenta el especialista, quien añade que esta falta de contacto sumado al confinamiento puede reforzar la sensación de abandono, provocar la pérdida de roles y de control de sus vidas, y, en algunos casos, incluso generar un sentimiento de castigo con crisis de ansiedad.
“Los pequeños también pueden presentar ese sentimiento de abandono, especialmente si tenían una relación constante y emocionalmente fuerte con el adulto mayor. Para un niño, su abuelo o abuela, representa una figura clave amorosa, educativa, responsable y genera en el menor seguridad y confianza”, explica, por su parte, Patricia de la Fuente, fundadora y directora de Servicios Educativos para el Desarrollo Infantil (SEDI).
La experta en educación infantil recuerda que el rol del adulto mayor en el niño es clave para su educación y desarrollo, ya que contribuyen con el desapego de los hijos hacia los padres, transmiten en ellos el sentido de pertenencia, son portadores de buenos consejos y promueven la unión familiar.
Dado que los adultos mayores serán los últimos en poder incorporarse a las actividades normales, Reyes Vázquez, especialista en adultos mayores recomienda mantener el contacto con ellos de manera constante, ya sea vía telefónica o a través de dispositivos tecnológicos, especialmente para los más pequeños, por la doble función benéfica que aportan estas relaciones intergeneracionales.
“Se ha encontrado que las personas que conviven con niños presentan un reforzamiento del sistema inmunológico, son menos propensos a enfermedades, a trastornos como la ansiedad, la depresión e inclusive, algunos presentan mejorías al contacto con los pequeños. También se refuerza el sentido de pertenencia, utilidad y mejora la autoestima. Por eso tener relación con los niños es valiosísimo”, explica Mario.
Para el neuropsicólogo, la sana distancia representa el distanciamiento físico, pero no tiene que haber un distanciamiento social. “Ahora más que nunca es importante estrechar lazos a través de las nuevas tecnologías.
También se pueden enviar por parte de los nietos algún dibujo o alguna manualidad, anexar alguna carta, algo que el abuelo físicamente, bien sanitizado, pueda atesorar”, recomienda Mario y subraya que el contacto constante y regular a través de la tecnología para poder compartirla con los abuelos y ayudarles en estos momentos que son muy difíciles.